Los peligros relacionados con el tiempo, el clima y el agua, que durante los últimos 50 años causaron 11 000 catástrofes y provocaron dos millones de muertes, se mantienen como amenaza sobre un tercio de los habitantes del planeta, alertó este martes 13 la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Los datos facilitados por 138 Estados miembros “muestran que solo 40 por ciento cuentan con sistemas de alerta temprana ante riesgos múltiples. Esto significa que, en promedio, una de cada tres personas en todo el mundo todavía no está cubierta” con anticipación ante los eventos extremos, señaló la OMM.
Acechan los peligros por ciclones tropicales y huracanes, crecidas, sequías, olas de calor, incendios forestales, tormentas de arena y polvo, plagas de langostas del desierto, inviernos rigurosos y desbordamientos repentinos de lagos glaciales.
La carencia de sistemas de alerta pesa sobre los países menos adelantados y en particular sobre los pequeños estados insulares en desarrollo, en los que no solo falta la capacidad de prevención requerida sino que los recursos financieros a veces no llegan a donde son más necesarios.[pullquote]3[/pullquote]
Desde 1970 los pequeños Estados insulares en desarrollo han sufrido pérdidas valoradas en 153 000 millones de dólares debido a fenómenos climáticos extremos, una cantidad significativa ya que el producto interno bruto medio anual de esos países es de 13 700 millones de dólares.
Los daños materiales del último medio siglo, causados por eventos meteorológicos y climáticos extremos en todo el globo, fueron estimados por la OMM en 3,6 billones (millones de millones) de dólares.
“Si bien la media de muertes notificadas a raíz de cada desastre se ha reducido en un tercio durante ese período, la cantidad de desastres registrados se ha quintuplicado y las pérdidas económicas se han multiplicado por siete”, destacó el informe.
En 2018, estos fenómenos provocaron que unos 108 millones de personas de todo el mundo necesitasen ayuda del sistema humanitario internacional, luego de tormentas, inundaciones, sequías e incendios forestales.
Además, el estudio estima que en los próximos 10 años esa cifra podría aumentar en casi 50 por ciento, y que el costo asociado rondaría los 20 000 millones de dólares anuales.
Por ello, “los sistemas de alerta temprana son una condición indispensable para la reducción efectiva de los riesgos de desastre y la adaptación al cambio climático”, señaló el secretario general de la OMM, Petteri Talas.
Agregó que “estar preparados y ser capaces de reaccionar en el momento oportuno y en el lugar adecuado puede salvar muchas vidas y proteger los medios de subsistencia de las comunidades de todo el mundo”.
Talas comentó que “si bien la covid-19 generó una profunda crisis sanitaria y económica de la que tardaremos años en recuperarnos, es fundamental recordar que el cambio climático seguirá representando una amenaza constante y creciente para la vida humana, los ecosistemas, las economías y las sociedades durante siglos”.
En América del Norte, Central y el Caribe, los sistemas de alerta temprana cubren a 96 por ciento de la población, en América el Sur a 60 por ciento, y en Europa, Asia y el Pacífico entre 70 y 75 por ciento, pero en África solo a 44 por ciento.
Además, globalmente no se dispone de la capacidad suficiente para convertir las alertas tempranas en acciones tempranas, especialmente en los países más pobres.
La OMM hace hincapié en la necesidad de avanzar hacia servicios de predicción que tengan en cuenta los impactos: el foco de atención ya no será el tiempo que hará, sino las consecuencias que tendrá, para permitir a las personas, comunidades, autoridades y empresas, adoptar medidas tempranas en función de las alertas.
El informe presentó varias recomendaciones, la primera de las cuales es invertir para subsanar las deficiencias de capacidad en sistemas de alerta temprana, sobre todo en los países menos adelantados y en los pequeños estados insulares de África.
La inversión debe centrarse en actividades que permitan transformar la información de las alertas en acciones tempranas para mitigar los desastres.
Luego, hay recomendaciones para la financiación sostenible de los sistemas de alerta temprana, la vigilancia sobre el destino y el impacto de esos recursos, el fomento de prácticas de evaluación que hagan más eficaces las alertas, y subsanar deficiencias en materia de datos en los pequeños países insulares en desarrollo.
El lanzamiento del informe de la OMM sobre el estado de los servicios climáticos en 2020 coincide con la observación, cada segundo miércoles de octubre, del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres.
A-E/HM