La región América Latina y el Caribe necesitará una recuperación “verde” después de la pandemia covid-19, basada en la equidad social y la sostenibilidad económica y ambiental, expuso como tesis de la Cepal su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena.
La actual crisis “desafía al modelo ortodoxo y necesitamos uno nuevo, centrado en la igualdad y la sostenibilidad, con un nuevo pacto social para avanzar hacia un mundo más democrático y participativo”, dijo la titular de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en varios foros académicos virtuales que examinan la coyuntura.
Advirtió Bárcena que la región vive “una tormenta perfecta”, porque encara la covid-19 y sus efectos bajo el peso de una combinación de condiciones internas adversas con limitaciones externas que aumentan su vulnerabilidad.
Se trata de la mayor recesión en un siglo, que hará retroceder la economía de la región, -5,3 por ciento este año, con aumento del desempleo, pues puede haber 11,6 millones de nuevos desempleados, e incremento de la pobreza, casi 30 millones de nuevos pobres hasta sumar 214 millones en toda la región.
Del exterior hay mayor restricción, por ejemplo para las exportaciones regionales, y menor liquidez disponible, no solo para la región, sino en general para todas las economías emergentes.
Sin embargo, observó Bárcena que “la historia de América Latina y el Caribe previa a la actual pandemia tampoco fue de crecimiento exitoso, y estuvo marcada por altos niveles de desigualdad y ausencia de cambio estructural progresivo”.
“Debemos centrarnos en la desigualdad porque queremos evitar la cultura de los privilegios. La desigualdad conspira contra la resiliencia y la forma en que estamos enfrentando la pandemia. Deberíamos tratar sus causas estructurales”, aseveró en Santiago de Chile, sede de la agencia regional de las Naciones Unidas.
Sobre ese tema, defendió la tesis de la Cepal en el sentido de que debe implantarse durante seis meses un ingreso básico de emergencia, equivalente a la línea de pobreza, unos 140 dólares al mes por habitante, para auxiliar al tercio más pobre de la población latinoamericana y caribeña.
Para los Estados de la región representaría gastar en promedio 3,4 por ciento del producto interno bruto. Como ya erogan en programas de emergencia 1,3 puntos del PIB, requerirían un esfuerzo para agregar otro 2,1 por ciento, que puede obtenerse combatiendo la evasión fiscal, entre otras medidas.
En cuanto a la economía después de la pandemia, Bárcena dijo que la Cepal trabaja en una propuesta basada en movilizar inversiones sostenibles, que impulsen el crecimiento, generen empleos y reduzcan las desigualdades, a la vez que mantengan y además regeneren los recursos naturales de los que depende el desarrollo.
“Muchos hablan de la nueva normalidad, pero nosotros no queremos volver a donde estábamos antes, queremos un futuro mejor. Creemos que el gran impulso para la sostenibilidad puede ser ese eje guía para una estrategia de salida sostenible de la crisis actual”, expuso Bárcena.
Se requieren nuevos pactos en sectores estratégicos, “para avanzar hacia la transición agroecológica, energética, cultural, ciudadana y de gobernanza”, agregó.
Esos pactos pueden producir “un ambiente de negocios favorable a las inversiones sostenibles, generando un círculo virtuoso de crecimiento económico, ampliación de los empleos y transición hacia una matriz productiva de bajo carbono”.
En cambio, “si la recuperación económica post-covid-19 presenta los mismos efectos ambientales que teníamos antes de la pandemia, evidenciaremos una profundización de las crisis climática e hídrica. Eso significaría salir de una crisis para entrar en otra de carácter aún más global, de impactos mucho más duraderos y perjudiciales”.
“El futuro que queremos no es una nueva normalidad. La normalidad pasó, ese mundo se acabó, necesitamos uno mejor”, sentenció la máxima responsable de la Cepal.
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