Premios Nobel y líderes mundiales expresaron su honda preocupación porque la crisis mundial desatada por la pandemia de covid-19 no se haya tomado como una oportunidad para romper los inmorales niveles de desigualdad, y las poblaciones más vulnerables, especialmente los niños, estén particularmente desprotegidos ante los impactos del coronavirus.
El educador y activista indio Kailash Satyarthi, Premio Nobel de la Paz 2014, inauguró este miércoles 9 el plenario de la Cumbre de la Participación Justa de los Niños, una reunión virtual de dos días de premios Nobel y líderes mundiales, con una estadística aleccionadora.
Actualmente, dijo, solo el 0,013 por ciento de la respuesta global a la covid se había asignado a los más vulnerables. «¿Cómo podemos justificar esto?» se preguntó.
La cumbre, promovida por la organización Laureados y Líderes por los Niños, fundada por Satyarthi en 2017, reúne a premios Nobel, mayormente de la Paz, líderes internacionales que promueven la reducción de las brechas sociales y responsables de agencias de las Naciones Unidas.
El encuentro por teleconferencia busca impulsar la acción global para garantizar que los niños del mundo no se queden atrás y que cualquier respuesta internacional que no ponga el foco en la infancia más vulnerable, se traducirá en un fracaso.
La expresidenta de Irlanda Mary Robinson dijo durante su intervención que los niños más marginados y sus familias deben recibir una parte justa de las respuestas para sacar al mundo de la crisis generada por la pandemia.
Eso se traduciría en un aporte de 20 por ciento para el 20 por ciento más pobre de la humanidad, explicó la también presidenta de la organización de líderes mundiales The Elders (los mayores).
Un antiguo niño trabajador y activista por los derechos de la infancia, el indio Kinsu Kumar, puso sobre la mesa la realidad de los millones de niños explotados o en riesgo de ser explotados mientras la covid causa estragos en las estructuras socioeconómicas de sus sociedades.
Kumar, quien ahora tiene 22 años, trabajó a la edad de seis años en un lavado de autos para mantener a su familia en su ciudad natal de Jaipur.
«Me entristece que en lugar de que los niños sean una prioridad durante esta pandemia, ellos (los niños) hayan sido marginados. Mi moral está destrozada por la lenta respuesta a las necesidades de millones de niños en todo el mundo. ¿Cuántos niños más han de ser abusados, explotados o muertos para que los gobiernos actúen?», inquirió antes de admitir que la situación lo tenía muy enojado.
El premio también premio Nobel, el Dalai Lama, dijo que, lamentablemente, los pobres y los necesitados están tan marginados que han recurrido a buscar la intervención divina como único medio de asistencia.
El exprimer ministro británico Gordon Brown, actual enviado especial de la ONU para la Educación Global, explicó lo importante que es para el mundo unirse para luchar por los niños de todas partes y en especial de los países con mayores niveles de pobreza.
Recordó que los datos surgidos durante la pandemia indican que hasta 30 millones de niños no regresarán a la escuela en la pospandemia de la COVID y enfatizó que la educación sigue siendo la mejor herramienta que puede darse a los niños y niñas contra todas las formas de abuso y explotación.
También subrayó que mientras persista la pandemia y las restricciones en las actividades en muchos países, se deben hacer todos los esfuerzos posibles para garantizar que los niños se mantengan en la escuela y que si es necesario que la educación sea a distancia, todos tengan acceso a las herramientas tecnológicas para no ser excluidos del proceso.
«La esperanza muere cuando los jóvenes no pueden prepararse, planificar o soñar con el futuro porque no pueden obtener una educación», dijo Brown.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), habló de la necesidad de abordar los problemas más urgentes que enfrentan los niños durante la pandemia.
Por ejemplo, indicó que la mortalidad infantil ahora está aumentando debido a que la pandemia ha restringido el acceso a los servicios de salud y agregó que hasta 10 000 niños podrían morir cada mes en el mundo debido al aumento del hambre.
Henrietta Fore, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), advirtió que queda mucho trabajo por delante, ya que «incluso antes de la pandemia, el mundo estaba alejado de alcanzar su cumplimiento de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible)”, que debe completar en 2030.
Para la también subsecretaria general de la ONU, “la pandemia ha puesto al descubierto las líneas de falla de la pandemia en todos los países», sobre sus compromisos a favor de los derechos de los niños y las niñas.
«Pero la pandemia también nos está mostrando soluciones que incluyen proporcionar infraestructura en línea para garantizar que los niños aprendan en línea y trabajar con socios estratégicos, como el sector privado, para desarrollar soluciones innovadoras», explicó Fore.
