La eficiencia energética (EE) a menudo se promociona como una herramienta para ahorrar energía y dinero. El mantra que se repite con frecuencia es hacer “más con menos”, es decir, producir más bienes con menos energía.
Pero, como se determina en un informe reciente del Banco Mundial (del que soy coautor), la EE puede hacer algo que a menudo es mucho más importante para los países del Sur en desarrollo: puede producir los bienes y servicios adicionales necesarios para elevar el nivel de vida.
Cambiar el enfoque de los ahorros a más bienes y servicios puede ayudar a aumentar la aceptación de la EE en los países en desarrollo, permitiéndoles crecer más rápido y, al mismo tiempo, promover un futuro más sostenible para todos.
El despliegue de la EE en esos países ha sido víctima de una perspectiva en que con demasiada frecuencia se ha puesto el foco en lo que hacían las economías avanzadas.
Desde la Unión Europea hasta Japón y Estados Unidos (bajo los gobiernos anteriores y probablemente bajo el del próximo de Joe Biden), la EE se ha posicionado generalmente como una herramienta para generar ahorros de energía. También se reconocen otros beneficios, en particular la generación de empleo y la mejora de la competitividad, que a menudo se utilizan para movilizar apoyo político local.
Sin embargo, el enfoque ha tendido a permanecer en la capacidad de la EE para reducir cosas: el uso de energía, así como los gastos en energía y, más recientemente, las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y, de hecho, a través de una combinación de EE y otros factores, las principales economías avanzadas han logrado reducir su consumo de energía y proyectan usar la EE para lograr mayores reducciones en el futuro.
Existe un contexto diferente en el mundo en desarrollo donde los niveles de vida son con demasiada frecuencia inadecuados.
En estos países, la clave del progreso reside en generar más bienes y servicios de mayor calidad para sus poblaciones: Más y mejores viviendas, más y mejores productos de consumo, más y mejores servicios de transporte, más y mejores edificios de oficinas, más y mejores escuelas, más y mejores hospitales, pero también menos contaminación.
El enfoque general es producir y consumir más en lugar de usar menos.
Los países en desarrollo buscan obtener más energía para impulsar este progreso. Desde India hasta Indonesia, desde Sudáfrica hasta América del Sur, se proyecta que el mundo en desarrollo demandará cantidades cada vez mayores de energía.
Se prevé que el consumo total de energía de los países en desarrollo de hoy aumente en aproximadamente 30 % entre 2015 y 2030, momento en el que casi duplicará el de los países desarrollados (gráfico 1).
Esta dependencia de los países en desarrollo de un uso cada vez mayor de la energía para respaldar su crecimiento económico (a diferencia de las economías avanzadas donde la demanda de energía en general ya ha alcanzado su punto máximo) refleja en parte su situación de desarrollo.
Por ejemplo, la futura construcción de nuevos edificios, que es una actividad de alto consumo energético, se llevará a cabo principalmente en países en desarrollo, no en economías avanzadas, incluidas economías emergentes como la India, donde aún no se ha construido más de 70 % del entorno construido de 2030.
La EE puede garantizar que este creciente consumo de energía se utilice de manera eficiente para elevar el nivel de vida. En el contexto de los países en desarrollo, la atención se centra menos en producir “más con menos” energía, sino en generar “aún más a partir de más” energía.
La EE no solo ayuda a desvincular el crecimiento del producto interno bruto (PIB) del consumo de energía, sino que también ayuda a magnificar el impacto del aumento del uso de energía para impulsar una mayor expansión económica.
Además, en estos tiempos de covid, la EE puede ser particularmente estratégica para los gobiernos porque su despliegue genera empleo (por ejemplo, la contratación de trabajadores para instalar equipos energéticamente eficientes).
Y la combinación de EE y más energía también puede aportar beneficios a nivel doméstico y empresarial.
