Energía solar sigue en expansión en Brasil, pese a la pandemia

Generación distribuida en Brasil. Paneles fotovoltaicos en las afueras de Juazeiro, en el estado de Bahía.
Conjunto para mil familias pobres, cuyos techos se aprovecharon para colocar 9144 paneles fotovoltaicos, en las afueras de Juazeiro, en el estado de Bahía, en el Nordeste de Brasil. El sistema tenía una generación distribuida de hasta 2,1 megavatios que dejaba un excedente cuyas ganancias se usaban para la comunidad y sus miembros, pero quedó sin uso en 2016, tres años después de instalarse, por decisión de la autoridad reguladora. Foto: Mario Osava/IPS

La expansión de la energía solar fotovoltaica se mantiene en Brasil durante la pandemia de covid-19 y deberá contribuir a la recuperación económica tras la crisis sanitaria.

Esa es la evaluación de Bárbara Rubim, vicepresidente de la Asociación Brasileña de Energía Solar Fotovoltaica (Absolar), a cargo de la generación distribuida.

“El ritmo del crecimiento bajó un poco, pero sigue exponencial, el efecto de la pandemia fue menor de lo esperado y la potencia instalada aumentó 30 por ciento en el primer semestre de 2020”, precisó.

La potencial total era de 5918 megavatios (MW) el 2 de julio, contra 4533 MW al final de 2019, según los datos oficiales de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel), ente regulador del sector en este país de 211 millones de personas.

Es poco en un país que tiene capacidad total de generar 172 709 MW, al sumar 60,4 por ciento de fuente hídrica, 8,7 por ciento de eólica, 8,4 por ciento de biomasa, 8,3 por ciento de gas natural, 5,1 por ciento de derivados de petróleo y 2,0 por ciento de carbón. Pero la energía solar es la que más crece, siguiendo la tendencia mundial.

Brasil empezó tarde a aprovechar su gran potencial solar, favorecido por la intensa radiación en su extenso territorio. El empuje inicial ocurrió en 2012, cuando el país adoptó reglas que estimulan la generación distribuida de electricidad, también conocida como generación descentralizada por basarse en muchas pequeñas fuentes.

Coincidió con la fuerte caída del costo de instalación de los paneles fotovoltaicos que fue decisivo para el boom de los últimos años.

Pero esta nación sudamericana está lejos de los países líderes en el desarrollo de esa fuente energética, encabezados por China que añadió 30 000 MW a su sector de energía solar para terminar 2019 con 205 700 MW, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, en inglés).

Esa institución intergubernamental estima que cada MW instalado genera 25 a 30 nuevos empleos.

En Brasil la expansión permitió crear 37000 empleos en el último semestre, período en que el desempleo aumento de forma generalizada debido a la llegada del coronavirus SARS-CoV-2 a fines de febrero.

La previsión inicial de generar 120 000 empleos en este año quedó más difícil, pero no está descartada, según Absolar.

Paneles solares generan electricidad para el bombeo de agua a una cisterna en el cerro vecino y el suministro por gravedad a 120 familias de un barrio en Aparecida, ciudad del semiárido del estado de Paraíba, en el noreste de Brasil. Foto: Mario Osava/IPS
Paneles solares generan electricidad para el bombeo de agua a una cisterna en el cerro vecino y el suministro por gravedad a 120 familias de un barrio en Aparecida, ciudad del semiárido del estado de Paraíba, en el noreste de Brasil. Foto: Mario Osava/IPS

El sector ya comprobó su carácter anticíclico al crecer durante la recesión económica que sufrió Brasil en 2015 y 2016.

“En la crisis la gente elige productos que permiten ahorrar plata”, explicó Frank Araújo, empresario del sector en Sousa, ciudad de 70 000 habitantes del estado de Paraíba, en el noreste del país.

Generar su propia electricidad es un buen negocio, el ahorro en “la cuenta de luz” cubre en pocos años la inversión inicial, aseguró el propietario de Ative Energy, que instala plantas solares en decenas de ciudades en la región del Nordeste de Brasil.

Su facturación cayó “un 25 por ciento” en el inicio de la pandemia, abril y mayo, pero ya se recuperó en junio.

“Algunas empresas aplazaron sus inversiones, por cautela hasta que se aclare la situación económica. Eso pasó principalmente con las industrias, pero las no sucedió con farmacias y los supermercados, que lograron mantener o ampliar sus ventas”, informó a IPS por teléfono desde Sousa.

Con una mirada nacional, Rubim identifica la mayor expansión de la energía solar en el sector comercial, interesado en reducir sus costos energéticos, así como los consumidores residenciales.

También los pobladores y negocios rurales se volcaron con fuerza en esa fuente, con lo que aumentaron en 120 por ciento su capacidad generadora en el primer semestre de 2020, en comparación con igual periodo de 2019, destacó la también directora de Bright Strategies, una empresa consultora en energías renovables.

