Eritrea tiene los niveles de censura más altos del mundo y el gobierno más propenso a encarcelar a periodistas y suprimir medios de comunicación independientes, según un nuevo informe del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
El gobierno autoritario del Cuerno de África, que cerró todos los medios independientes en 2001 y actualmente tiene unos 16 periodistas tras las rejas, es seguida por Corea del Norte y Turkmenistán como los peores lugares del mundo para trabajar como periodista, dice el estudio del CPJ, divulgado este martes 10.
«Se suponía que Internet convertiría en obsoleta la censura, pero eso no ha sucedido», dijo el director ejecutivo del grupo, Joel Simon, en un comunicado al publicar el informe anual.
«Muchos de los países con mayor censura del mundo están altamente conectados, con comunidades en línea activas. Estos gobiernos combinan la brutalidad a la antigua usanza con la nueva tecnología, a menudo comprada a compañías occidentales, para sofocar la disidencia y controlar los medios», añade el responsable del CPJ.
La lista de los 10 principales países que «ignoran las normas y garantías internacionales de libertad de expresión» también incluye a Arabia Saudita, China, Vietnam, Irán, Guinea Ecuatorial, Bielorrusia y Cuba, por ese orden.
El CPJ basa su protección a los periodistas en el Artículo 19 de la Declaración Universal sobre los Derechos Humanos, que defiende que toda persona tiene el derecho de buscar y recibir noticias y expresar opiniones.
La organización asegura que los 10 países de su lista violan ese artículo “al prohibir o restringir drásticamente los medios independientes y al intimidar a los periodistas a silenciarse por medio de amenazas de prisión, vigilancia física y digital y otras formas de acoso”. “La autocensura es generalizada en estos países”, añade.
En Eritrea, muchos de los periodistas que fueron encarcelados a durante la ola represiva de 2001 permanecen tras las rejas, dice el CPJ. El gobierno mantiene el monopolio de los medios audiovisuales y controla la mayoría de los canales de transmisión, mientras las conexiones a Internet son difíciles y las señales de radio extranjeras están bloqueadas.
La ley de Prensa de 1996 de Eritrea obliga a los periodistas a promover «objetivos nacionales». Los periodistas de los medios de comunicación estatales del país «siguen la línea editorial del gobierno por temor a represalias», dijo el CPJ en su informe anual de nueve páginas sobre la conducta del gobierno de Isaías Afewerki, en el poder desde 1993.
La misión de Eritrea en las Naciones Unidas en Nueva York no respondió a una solicitud de comentarios al informe realizada por IPS.
En Corea del Norte, la gubernamental Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA, en inglés) controla prácticamente todos los medios impresos del país asiático y las emisoras de radio y televisión. Centra sus informaciones y comentarios en seguir las actividades de su presidente, Kim Jong Un.
La KCNA «limita en alto grado la cobertura de las noticias internacionales”, pero hizo un alto en esa conducta para informar ampliamente de la breve visita al país del presidente estadounidense Donald Trump, en junio, y su entrevista con Kim, con el programa nuclear de Pyongyang de telón de fondo.
Los medios libres también permanecen en gran parte ausentes en Turkmenistán, donde el presidente Gurbanguly Berdymukhamedov «ejerce un control absoluto» sobre el país, y en particular los medios de comunicación, a los que obliga a participar en “su culto a la personalidad», dice el CPJ.
Todos los medios están controlados por el gobierno, los periodistas que osan informar en forma independiente son encarcelados y “un puñado de medios independientes dedicados a Turkmenistán, como Khronika Turkmenistana (Crónicas de Turkmenistán), funcionan en el exilio” y las personas que intentan visitar su sitio dentro del país “pueden ser interrogada por las autoridades”.
De hecho, según el CPJ, los tres países cuyos gobiernos encabezan la lista de censores del mundo este año, tienen en común que los medios de comunicación permitidos actúan como “megáfonos del Estado y todo ejercicio independiente del periodismo se realiza desde el exilio”.
En cuarto en la lista de grandes censores de la libertad de expresión y de prensa en el mundo, según la CPJ, es Arabia Saudita. Allí, según el informe, el ejercicio del periodismo, que ya era represivo antes, “sufrió un brusco deterioro” desde que en 2017 fue nombrado príncipe heredero y hombre fuerte del reino Mohammed bin Salman.
El más conocido caso de crueldad y represión contra los periodistas ocurrió en octubre de 2018, cuando “agentes sauditas –entre ellos algunos vinculados con bin Salman– asesinaron brutalmente a Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post y crítico del gobierno, dentro del consulado saudita en Estambul”, indica el CPJ.
La potencia petrolera del Golfo ha sumado desde que Bin Salman es el gobernante de facto saudí nuevas leyes antiterroristas y de ciberdelitos que ayudan a silenciar a los periodistas, dice el CPJ.
Según el informe, en diciembre de 2018 había 16 periodistas encarcelados, a los que sumaron otros nueve, al menos, en el primer semestre de 2019.Parte de ellos han sido torturados.
El informe del CPJ se publicó solo días después de que el grupo radical islamista Talibán secuestró a seis periodistas locales en Afganistán, cuando viajaban a un taller para profesionales de la comunicación en la provincia de Paktika.
Los investigadores del CPJ señalaron que los periodistas han enfrentado muchas limitaciones para informar en medio de la guerra y la inestabilidad en países como Afganistán, Siria y Somalia, pero subrayaron que estos problemas «no son necesariamente atribuibles únicamente a la censura del gobierno».
La clasificación de los líderes mundiales de la censura del CPJ se complementa con otra lista compilada por Reporteros Sin Fronteras, otra organización que defiende la libertad de expresión en el mundo y que también avergüenza a Eritrea, Corea del Norte y Turkmenistán como los peores tres países del mundo para un periodismo independiente.
T: MF