El Foro Social Mundial tendrá una edición inédita del 23 al 31 de enero. Será virtual, ya que la covid-19 impide encuentros masivos presenciales, a la vez que acentúa las crisis climática, democrática y económica que atormentan la humanidad.
Promoverlo, pese a las incertidumbres de la comunicación a distancia, se hizo más necesario ahora que la pandemia traduce en muertes las desigualdades que son uno de los principales temas del Foro, justificó el braileño Oded Grajew, idealizador y cofundador del gran encuentro de la sociedad civil global.
Será un desafío repetir, en formato digital, la repercusión que tuvo el Foro Social Mundial (FSM) en sus primeras ediciones, sea en Porto Alegre, su cuna hace dos décadas en el sur de Brasil, sea en Mumbai (India), Caracas o capitales africanas, que reunieron decenas de miles de participantes, a veces más de 100 000.
Multitudes estuvieron presentes en las marchas callejeras que abrían y cerraban los encuentros, en los paneles, talleres, asambleas y mesas redondas sobre los más variados temas en debate. Miles de actividades “autogestionadas” eran promovidas por las organizaciones o movimientos.
Las expectativas se duplican porque el FSM cumple 20 años buscando revitalizar su resonancia, reducida en los últimos años, o reformarse para intervenir más activamente en temas políticos.
“Tenemos un problema de comunicación, de poca divulgación. Pero aún hay mucha gente interesada y que participa en el foro mundial y en los foros regionales y temáticos” que se multiplicaron, evaluó Grajew, un empresario convertido en activista social.
Los foros temáticos, locales o internacionales, tratan de los más variados temas, desde el feminismo, al racismo, migraciones, cuestiones ambientales y económicas. El de Economías Transformadoras ya tuvo 16 ediciones.
Chico Whitaker, otro brasileño cofundador del FSM, se dedica últimamente al foro temático de energía nuclear. En su opinión, el foro tendrá mayor divulgación si su edición global vuelve a contraponerse al Foro Económico Mundial y a coincidir con sus fechas, en fines de enero, como ocurre este año.
La edición anterior del FSM tuvo lugar en marzo de 2018 en Salvador, capital del estado brasileño de Bahia, con cerca de 60 000 participantes y 1500 actividades. “Fue fantástico”, opinó Grajew a IPS desde São Paulo.
El foro nació con el objetivo de “dar visibilidad a las situaciones de desigualdad, de miseria y precariedad, mostrar que no son inevitables y se puede cambiar en “otro mundo posible”, recordó.
Los resultados no aparecen solo en los encuentros en que se juntan los distintos actores en un diálogo horizontal, para articular sus acciones, aprender unos con los demás y así fortalecer los movimientos sociales y las organizaciones de activistas, explicó.
Un ejemplo, según él, es la legalización del aborto en Argentina, producto del empoderamiento y la articulación de las mujeres, facilitada por el FSM.
Pero esa visión de un grupo de fundadores, especialmente brasileños, fieles a la naturaleza del foro como “espacio de encuentros”, establecido en su Carta de Principios, contrario al activismo, tiene opositores.
“Un grupo renovador quiere transformar el FSM en espacio de encuentro y de acción, que sea también un sujeto político, obviamente en representación pluralista, transparente y participativa”, apuntó a IPS el italiano Roberto Savio, miembro del Consejo Internacional (CI) del Foro y encargado de relaciones exteriores del Centro Europeo para la Paz y el Desarrollo.
La propuesta admite que cualquier acción se decida por “inmensa mayoría” en votaciones con un quorum de por lo menos 75 por ciento, en sustitución a lo establecido en la Carta de Principios, que exige unanimidad e impide la toma de decisiones.
Además “que se proceda a renovar y rejuvenecer al CI, con mayor equilibrio regional, temático y de organizaciones de base”, acotó Savio, tras señalar que su representación es hoy desequilibrada en términos de regiones y sectores, con predominio de latinoamericanos y europeos, con edad superior a 50 años como promedio y presencia activa de solo un tercio de los miembros.
Los renovadores proponen también la creación de un “comité de seguimiento” de 24 miembros no reelegibles, con una composición equilibrada, para “tomar posiciones y apoyar acciones que lleven el FSM a ser un actor visible en la escena internacional”, detalló desde Roma.
“Mantener el FSM en la actual situación de falta de presencia y de acción, con una gobernabilidad que no es representativa y operativa, para seguir criterios válidos hace 20 años, en un mundo totalmente diferente, es anticientífico y suicida”, concluyó el también cofundador de IPS y su director general por cuatro décadas.
Pero la opinión aún mayoritaria en el CI, como admite Savio, permanece aferrada a la idea del foro como un espacio no partidario.
“El protagonismo debe ser de las organizaciones participantes, el foro les facilita los encuentros, su articulación”, el intercambio de conocimientos, para una acción más amplia y eficiente, arguyó Grajew. Convertirse en un ente activo haría del FSM una “instancia de poder con consecuentes disputas internas”, sostuvo.
Cada ente participante, solo o en conjunto con otras organizaciones, puede adoptar sus declaraciones y acciones durante los encuentros, y contar con el apoyo del FSM en la divulgación, pero sin su interferencia ni adhesión a tales decisiones, dice un principio.
El foro es también una oportunidad de debatir ideas y análisis sobre los grandes desafíos actuales del mundo.
El economista Ladislau Dowbor, profesor de la Universidad Católica de São Paulo, es un participante frecuente de sus paneles. La actual convergencia de diversas crisis a ser entendida y enfrentada justifica la relevancia del FSM, en su evaluación.
La ambiental comprende “el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la esterilización del suelo cultivable, la reducción de la cobertura forestal, la contaminación del agua dulce, los plásticos por todo lado y la desaparición de los glaciares y el permafrost”, observó.
“La crisis de la desigualdad, agravada en las cuatro últimas décadas de neoliberalismo” suma las desigualdades de ingreso, de patrimonio y educación a la exclusión digital, y se refleja en el hambre que volvió a aumentar, señaló a IPS desde São Paulo.[related_articles]
El producto bruto planetario, que según el Banco Mundial está cercano a 88 billones (millones de millones) de dólares, si se divide igualitariamente entre los 7800 millones de seres humanos representaría 3700 dólares para cada uno. Es decir, el mundo produce bienes y servicios suficientes para todos, “el problema es de organización política y social, otro mundo es posible”, aseguró.
En su opinión, la pérdida de resonancia del FSM coincide con “una creciente perplejidad de los movimientos sociales, investigadores y formuladores de visiones, ante los cambios acelerados en la fase más reciente del liberalismo” y la crisis de 2008 que desnudó la vulnerabilidad del sistema financiero.
Reiterar denuncias sobre las distorsiones del orden económico y social se hizo cansador. Pero ahora la pandemia realzó el desconcierto sistémico y agrandó la indignación, favoreciendo la movilización de personas e instituciones en busca de nuevos caminos, concluyó.
El FSM de este año se prolongará por nueve días, para compensar el hecho de ser virtual. Empezará con la exhibición de videos de luchas sociales y un panel global sobre “el mundo que queremos hoy y mañana”, el 23 de enero.
Cinco paneles temáticos, de 17 y 19 GMT o UTC, debatirán temas como la justicia económica, democracia, ambiente, la educación y la cultura, feminismo y pueblos indígenas. Además habrá un sinnúmero de actividades autónomas de las organizaciones inscriptas.
Asambleas de los movimientos sociales y “Ágoras de futuros” para definir las luchas sociales venideras clausurarán el foro. El próximo, que se confía en que pueda ser presencial, será en México en 2022.
ED: EG