Eso se explica porque la energía rural se ha hace más costosa por la reducción gradual de un descuento de que disfrutaban en la tarifa eléctrica. Además los productores rurales suelen buscar una “sinergia” para aprovechar de forma más eficiente la tierra, observó Rubim, en entrevista telefónica desde São Paulo

Según su análisis, la pandemia favorecerá las fuentes renovables, especialmente la solar, al reducir costos, incluso de mantenimiento, y porque subirá el precio de la electricidad suministrada por las compañías distribuidoras.

A los consumidores les tocará pagar por lo menos parte de la llamada “factura covid”, un préstamo bancario, concertado por el gobierno, para ayudar al sector eléctrico a superar las pérdidas sufridas ante la caída de la demanda energética debido a la pandemia.

El préstamo se destina a diluir en cinco años el alza de tarifas energéticas que, de otra manera, afectaría los consumidores de un solo golpe. De todas formas provocará un costo adicional que hará más atractiva la energía solar, espera Rubim.

Techo de edificio de la católica Arquidiócesis de la ciudad de Sousa, que acoge oficinas administrativas, un auditorio y una cancha deportiva, con paneles fotovoltaicos. La electricidad generada permite a la ahora llamada "arquidiócesis solar" ahorrar casi todos los gastos energéticos y ampliar así sus labores sociales en el municipio de 70000 habitantes, en la región del Nordeste brasileño. Foto: Mario Osava/IPS
Techo de edificio de la católica Arquidiócesis de la ciudad de Sousa, que acoge oficinas administrativas, un auditorio y una cancha deportiva, con paneles fotovoltaicos. La electricidad generada permite a la ahora llamada «arquidiócesis solar» ahorrar casi todos los gastos energéticos y ampliar así sus labores sociales en el municipio de 70000 habitantes, en la región del Nordeste brasileño. Foto: Mario Osava/IPS

Además cayeron las tasas de interés durante la crisis, lo que abarata el crédito necesario a las inversiones a las plantas fotovoltaicas, que además se ven favorecidas por la mayor sensibilidad a los problemas ambientales y climáticos.

La generación distribuida (GD), instalada por sus propios consumidores, les la que más crece en Brasil en los últimos años. Al final de junio su potencia nacional alcanzó 2987 MW, el triple de un año antes, y superó en 0,02 por ciento la de las centrales, las plantas mayores hechas con fines comerciales.

En 2017 correspondía a apenas 17 por ciento de la generación centralizada.

Pero la expansión de la GD es muy desigual a lo largo del país.

El estado de Minas Gerais, en el sureste del país, es el que encabeza el segmento, con 594 MW de potencia instalada, 19,9 por ciento del total nacional.

Ese liderazgo realza la importancia de políticas públicas, destacó Rubim. Minas Gerais adoptó desde 2013 los incentivos tributarios permitidos, dos años antes de los otros 26 estados brasileños.

También fue pionero en autorizar unidades de hasta cinco MW para la generación compartida por varios consumidores, una fórmula permitida por Aneel desde 2015.

Las placas fotovoltaicas también se diseminan por el país por objetivos sociales y ambientales.

Sonnenhauss, una empresa ubicada en João Pessoa, capital del estado de Paraíba, ofrece capacitación y consultoría, además de instalar sistemas fotovoltaicos e impulsar proyectos.

Actualmente trata de viabilizar 13 unidades en el interior del estado para atender comunidades rurales. Se trata de bombear agua, en un caso para suministrar el recurso a 200 familias y en otros para implantar sistemas de irrigación para la producción agrícola e impulsar una fábrica de pulpa de frutas.

“Además de la instalación, ofrecemos capacitación del personal local para la mantención de los equipos y apoyo en todo”, informó a IPS desde esa ciudad Manoel Alves, uno de los ingenieros eléctricos de la empresa y profesor del Instituto Federal de Paraíba.

En el mismo estado, con sede en Sousa, el Comité de Energía Renovable del Semiárido (Cersa),  integrado por un grupo de activistas, ya promovió la instalación de sistemas solares en varias diócesis católicas, escuelas y comunidades rurales.

El programa “Más Luz para la Amazonia”, creado por el gobierno brasileño en febrero, pretende llevar energía renovable y limpia a cerca de 300 000 personas que viven en comunidades aisladas aún sin electricidad.

“La fuente será básicamente la solar, por la facilitad de implantación, el bajo costo y la mantención factible, incluso por los mismos pobladores locales entrenados”, sostuvo Joilson Costa, coordinador del Frente por una Nueva Política Energética para Brasil, que aglutina a 31 organizaciones sociales, ambientales y académicas.

En el sureño estado de Paraná, el gobierno regional decidió implantar la energía solar fotovoltaica en las 5500 escuelas municipales de ese estado del sur de Brasil, empezando este año con 224 escuelas de siete municipios.

Ed: EG

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