Más de 500 represas están en construcción o en planificación dentro de las áreas ambientalmente protegidas del mundo, multiplicando riesgos para la biodiversidad y los servicios que prestan los ríos, según un estudio divulgado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en inglés).
Los ríos “son la esencia de los ecosistemas. Cualquier política que tenga como objetivo conservar la naturaleza debe priorizar su libre flujo”, dijo la investigadora del WWF Michele Thieme, autora del informe que publica la revista especializada Conservation Letters.
Ya existen dentro de las áreas protegidas del mundo 1249 grandes represas, de las cuales 907 se construyeron antes de establecerse formalmente esas áreas, y pueden agregarse otras 509 destinadas a alimentar 14 por ciento de las instalaciones hidroeléctricas panificadas, detectó el estudio.
“La gran cantidad de presas que se planifican dentro de las áreas protegidas es alarmante», según Thieme, para quien “las políticas gubernamentales y de la industria deben evitar el desarrollo de represas dentro de estas áreas”.[pullquote]3[/pullquote]
Más aún, “las represas que ya existen dentro de las áreas protegidas deben priorizarse para su posible eliminación, y los sistemas fluviales circundantes deben restaurarse”, agregó la experta en la sede de WWF en esta ciudad suiza.
Ello porque, en primer lugar, “la biodiversidad de agua dulce está disminuyendo dramáticamente. Las poblaciones de vertebrados de agua dulce (mamíferos, aves de humedales, reptiles, anfibios y peces) han experimentado una disminución de 83 por ciento entre 1970 y 2014”, se indicó.
Los ríos, las llanuras aluviales y las áreas ribereñas representan corredores naturales que proporcionan la regulación y el mantenimiento de la biodiversidad en los paisajes, y brindan servicios cruciales para la humanidad, como la pesca y los flujos de nutrientes y sedimentos para sostener la agricultura de la llanura aluvial.
La salud de los ríos resulta afectada por las presiones creadas por los asentamientos humanos y la infraestructura, el uso del agua, la contaminación, la sobreexplotación, las especies invasoras y el cambio climático, y las presas han alterado el estado de los ríos al cambiar su conectividad y régimen de flujo.
El número de grandes represas se ha multiplicado por lo menos por diez entre 1950 y 2017, según el estudio, y hay en todo el mundo más de 58 000 presas de más de 15 metros de altura, o entre 5 y 15 metros con embalses capaces de contener más de tres millones de metros cúbicos de agua.
Además, hay propuestas para construir o ya están en construcción -incluso en medio de la situación de pandemia este año, cuando puede mermar la capacidad de vigilancia ciudadana- otras 3700 hidroeléctricas con capacidad de al menos un megavatio, más otras pequeñas para riego o control de inundaciones.
El estudio reconoce que algunas represas pueden proveer espacios para la recreación, turismo y conservación de especies al alimentar algunos humedales, pero insiste en los daños potenciales a la conservación de la biodiversidad en las áreas protegidas.
Entre las tareas de mitigación de daños, se propone optimizar las operaciones de las represas para garantizar una prestación equilibrada de servicios, establecer regímenes de caudal ambiental y paso de peces, e incluso remoción de presas ya construidas dentro o cerca de las áreas protegidas.
Pero además “con la caída del precio de la energía eólica y solar, los gobiernos deberían explorar otras fuentes alternativas de energía renovable para satisfacer las necesidades energéticas más allá del represamiento de los ríos”.
El mundo, sostiene el informe, puede cumplir con objetivos climáticos y proteger los ríos cambiando una parte de los futuros proyectos de desarrollo hidroeléctrico hacia una mayor inversión en generación eólica y solar.
A-E/HM