El mecanismo de vacunas Covax enfrenta cinco retos

Personas de edad avanzada esperan para recibir la vacuna contra la covid-19 en un centro de vacunación en Lima. Foto: José Vilca/Unicef
Personas de edad avanzada esperan para recibir la vacuna contra la covid-19 en un centro de vacunación en Lima. Foto: José Vilca/Unicef

El mecanismo Covax, el acrónimo en inglés de Fondo de Acceso Global para Vacunas covid-19, mantiene su objetivo de llevar este año a países del Sur 2000 millones de dosis de la vacuna, pero requiere superar cinco retos, según reportes coincidentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias de Naciones Unidas.

Se trata del llamado “nacionalismo de las vacunas”, la deficiente infraestructura en países receptores, los fondos insuficientes para el reparto y administración de las dosis, la competencia por vacunas con los países más ricos y la persistente reticencia a vacunarse.

En Covax participan la OMS, 190 Estados y territorios, la Alianza Global para Vacunas, de entes públicos y privados, el Banco Mundial, farmacéuticas, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y otras entidades.

De los retos ante el mecanismo, el control sobre las exportaciones puede ser el eslabón más débil, porque inyectar las dosis supone establecer una compleja cadena de suministro que incluye los componentes necesarios para producir la vacuna, los frascos, tapones plásticos y jeringuillas.

La prohibición o el control de las exportaciones de cualquiera de esos productos pueden trastornar la obtención y distribución de las inmunizaciones.

En octubre de 2020 Unicef anunció que dispondría de más de 500 millones de jeringuillas, preparándose para la vacuna contra la covid-19. Resultó una medida preventiva, pues los países productores controlaron su exportación, se limitaron los suministros y se dispararon los precios.

En paralelo, la OMS alertó contra el “nacionalismo de las vacunas”, al establecer algunos países controles sobre la exportación de ese producto, lo que alienta su acaparamiento, eleva los precios y alarga la pandemia y el sufrimiento.

La OMS favorece que países de Asia, África y América Latina y el Caribe consigan adquirir y mantener la tecnología y la capacidad de producción de vacunas.

Esas bases de fabricación adicionales “serán esenciales para satisfacer la demanda actual de refuerzos de covid-19 y de futuras vacunas. Haría que los países pobres dependieran menos de las donaciones de los ricos”, dijo Diane Abad-Vergara, jefa de comunicaciones de Covax en la OMS.

Los países integrados a Covax tienen la infraestructura necesaria para descargar desde aviones los palés de vacunas y llevarlos a almacenes refrigerados, pero no todos cuentan con los recursos necesarios para llevarlas a todo su territorio.

“Eso significa que, en muchos de los países más pobres, la mayoría de las dosis se distribuyen en los grandes centros urbanos. En el corto plazo, la concentración de dosis en las ciudades permite priorizar al personal sanitario y otros trabajadores de primera línea”, dijo Gian Gandhi, coordinador de Covax en Unicef.

Acelerar el reparto y entrega de vacunas a las zonas remotas requiere dinero y, según Abad-Vergara “para continuar el suministro durante 2021 a sus 190 miembros, Covax necesita al menos 3200 millones de dólares. Cuanto más rápido se alcance este objetivo, antes se podrán administrar las vacunas”.

Contribuciones de Estados Unidos, Reino Unido y países de la Unión Europea ayudaron a paliar el déficit de financiación de las inmunizaciones, pero se requiere más dinero para la dotación que permita el suministro de la vacuna.

Unicef calcula que se necesitan 2000 millones de dólares adicionales para ayudar a los 92 países más pobres con gastos como frigoríficos, formación de personal, gastos de los vacunadores y combustible para los camiones frigoríficos de reparto.

Por esa razón, solicita a los donantes que desembolsen de forma inmediata 510 millones de dólares, para atender las necesidades urgentes.

Por otra parte, Covax compite con los países que hacen tratos bilaterales directos con las compañías farmacéuticas, lo que ejerce una presión adicional sobre el suministro disponible de vacunas. A su vez, los países ricos cuentan con un excedente de dosis.

Gandhi pidió a estos países compartir las dosis sobrantes, tras admitir que “desgraciadamente, en estos momentos no vemos demasiados países de renta alta dispuestos a compartir”.

Para Abad-Vergara “el enfoque actual del ‘yo primero’ favorece a los países que más pueden pagar y, en última instancia, comportará un mayor costo económico y en términos de vidas”.

Finalmente, aunque está de sobra demostrado que la vacunación salva vidas, la reticencia a vacunarse, un problema que afecta a todos los países, continúa siendo un obstáculo a enfrentar de forma permanente.

Esa dificultad se debe, en parte, a la gran cantidad de desinformación que rodea todos los aspectos de la covid desde antes de que se declarase la emergencia sanitaria mundial y de que la ONU lanzase en mayo de 2020 la iniciativa Verified (verificado) que busca combatir las falsedades y proporcionar información fiable sobre la crisis.

A-E/HM

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