OXFORD, Reino Unido – La combinación de conflictos armados, la covid-19 y la crisis climática está agravando el hambre y la malnutrición en el mundo, destacó el más reciente informe de la coalición internacional contra la pobreza Oxfam.
Desde que comenzó la pandemia, a comienzos de 2020 “las comunidades pobres de todo el mundo han estado enviando repetidamente un mensaje claro y urgente: Moriremos antes de hambre que de covid-19”, indicó el reporte
“Las muertes por hambre superan a las provocadas por el virus. Es probable que hasta 11 personas estén muriendo de hambre cada minuto”, agregó.
Oxfam sostiene que los incesantes conflictos, las crisis económicas agravadas por la pandemia y la creciente crisis climática han exacerbado la pobreza y arrastrado a millones de personas más a una situación de hambre extrema.
Entre las regiones y los países en los que la crisis alimentaria ha empeorado debido a la pandemia, “hay algunos donde la situación es especialmente alarmante”: Yemen, República Centroafricana, Afganistán, Venezuela, Etiopía, Sudán, Sudán del Sur y Siria, según la coalición.
También en el área del Sahel (la franja semiárida entre el Sahara y los bosques africanos) en países África occidental, entre ellos Burkina Faso, Malí y Níger, “y se ha intensificado en zonas críticas de Brasil, India y Sudáfrica”.
Los conflictos siguen siendo, por tercer año consecutivo, el principal causante del hambre en el mundo, según Oxfam.
Su informe recordó que ante la pandemia global sin precedentes, las Naciones Unidas hicieron un llamamiento para un alto el fuego mundial en marzo de 2020.
Sin embargo, la mayoría de los conflictos han continuado y continúan siendo la principal causa de la inseguridad alimentaria que sufren casi 100 millones de personas en 23 países.
Afganistán, Etiopía, Siria, Sudán del Sur y Yemen son algunas de las zonas más afectadas por el hambre, además de ser países devastados por conflictos.
Las mujeres y las niñas son las más afectadas ya que, a menudo, comen menos y son las últimas en hacerlo. Además, tienen que enfrentarse a mayores peligros para conseguir alimentos, a menudo arriesgándose a sufrir agresiones para poder alimentar a sus familias, destacó el reporte.
Más de un año y medio después de que se declarase la pandemia, el deterioro de la economía provocado por los confinamientos y el cierre de las fronteras, negocios y mercados ha llevado a decenas de millones de personas a pasar hambre, especialmente a las personas más desfavorecidas.
El desempleo masivo y las alteraciones en la producción de alimentos “han provocado que el precio de los alimentos se dispare 40 por ciento, el mayor aumento en más de una década”.
El texto agregó que más de 40 millones de personas han sufrido niveles extremos de inseguridad alimentaria, principalmente como consecuencia de los impactos económicos de la pandemia.
La crisis climática “constituye la tercera principal causa del hambre, llevando a casi 16 millones de personas en 15 países a una situación de inseguridad alimentaria crítica”.
Unas 400 catástrofes provocadas por fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas e inundaciones récord, se han intensificado y afectado a millones de personas en América Central, el sudeste asiático y el Cuerno de África.
La covid “también ha puesto al descubierto el mayor incremento de la desigualdad desde que hay registros”, y Oxfam prevé que el número de personas en situación de pobreza extrema llegue a los 745 millones a finales de 2021, un incremento de 100 millones desde que comenzó la pandemia.
“Los colectivos excluidos, especialmente las mujeres, las personas desplazadas y quienes trabajan en el sector informal, han sido los principales afectados”, se indicó.
La pérdida de empleos en 2020, de acuerdo con el informe, supuso para las mujeres un costo de 800 000 millones de dólares, por concepto de pérdida de ingresos.
Se prevé que otros 47 millones de mujeres en todo el mundo se vean arrastradas a una situación de pobreza extrema en 2021.
Oxfam sostiene que para acabar con esta crisis de hambre, los gobiernos deben, primeramente, poner fin a los conflictos y permitir que las organizaciones humanitarias puedan llegar a quienes más lo necesitan para salvar vidas.
Y “para poner fin al hambre de una vez por todas, los gobiernos también deben reconstruir la economía global de manera más justa y sostenible en el marco de la recuperación tras la pandemia, y acabar con las desigualdades subyacentes que amplían la brecha entre ricos y pobres”, concluyó el informe.
A-E/HM