PUERTO PRÍNCIPE – El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) ha intensificado su participación en el rescate de ecosistemas en Haití, trabajando junto a comunidades locales en la recuperación de manglares costaneros, riberas fluviales y en la protección del último bosque de niebla virgen que queda en el país.
Aunque amenazados, “los bosques de Haití albergan una increíble biodiversidad, y mantener y mejorar estas áreas aumenta su resiliencia ante un clima cambiante y el bienestar de las comunidades que dependen de ellas para alimentos, medios de vida y otros servicios”, destacó Leo Heileman, director regional del Pnuma.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, 12 especies de aves, 28 de plantas, 46 de anfibios, 15 de peces y unas 10 de reptiles y mamíferos están en peligro de extinción en la nación insular caribeña, de 27 750 kilómetros cuadrados y 11,3 millones de habitantes.
La principal razón es la deforestación causada por poblaciones en busca de recursos, destacándose el uso de leña como combustible para cocinar.
Ya en 1925 se había destruido la mitad de los bosques originales de Haití (que comparte la isla La Española con República Dominicana) y a finales del siglo pasado se había afectado 98 por ciento de la superficie boscosa del país.
De la tierra haitiana, algo más de la mitad o 1,8 millones de hectáreas se consideran tierras agrícolas, y 360 000 hectáreas, 13 por ciento de la superficie, son las afectadas áreas forestales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Para preservar los puntos críticos de biodiversidad, desde 1968 Haití comenzó a establecer áreas protegidas y actualmente existen 26, que abarcan siete por ciento de su tierra, apenas 1,5 por ciento de sus aguas, y la mitad de ellas se crearon con asistencia del Pnuma.
Haití también se sumó a Cuba, Puerto Rico y República Dominicana en el Corredor Biológico del Caribe, que trabaja en la conectividad de sus ecosistemas.
El Pnuma ha concentrado sus labores en el suroeste, que hace parte de la alargada península de Tiburón, e incluye el parque nacional de Macaya, con su bosque virgen de neblina y su pico de 2347 metros, las playas de Port Salut e isla de Vaca, y los manglares de la zona costera La Cahouane.
La agencia de la ONU presentó como ejemplo de conservación la protección asignada a la minúscula rana macaya (Eleutherodactylus thorectes), que se creía desaparecida desde 1991 y se la encontró en 2011 en el parque de su nombre.
En la zona de La Cahouane el Pnuma lanzó una iniciativa para preservar y restaurar los manglares, pues son vitales para estabilizar la línea costera, mantener zonas de desove para peces, y producir polen y néctar, la miel de manglar.
La iniciativa comprende agrosilvicultura, apicultura, producción de marañón (cajú, merey), la acuicultura y la pesca sostenible.
En total, el Pnuma reivindica la reforestación de 141 hectáreas en áreas expuestas a peligros costeros e inundaciones, mientras que 170 kilómetros en riberas fluviales se han reforestado con bambú para evitar la erosión del suelo. Y en un área de 10 kilómetros cuadrados se han sembrado frutales y otras especies de árboles.
“Estas intervenciones confirmaron la capacidad de las comunidades locales para movilizar e implementar soluciones que combinan el desarrollo de los medios de vida, la resiliencia y la protección y restauración del ambiente”, expuso Fabien Monteils, representante del Pnuma en esta capital.
Para facilitar el acceso al financiamiento necesario, el Pnuma creó el Fondo Haitiano para la Diversidad Biológica, “pero se necesita más, porque vemos que cada vez más comunidades se incorporan, pues sí hay una vía para que los haitianos escapen de la pobreza y los desastres climáticos si unen fuerzas con su ambiente”, dijo Monteils.
Haití es el país más pobre del hemisferio occidental, 80 por ciento de la población sobrevive en la pobreza y ocupa el puesto 170 entre las 189 naciones del Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
El Pnuma inscribió sus programas en Haití dentro del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), aunque varios de ellos anteceden a la respectiva declaración de la Asamblea General de la ONU.
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