“Es el doblete ideal”, porque la combinación entre la fuente solar y la del biogás permite proveer electricidad todo el tiempo, una de día y otra en la noche, celebra Anelio Thomazzoni, un porcicultor convertido en productor de energía limpia en el suroeste de Brasil.
Dueño de una granja en Vargeão, pequeño municipio de 3 500 habitantes en el oeste del estado de Santa Catarina, donde cría y engorda 38 000 cerdos, aprovecha sus excrementos para extraer el biogás con que genera 280 000 kilovatios/hora al mes.
Esa generación aumentará 46 por ciento cuando entre en operación los paneles fotovoltaicos que el porcicultor está instalando en 6 000 metros cuadrados de su finca de 100 hectáreas. Más aún al concluir su mayor biodigestor también en construcción, que proveerá más biogás para sus tres motores de generación eléctrica.
Luego se les sumará una nueva granja de 30 000 puercos, que representarán más carne y más biogás que podrá convertirse en electricidad o biometano, el gas purificado que sirve de combustible para camiones, tractores y vehículos de pasajeros.
El entusiasmo de Thomazzoni, de 60 años, se alimenta del nuevo y prometedor negocio que desarrolla hace cuatro años y que ya le genera buenos ingresos adicionales.
Además ahorra costos de energía, al consumir una pequeña parte de la electricidad generada, mientras los excrementos, sin el gas extraído, se convierten en fertilizantes para el cultivo de heno y de un bosque de eucalipto para leña. “Mi producción es integrada”, se enorgullece al hablar con IPS en su finca.
Con la energía solar, cree que alcanzará una combinación perfecta, con el biogás generando electricidad cuando no hay sol.
Las centrales termoeléctricas a biogás, que recién empiezan a ganar importancia en la matriz energética brasileña, ayudan a estabilizar el sistema eléctrico afectado por la expansión de las fuentes solar y eólica, cuya intermitencia tiene que ser compensada por alguna fuente “almacenable” para asegurar la distribución sin caídas y apagones.
El biogás contribuye, además, a mitigar el recalentamiento del planeta, al evitar la emisión de gases del efecto invernadero, y ayuda al saneamiento ambiental, al aprovechar la basura y el agua servida urbana, los residuos agrícolas y los excrementos ganaderos que contaminarían aguas y suelo.
Por todo eso Thomazzoni se convirtió en un activista de esa alternativa. Lidera la organización de una asociación de productores de biogás a nivel nacional, para su propagación y concertaciones de beneficios mutuos, como ampliación del mercado y el intercambio de tecnologías que son incipientes y exigen adaptación a las condiciones locales.
Edición: Estrella Gutiérrez