La covid pone en riesgo a los refugiados de más edad

Las personas de más edad, en situación de movilidad en países distintos al suyo, ya estaban con sus derechos y medios de vida disminuidos antes de la covid-19, y ese cuadro se ha agravado en durante la pandemia en América Latina, según un estudio de Acnur y la ONG HelpAge. Foto: Cristian Newman/Unsplash

PANAMÁ – Las personas mayores refugiadas en América Latina, que ya tenían limitado su acceso a derechos y servicios vitales, han quedado expuestas a mayores riesgos al avanzar la pandemia covid-19, advirtió un reporte de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) este miércoles 26.

José Samaniego, director regional de Acnur, sostuvo que “la plena inclusión de esas personas en las respuestas a la pandemia, incluidos los programas de vacunación contra la covid-19, es clave para salvaguardar su dignidad y sus derechos”.

Un estudio en Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras y Perú reveló que la pandemia está exacerbando las amenazas preexistentes a la salud física y mental, la nutrición, la autonomía financiera y el estatus legal de las personas adultas mayores refugiadas y otras personas en situación de movilidad humana.

La mitad de las personas entrevistadas reportó haber sufrido discriminación, mientras que un número preocupante describió incidentes de abuso, en la investigación adelantada por Acnur y HelpAge, una organización dedicada a la defensa de los derechos de las personas de más edad en 65 países.

Muchos encuestados dijeron que han tenido acceso limitado a la atención médica durante la pandemia: 42 por ciento no recibió tratamiento por problemas de salud previos, y seis por ciento de los contagiados con covid no obtuvieron la atención médica adecuada.

La pandemia disminuyó de 39 a 26 por ciento el contacto diario que las personas mayores desplazadas tenían con sus familias, y limitó las actividades comunitarias y las oportunidades de recreación y participación, agravando sus sentimientos de aislamiento y soledad.

El acceso a los alimentos para las personas mayores en situación de movilidad humana también empeoró en todos los países objeto del estudio. Ya antes de la pandemia, una de cada cuatro tenía que saltarse las comidas y, con la llegada de la covid, 41 por ciento debió reducir aún más su ingesta de alimentos.

De los entrevistados, 64 por ciento no tenían ingresos mensuales antes de la pandemia. De quienes sí los tenían, 62 por ciento consideró que no eran suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.

La covid agravó aún más su situación económica, dejando a muchas más personas sin empleo. En Honduras y El Salvador, un tercio de los encuestados informó que había perdido su trabajo. En los países de la región andina fueron casi la mitad.

A pesar del aumento de su vulnerabilidad, muchas de las personas entrevistadas aún debían actuar como sostén de sus hogares y cuidar de otros miembros de la familia, como niños y adolescentes (60 por ciento) y personas con discapacidad (cinco por ciento).

Las condiciones de vivienda también empeoraron para una quinta parte de los entrevistados, ya que no podían pagar el alquiler. Cinco por ciento de ellos fueron desalojados durante la pandemia.

“Las personas mayores que están en situación de desplazamiento forzado se han encontrado durante mucho tiempo en abandono y sin protección suficiente, y además de una mayor ayuda humanitaria necesitan más oportunidades de medios de vida para ser económicamente independientes”, observó Samaniego.

La pandemia también aumentó los desafíos para obtener documentación. En la región andina, casi una cuarta parte se encuentra en situación irregular, lo que aumenta su marginación. Esta cifra aumenta a 32 por ciento entre las personas mayores desplazadas con discapacidad.

“El envejecimiento y la movilidad humana son tendencias globales, cuya interseccionalidad se manifiesta en la pobreza y la exclusión, mientras que las personas mayores son tratadas como si fueran invisibles”, comentó Marcela Bustamante, representante regional de HelpAge.

Los gobiernos y la comunidad internacional “deben hacer todo lo posible para que las personas mayores en situación de movilidad humana puedan vivir con dignidad. Se necesita un cambio urgente”, subrayó la responsable.

El reporte divulgado en la sede regional de Acnur en esta ciudad concluye pidiendo la inclusión completa de las personas mayores migrantes y refugiadas en las respuestas de cada nación a la pandemia, así como propiciar medios de vida para que puedan ser económicamente independientes.

A-E/HM

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