Entre 1993 y 2015, el riesgo de inundaciones marinas aumentó casi un 50 % a escala mundial, según un estudio internacional coordinado por el Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD) con investigadores del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) y el centro de análisis del océano Mercator Ocean, publicado e la revista Nature Communications.
Combinando los datos de los satélites y los modelos numéricos, demostramos que estos riesgos de inundación van a acelerarse, especialmente en la zona intertropical.
Esta situación se explica por una combinación de factores. Entre ellos figura la subida global del nivel del mar, pero también el romper de las olas contra las costas, un fenómeno importante que hasta ahora se ha tenido poco en cuenta en las previsiones climáticas debido a su complejidad.
Actualmente, el mar sube una media de unos 3 milímetros al año, según los escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero adoptados. Este nivel podría alcanzar los 80 cm a finales del siglo XXI.
El papel del cambio climático
Las regiones costeras bajas –como las costas arenosas de África Occidental y los grandes deltas, como la región del Ganges-Brahmaputra– albergan a casi 10 % de la población mundial.
Estas zonas con ecosistemas únicos y sensibles, como las lagunas costeras con su rica biodiversidad o los fértiles suelos aluviales utilizados para la agricultura en el delta del Mekong (Vietnam), están sufriendo la erosión costera debido a las actividades humanas: el déficit de arena en el litoral debido a las presas en los ríos que bloquean la afluencia, la extracción incontrolada de arena, el hundimiento del suelo relacionado con el bombeo de aguas subterráneas y la urbanización… También están expuestas a la subida del nivel del mar.
Y están sometidas a peligros devastadores, ya sea la inmersión y/o la inundación. Recordemos las tormentas Katrina y Xynthia, que azotaron Estados Unidos en 2005 y Europa en 2010; o el tifón Haiyan, el mayor ciclón tropical jamás registrado, que azotó Asia en 2013.
Estos fenómenos episódicos se ven exacerbados por el calentamiento global y las presiones antropogénicas: desarrollo urbano y costero, desarrollo de infraestructuras turísticas y portuarias, urbanización galopante y densificación urbana.
Así, se prevé que la ciudad de Miami (Estados Unidos) se convierta en una de las metrópolis más expuestas a eventos de inmersión marina en los próximos años.
La magnitud y la frecuencia de estos peligros siguen siendo inciertas. Pero los científicos creen que los países de la zona intertropical –como los de África Occidental y el Sudeste Asiático– serán especialmente vulnerables, sobre todo porque albergan metrópolis densamente pobladas en cotas bajas con escasa o nula protección –a diferencia de los Países Bajos, donde se ha establecido un sistema de diques y dunas de protección para hacer frente a los peligros meteorológicos extremos.
La acción de las grandes olas
Estos episodios de inmersión marina se producen cuando el nivel extremo de las aguas costeras supera la elevación máxima de la costa (duna, acantilado, dique).
Las consecuencias son importantes: ruptura de la protección e inundación de zonas que antes no estaban afectadas. Así ocurrió durante la tormenta Xynthia en 2010 en Francia, o durante el Katrina en Estados Unidos.
Los científicos han observado que este nivel extremo es el resultado de una combinación de varios procesos: el nivel regional del mar, la circulación oceánica, la transferencia de masa de los continentes al océano (casquetes de hielo, aguas terrestres, glaciares), el “oleaje” (es decir, la subida del nivel del agua por encima del nivel de reposo) durante las tormentas debido a la presión atmosférica y los vientos, la marea y, por último, los efectos del romper de las olas.
A pesar del importante papel de las olas oceánicas en la determinación del nivel del mar en la costa, su contribución se ha descuidado en gran medida en los modelos de predicción de riesgos de inundación debido a la falta de una topografía costera suficientemente precisa.
Identificar los “puntos calientes”
En nuestro estudio, combinamos el uso de un novedoso modelo numérico global del nivel del mar en la costa, que incluye el efecto transitorio de las olas de elevación de la superficie, con una nueva estimación de los niveles extremos alcanzados.
Para ello, se utilizaron datos de altimetría por satélite de radar para supervisar el aumento del nivel del mar y se tuvieron en cuenta las mareas, los análisis del oleaje y las medidas naturales y artificiales de protección de la costa.
Hemos cuantificado el aumento global de las inundaciones marinas en el periodo 1993-2015. Para ello, especificamos dos parámetros clave de la topografía costera utilizando datos satelitales: la pendiente y la elevación subaérea máxima de estas zonas.
El nivel de agua costero extremo se calculó con una resolución horaria para identificar el número potencial de horas de ruptura de la protección costera en cada zona sobre una base anual. El resultado es que, en 23 años, el número de horas anuales de inundaciones marinas agregadas a nivel mundial ha aumentado casi un 50 %. Hemos pasado de 10 000 horas anuales a más de 15 000.
La combinación de mareas y grandes olas (de hasta 10 metros) es el principal factor que contribuye a este aumento.
Se han identificado varios “puntos calientes”: el golfo de México, el sur del Mediterráneo, África Occidental, Madagascar y el mar Báltico. Aquí, el aumento del riesgo de inmersión marina es mayor debido a las costas bajas y desprotegidas (natural o artificialmente).
Aceleración en décadas futuras
Nuestro trabajo también incluye un componente de previsión para el siglo XXI, basado en diferentes escenarios de aumento del nivel del mar.
El número de horas de posibles inundaciones podría aumentar considerablemente de aquí a finales de siglo, a un ritmo más rápido que la subida media del nivel del mar: es decir, el peso de cada milímetro de subida no es constante y aumenta, y el riesgo de que se rompan las protecciones costeras crece.
Esta aceleración de la inundación marina es exponencial y será claramente perceptible a partir de 2050, sea cual sea el escenario climático.
A finales de siglo, la intensidad de la aceleración dependerá de las trayectorias de las emisiones de gases de efecto invernadero y, por tanto, de la subida del nivel del mar. En caso de emisiones elevadas, el número de horas de inundaciones marinas podría multiplicarse por 50 en comparación con las actuales.
Estas cifras ponen de manifiesto la magnitud del reto al que se enfrenta la comunidad internacional: la necesidad de protección no tiene precedentes. También debemos cambiar la forma de utilizar las zonas costeras que están muy expuestas a estos peligros marinos.
Cada vez más regiones estarán sometidas a este riesgo, especialmente las de la zona intertropical, así como el noroeste de Estados Unidos, Escandinavia y el extremo oriental de Rusia.
Se necesitan más estudios, a escala local y regional, para detallar estas proyecciones globales. Esto proporcionará una base sólida para proponer medidas de adaptación eficaces, especialmente en los puntos calientes identificados.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
RV: EG