Aunque el derecho a solicitar asilo se reconoce casi universalmente, la respuesta “¡Aquí no!” de gobiernos de todo el mundo es cada vez más frecuente. Estos gobiernos ven el gran y creciente número de hombres, mujeres y niños que buscan asilo en sus países como serias amenazas para sus poblaciones, formas de vida y culturas nativas.
También creen que la mayoría de las solicitudes de asilo no son legítimas o son estafas, en gran parte realizadas por migrantes económicos, criminales, terroristas, invasores, infiltrados, violadores, aprovechadores y buscadores de beneficios.
En su opinión, las políticas y leyes de asilo existentes fomentan los cruces fronterizos no autorizados y permiten que los migrantes económicos y muchos otros hagan un mal uso de las protecciones humanitarias para obtener empleo, asistencia y otros beneficios mientras se resuelven sus casos, lo que puede tardar muchos meses.
Después de la Segunda Guerra Mundial, con millones de personas desplazadas, deportadas y/o reasentadas por la fuerza, Naciones Unidas estableció en 1948 el derecho de buscar y recibir asilo en otros países frente a la persecución en el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Hoy prácticamente todos los miembros de la comunidad internacional de naciones han firmado este histórico acuerdo.
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados codificaron el derecho de asilo para cualquier persona que tenga “un temor fundado de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad o pertenencia a un determinado grupo social u opinión política».
La Convención también estipulaba que los solicitantes de asilo no debían ser sancionados por su entrada o permanencia no autorizadas.
Sin embargo, la Convención no requería que los gobiernos concedieran asilo a quienes calificaban. Solo disponía que los países debían aplicar las disposiciones de la Convención sin discriminación por motivos de raza, religión o país de origen.
A fines de 2019, había más de 4 millones de solicitantes de asilo en todo el mundo, un aumento de cuatro veces con respecto al nivel de la década anterior. El aumento del número de solicitantes de asilo ha sido aún mayor en algunos países. Por ejemplo, entre 2008 y 2018, el número de nuevas solicitudes de asilo se multiplicó por seis en Estados Unidos, por siete en Alemania y doce en España.
Durante los últimos años, muchos millones han buscado asilo principalmente en Europa y América del Norte (Imagen 1). Entre los países de la OCDE, el 60 por ciento de las más de 12 millones de nuevas solicitudes de asilo desde el comienzo del siglo XXI ha tenido lugar en seis países, a saber, Alemania (19%), Estados Unidos (15%), Francia (9%), Reino Unido (6%), Suecia (6%) e Italia (5%).
A nivel mundial, los gobiernos de países ricos y pobres por igual están cerrando sus fronteras a quienes huyen de la pobreza, el abuso de los derechos humanos, la violencia, los estados fallidos y, más recientemente, el cambio climático.
A pesar del derecho internacionalmente reconocido de las personas a cruzar fronteras para buscar asilo, en realidad los gobiernos de prácticamente todas las regiones del mundo están impidiendo, desalentando y complicando cada vez más los intentos de hombres, mujeres y niños de cruzar a sus territorios y solicitar asilo.
En Estados Unidos, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia dictaminó en 2019 que el gobierno puede denegar asilo a cualquier persona que haya cruzado un tercer país en ruta hacia la frontera estadounidense sin buscar protección allí.
En una decisión más reciente, esa Corte dijo que las solicitudes de asilo amenazaban con abrumar al sistema de inmigración y dictaminó que los solicitantes de asilo no tienen derecho a apelar ante los tribunales estadounidenses si sus solicitudes fueron rechazadas en la frontera.
Otra política del gobierno de Donald Trump para disuadir a los solicitantes de asilo fue la separación familiar, es decir, separar a los niños de sus padres solicitantes de asilo indocumentados que eran encarcelados.
El gobierno también ha estado utilizando los problemas de salud de la pandemia de coronavirus como una amenaza a la seguridad nacional para rechazar a quienes buscan asilo sin acceso al debido proceso, a menudo sin explicación.
La proporción de decisiones de tribunales denegatorias de asilo en Estados Unidos ha aumentado notablemente durante los últimos años (Imagen 2). Después de alcanzar un mínimo del 42 por ciento en 2012, la proporción de decisiones de asilo de los tribunales de inmigración denegatorias en Estados Unidos aumentó al 69 por ciento en 2019, un récord para el siglo XXI.
Varios países europeos, incluidos Austria, Croacia, Grecia, Hungría, Italia, Malta, Polonia, Serbia y España, también están endureciendo las fronteras y aplicando obstáculos a quienes buscan asilo y enviándolos de regreso a Libia, Marruecos, Turquía, Túnez o países vecinos.