Muchas de las familias más pobres de Asia, África y otros lugares desean tener la oportunidad de aumentar su consumo de combustibles energéticos modernos, por ejemplo, para un refrigerador y otros electrodomésticos que generan los niveles de vida más altos que se ven en otros lugares.
Usar electrodomésticos eficientes es aún mejor, aumentando, por ejemplo, los beneficios del acceso básico a la electricidad. De manera similar, las empresas de todo el mundo en desarrollo buscan expandir sus actividades, aumentar sus productos y hacer crecer sus mercados para generar mayores ingresos que les permitan comprar más energía para producir aún más para vender.
La EE puede ayudarlos a hacer esto de una manera más eficiente y rentable.
Desafortunadamente, las métricas tradicionales de EE a veces no están adaptadas a los contextos de muchos países en desarrollo. Estos incluyen métricas como consumo de energía/vivienda, energía para refrigeración de espacios/metro cuadrado o energía utilizada para calentar agua/vivienda.
El «progreso» normalmente se evidencia en niveles más bajos. . . y esto tiene mucho sentido en las economías avanzadas cuyas poblaciones seguirán disfrutando de altos niveles de vida incluso cuando los ahorros de energía generados por la EE brinden múltiples beneficios (como la seguridad energética para la Unión Europea).
Pero en el mundo en desarrollo, adquirir ese primer refrigerador (que aumentará el consumo de energía en la vivienda) o instalar aire acondicionado en edificios públicos (que aumenta el uso de energía en áreas previamente enfriadas por ventiladores) elevará los niveles de vida inadecuados.
Independientemente de lo que pueda inferirse de un análisis rápido (aunque incompleto e insuficiente) de los indicadores de EE, en el contexto de los países en desarrollo, este mayor consumo de energía por vivienda o por metro cuadrado de espacio de oficinas refleja un progreso. Es desarrollo… y la EE ayuda a garantizar que el equipo para brindar este avance sea eficiente.
La EE también es clave para alcanzar los objetivos de cambio climático global. Por ejemplo, en el modelo climático de desarrollo sostenible de la Agencia Internacional de la Energía, la EE juega un papel más importante (37 %) en la reducción de emisiones hasta 2050 que cualquier otra herramienta baja en carbono, incluidas las energías renovables (32 %).
Este modelo climático también prevé un aumento del consumo de energía en los países que no pertenecen a la OCDE (un aumento de 16 % entre 2016 y 2040) para ayudar a impulsar su futura expansión económica.
La combinación de más EE para respaldar el crecimiento del PIB, junto con una penetración más profunda de las energías renovables y otras tecnologías bajas en carbono, es la clave para elevar el nivel de vida en los países en desarrollo al tiempo que se cumplen los objetivos climáticos globales.
Y lograr estos objetivos evitará los peores impactos del cambio climático que podrían devastar a las personas vulnerables en el mundo en desarrollo y en otros lugares. Cuando se trata de implementar más EE, el desafío del cambio climático lo ha transformado de “algo bueno para tener” en un “imperativo”.
La EE es clave para crear una mayor prosperidad en el mundo en desarrollo porque permite generar aún más bienes y servicios a partir de un mayor uso de la energía para elevar los niveles de vida.
Para los países en desarrollo, no se trata de hacer «más con menos», se trata de hacer «aún más con más».
Como se ilustra en el informe del Banco Mundial antes mencionado, cambiar el enfoque de la EE del ahorro de energía a los bienes y servicios adicionales que produce puede ayudar a aumentar su despliegue en el mundo en desarrollo. . . y esto promoverá un crecimiento económico y mejoras sociales más fuertes y sostenibles.
Philippe Benoit ha trabajado durante más de 25 años en temas de desarrollo internacional, incluyendo cargos como jefe de división de Eficiencia Energética y Medio Ambiente en la Agencia Internacional de Energía y como gerente del Sector de Energía en el Banco Mundial. Actualmente es director general de Energía y Sostenibilidad de Global Infrastructure Advisory Services 2050 (Servicios de Asesoría sobre Infraestructura Global 2050).
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