Los oradores del primer día de la cumbre indicaron además que a medida que se ha ido extendiendo la covid y se han intensificado sus impactos, las disparidades en las respuestas del mundo agravan las numerosas desigualdades preexistentes que enfrentan las poblaciones vulnerables y marginadas del mundo, y especialmente los niños en las comunidades con mayor miseria.
Los premios Nobel han dado la voz de alarma sobre que se anuncian billones de dólares para amortiguar la crisis en las partes más ricas del mundo, mientras que solo una fracción pequeña se ha asignado a aquellos cuyas vidas están más en juego por los impactos multidimensionales de la pandemia.
Un problema más acuciante que surge debido a la crisis actual es la inseguridad alimentaria y abunda el temor de que millones de niños más se vean sumidos en el hambre y la inanición.
Según Unicef, la desnutrición representa casi la mitad de todas las muertes de niños menores de cinco años en el mundo. Este contexto subraya la necesidad de que los gobiernos tomen medidas urgentes para evitar resultados devastadores en la nutrición y la salud de los 370 millones de niños que se han quedado sin las comidas escolares durante el cierre de las escuelas.
En una de las sesiones de la cumbre, denominada «Inseguridad alimentaria durante la covid-19: erradicar el hambre infantil y detener el virus para siempre», más líderes mundiales y premios Nobel, como el bangladesí Muhammad Yunus, conocido como el banquero de los pobres, destacaron cómo los sistemas de salud y protección social no dan abasto para atender las necesidades de la pandemia.
Eso, subrayaron varios participantes, está trayendo una dramática consecuencia en los países y comunidades con mayor pobreza: el incremento del hambre infantil.
Ello, entre otras razones porque a medida que se extiende y alarga la pandemia, el impacto del virus en los mercados agrícolas y alimentarios mundiales es cada vez más evidente.
La moderadora de esa sesión especial, Lorena Castillo García, embajadora especial del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida) y portavoz mundial de Cero Discriminación, enfatizó la necesidad de adaptar las respuestas a la crisis.
Castillo explicó que las nuevas inseguridades alimentarias son provocadas por las interrupciones en la producción, transporte y suministro de alimentos por la pandemia, más que por amenazas preexistentes a la seguridad alimentaria, como patrones climáticos erráticos, conflictos, desastres naturales y la invasión de langostas en África Oriental.
En general, la capacidad de las personas para comprar alimentos también se ha visto afectada por la actual recesión económica, y millones de niños y sus familias podrían verse sumidos en la pobreza y la pobreza extrema.
Es probable que las interrupciones en el suministro de insumos agrícolas como fertilizantes, semillas y la escasez de mano de obra debido a movimientos restringidos como medida de respuesta para frenar la propagación del virus reduzcan aún más la producción en las próximas campañas agrícolas.
Esto, dicen los expertos en derechos del niño, significa la perdición para los niños del mundo y, más aún, para los más vulnerables y marginados.
«Nigeria tiene el segundo número más alto de desnutrición infantil en el mundo. Más de 2,5 millones de niños en Nigeria sufren de desnutrición severa”, dijo el nigeriano Oluwafemi Fadoju.
“La desnutrición prevalece entre los niños de África. Esto es un desastre. Tenemos que hacer todo lo posible para que el hambre no se convierta en más letal que la propia covid”, requirió desanimado
La mozambiqueña Graça Machel, cofundadora en 2007 del grupo de figuras mundiales The Elders con quien fuera su esposo, el expresidente y líder sudafricano ya fallecido Nelson Mandela, concuerda con la alarma.
«Nos enfrentamos al horror del aumento del hambre. A nivel mundial, un niño muere cada tres segundos debido al hambre… Estas estadísticas arrojan luz sobre la magnitud del hambre infantil”, explicó.
“Este es el pecado del colectivo El fracaso de nuestro tiempo. Hoy, unos 67 000 niños corren el riesgo de morir de hambre solo en el África subsahariana antes de que finalice este año «, dijo Machel, antes de demandar una respuesta acorde con la emergencia.
«Traigamos soluciones comprobadas a escala para que ningún niño se quede atrás. Está en nuestro poder asegurar que ningún niño se vaya a la cama con hambre. Ningún niño debe morir de hambre cuando hay suficiente comida para alimentarnos a todos”, pidió la lideresa africana.
A juicio de Machel, “tenemos un oportunidad ahora de arreglar un sistema que ya estaba roto para millones de niños. Esta pandemia es una oportunidad para reevaluar cómo tratamos a nuestros niños».
Durante la primera jornada, los oradores en la cumbre por la infancia coincidieron en enfatizar que la falta de unión, innovación y desarrollo de soluciones nuevas, transformadoras y sostenibles podría conducir a la pérdida de toda una generación de niños y niñas en muchas sociedades más vulnerables del Sur en desarrollo.
T: MF