El Reino Unido también ha pedido a su Marina y Fuerza Aérea Real que ayuden a la policía y vigilen los crecientes cruces de migrantes en el Canal de la Mancha y pongan fin a la demanda devolviendo los barcos a Francia.[pullquote]3[/pullquote]
De manera similar, muchos países asiáticos, incluidos Indonesia, Malasia y Tailandia, han negado puerto, o han rechazado, a barcos llenos de solicitantes de asilo y migrantes. Esos gobiernos sostienen que sus políticas de rechazo están destinadas a combatir el tráfico de personas.
También Australia ha interceptado por la fuerza los barcos de los solicitantes de asilo y los ha empujado de regreso al lugar de donde habían venido. Otros países, como Corea del Sur, Japón y China, optan por brindar dinero y asistencia humanitaria para abordar la crisis de asilo y refugiados, pero normalmente dicen «¡Aquí no!» al momento de aceptar solicitantes de asilo.
En muchos países africanos, como Camerún, Mozambique, Níger y Sudáfrica, quienes buscan asilo han encontrado resistencia, restricciones onerosas y abusos, y muchos han deseado trasladarse a otros países. La pandemia de coronavirus ha dificultado aún más las cosas para los solicitantes de asilo, ya que con frecuencia se los considera portadores del virus.
Los solicitantes de asilo latinoamericanos también tienen dificultades para encontrar refugios seguros y acogedores. Muchos, especialmente los de América Central, son reacios a buscar asilo en países que pueden ser tan peligrosos con violencia, robo, extorsión y abuso sexual como los lugares de los que huyen.
La situación en la región se ha vuelto más desafiante ya que 4,5 millones de venezolanos habían abandonado el país a fines de 2019, y la gran mayoría no eran reconocidos como solicitantes de asilo o refugiados.
El mundo de los solicitantes de asilo ha cambiado mucho desde la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos hace ya bastante tiempo.
El desplazamiento masivo está mucho más extendido que en el pasado. Tampoco es ya un fenómeno temporal y a corto plazo, con un número creciente de hombres, mujeres y niños que se ven obligados a abandonar sus hogares durante largos períodos de tiempo.[related_articles]
A fines de 2019, un récord de 80 millones de personas en todo el mundo, el doble que hace una década, fueron desplazadas a la fuerza de sus hogares debido a persecución, conflicto, violencia, violaciones de derechos humanos o sucesos que perturbaron gravemente el orden público. No menos de un tercio de ellos eran refugiados y más de cuatro millones eran solicitantes de asilo.
Además, el mundo está experimentando un gran enfrentamiento migratorio entre los muchos millones que quieren salir de sus países pobres y asolados por la violencia y los muchos millones que quieren que otros se mantengan fuera de sus países ricos y estables.
Al carecer de autorización legal para emigrar, hombres y mujeres, e incluso cada vez más niños, están dispuestos a arriesgar su seguridad y sus vidas para llegar a los destinos deseados, y muchos dependen de traficantes de personas.
En respuesta a los crecientes flujos migratorios no autorizados, los países de destino de los migrantes se resisten a la entrada de migrantes irregulares, luchan contra el tráfico ilícito de migrantes, repatrían a quienes residen ilegalmente, se oponen a aceptar refugiados y niegan cada vez más las solicitudes de asilo.
En 2019, la gran mayoría de las decisiones de primera instancia sobre solicitudes de asilo fueron rechazadas (Imagen 3). Los países donde la proporción de solicitudes de asilo en primera instancia rechazadas superaron el 70% fueron Hungría (92%), República Checa (90%), Polonia (89%), Italia (80%), Francia (75%) y Suecia (71%).
Además, la población mundial se acerca a los 8 mil millones, aproximadamente cuatro veces su tamaño al final de la Segunda Guerra Mundial. Durante los próximos 30 años, se espera que el planeta tenga 2 mil millones de personas más.
La mayor parte de ese crecimiento demográfico proyectado tendrá lugar en estados pobres y en crisis, lugares donde incluso ahora millones de personas enfrentan hambre, pobreza, corrupción, violencia y abusos contra los derechos humanos.
Asimismo, un fallo histórico del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas determinó que es ilegal que los gobiernos devuelvan a las personas a países donde sus vidas podrían verse amenazadas por una crisis climática. Bajo tal juicio, decenas de millones de personas podrían ser desplazadas y buscar asilo debido a cambios climáticos y ambientales que amenazan sus vidas.
Así que prepárense; ya no debería ser una sorpresa.
Es probable que el número futuro de hombres, mujeres e hijos que buscan asilo desesperadamente sea sustancialmente mayor que los niveles récord de hoy. Y la simple respuesta “¡Aquí no!” de los líderes de gobierno ciertamente no va a ser la solución a uno de los problemas definitorios del siglo XXI.
T: MLM