GLAND, Suiza – Los conflictos entre las personas y los animales silvestres, como los elefantes que entran a granjas en China para buscar agua y comida, o los lobos que se alimentan de ganado en el oeste de Estados Unidos, son una amenaza para la supervivencia a largo plazo de algunas de las especies más emblemáticas del mundo.
Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) advirtió que esos conflictos a menudo llevan a las personas a matar a los animales, preventivamente o como represalia, lo que puede conducir a la extinción de especies.
Margaret Kinnaird, especialista del WWF, dijo que “el conflicto entre humanos y vida silvestre, junto con otras amenazas, ha provocado una disminución significativa de especies que alguna vez fueron abundantes, y otras naturalmente menos abundantes son llevadas al borde de la extinción”
“En el tiempo de vida de una generación ya hemos visto cambios extraordinarios e incomparables en nuestro planeta. Las poblaciones mundiales de vida silvestre han caído en promedio 68 por ciento desde 1970”, abundó Kinnaird.
Sostuvo que “a menos que se tomen medidas urgentes, esta tendencia devastadora solo empeorará, causando impactos perjudiciales y en algunos casos irreversibles en los ecosistemas y la biodiversidad”.
En el informe del WWF y el Pnuma se destaca que la matanza relacionada con los conflictos afecta a más de 75 por ciento de las especies de felinos silvestres, a muchas otras especies de carnívoros terrestres y marinos, como los osos polares y las focas monje del Mediterráneo, y a grandes herbívoros como los elefantes.
“En el tiempo de vida de una generación ya hemos visto cambios extraordinarios e incomparables en nuestro planeta. Las poblaciones mundiales de vida silvestre han caído en promedio 68 por ciento desde 1970”: Margaret Kinnaird.
Para Susan Gardner, directora de la División de Ecosistemas del Pnuma, el informe “es un llamado a la adopción de enfoques que aborden las causas más profundas del conflicto mientras se desarrollan soluciones sistémicas con las comunidades afectadas, que son participantes activas y de importancia”.
“Como se demuestra en muchos de los estudios de caso de este informe, la coexistencia es posible”, dijo Gardner.
El reporte cita como ejemplo el Área de Conservación Transfronteriza de Kavango Zambezi en África meridional, donde el manejo del conflicto entre humanos y vida silvestre redujo en 95 por ciento la matanza de ganado, lo que resultó en cero muertes de leones por represalia en 2016 (17 fueron asesinados en 2012 y 2013).
En esa área, que comparten Angola, Botswana, Namibia, Zambia y Zimbabwe, se instalaron jaulas a prueba de leones para proteger al ganado por la noche en zonas de riesgo, se compensó a las comunidades por las pérdidas causadas por la depredación de los felinos, y las poblaciones de leones previamente amenazadas se recuperaron.
El informe reconoce al conflicto entre humanos y vida silvestre como un problema de desarrollo y humanitario, y como una preocupación de conservación que afecta los ingresos de los agricultores, pastores, pescadores artesanales y pueblos indígenas, en particular los que viven en la pobreza.
También interfiere con el acceso al agua para las comunidades que compiten con los animales por ese recurso, e impulsa la desigualdad, ya que quienes pagan el precio por vivir con la vida silvestre rara vez reciben los beneficios de la convivencia.
Las personas de todo el mundo gozan de los beneficios de una vida silvestre floreciente y de ecosistemas saludables, pero los impactos catastróficos, como lesiones y muertes, o la pérdida de propiedades, ejercen presión sobre quienes viven junto a esas especies, a menudo en países del Sur ricos en biodiversidad.
El texto del Pnuma-WWF deploró que a pesar de que este tema está fuertemente vinculado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, los responsables de la formulación de políticas siguen pasándolo por alto.
Un ejemplo es el ODS 2, Hambre Cero: especies en vida silvestre dañan los almacenes de alimentos, los cultivos y el ganado, colocando a los agricultores de subsistencia en riesgo de pasar hambre.
El informe dice que no es posible erradicar por completo el conflicto entre humanos y vida silvestre, pero que enfoques bien planificados e integrados para gestionarlo pueden reducirlo y conducir a una forma de coexistencia entre personas y animales.
Y se insistió en que esos enfoques requieren trabajo en prevención, mitigación, respuesta, investigación y monitoreo, apoyo político, y la participación de las comunidades.
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