El guatemalteco Fernando Hernández fue a entregarse a la Estación Migratoria Siglo XXI, en el estado mexicano de Chiapas para que lo devolvieran a su país, pero las autoridades mexicanas no quisieron detenerlo. Así que el muchacho tuvo que ir al río Suchiate para deportarse solo.
Se embarcó en una balsa para cruzar la afluente que divide a México de Guatemala y desde allí el inmigrante gritó con coraje: “hijos de su pinche madre los de migración”.
El día en que Hernández se autodeportó el gobierno mexicano debía reforzar la seguridad en la frontera con Guatemala con 6.000 efectivos de la Guardia Nacional.
En teoría los integrantes de la nueva policía militar se integrarían a personal de la Policía Federal y el Instituto Nacional de Migración para ayudar a contener la migración que llega por la frontera sur de México con Guatemala, dentro del acuerdo con la administración de Estados Unidos.
Pero en Chiapas, en el suroeste de México, poco detuvo al vibrante paso de personas.
El río Suchiate, la frontera natural, amaneció cargado de lancheros que navegan por debajo del puente que une oficialmente a Guatemala con México.
Por el pase legal algunos se forman, pero en el agua cientos de personas cruzan ilegalmente de un país a otro. Comerciantes que traen al lado mexicano principalmente verduras frescas, mientras que a Guatemala llevan atículos comestibles y de uso doméstico.
Familias enteras, televisores, bicicletas, detergentes, perros, cerveza mexicana, ventiladores, colchones, todo cabe en las balsas. El Suchiate no divide nada, es más fácil ir por el río que por el pase legal, a los lancheros les importa un comino cómo se llamen o si portan papeles. Por 25 pesos (1,3 dólares) cualquiera llega a México.
El balsero Cristian Alvarado trabaja en el Paso del Coyote, en Ciudad Hidalgo, cruza gente y mercancías de forma ilegal por el río.
Se le pregunta si le preocupa que desde este lunes 10 se empiece a desplegar la Guardia Nacional en la frontera, pero el muchacho está más preocupado de que las lluvias torrenciales hayan crecido el río. Se queja porque tiene que remar más por la misma paga.
Sonia Eloina Hernández, la presidenta municipal del municipio de Suchiate, dice en entrevista sobre el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur, que “estamos esperando a la Guardia Nacional posiblemente hoy, mañana o pasado mañana”.
“No sabemos cómo va a estar, no sabemos a ciencia cierta sobre el despliegue. Lo único que reconozco al cien por ciento es la decisión del mi presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, un hombre de corazón bueno, nosotros aquí en Suchiate lo amamos”, añade.
Las preocupaciones de la presidenta municipal, perteneciente a Morena, el partido del presidente, giran en torno a un asunto: que la política del gobierno federal en la frontera no afecte a los almacenes de comestibles y productos domésticos que venden al mayoreo.
La funcionaria explica que el municipio de Suchiate vive esencialmente de vender productos a Guatemala, aunque algunos pasen de forma ilegal. Por eso, dice, la “Guardia Nacional debería enfocarse a tratar el tema de la migración, porque si no, se puede afectar a los comerciantes”.
Además de ser presidenta municipal, Hernández tiene una tienda de comestibles. Así que ella recomendará en reuniones que la Guardia Nacional se despliegue en las carreteras para detener migrantes y no en la orilla del Suchiate porque “seríamos afectados los comerciantes”.
El teniente de caballería del Ejército, Rogelio Bustos, encargado de la base de operaciones del municipio fronterizo Ciudad Hidalgo, rechaza ser entrevistado pero confía a los reporteros que “nosotros no sabemos nada de la Guardia Nacional”. Luego cuenta que hoy esta base opera de forma normal.
Uno de los militares encargados del apoyo a la Estación Migratoria Siglo XXI explica que no están seguros de cuándo les llegarán los brazaletes de la Guardia Nacional. Y a la pregunta de si recibirán capacitaciones, el militar responde: “nosotros ya estamos capacitados, en derechos humanos y en el uso de la fuerza”.
El lunes 10 se pudo constatar un retén donde elementos del Instituto Nacional de Migración, la Policía Federal y el Ejército detuvieron migrantes que viajaban en transporte público en las carreteras cercanas a Tapachula. Pero estas tareas no son excepcionales y no atienden al despliegue anunciado.
El gobierno mexicano contempla que operen 23 coordinaciones de la Guardia Nacional en la frontera sur del país.
El ministro de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aseguró en días pasados que el lunes 10 se desplegarían 6.000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera de México para contener la migración que llega del sur.
El anuncio se hizo mientras el gobierno mexicano terminaba de negociar el acuerdo con la administración de Donald Trump, que al menos por ahora evitó que Estados Unidos aplique su amenaza de establecer aranceles a productos mexicanos.
Pero esas negociaciones quedan muy lejos de las ocupaciones cotidianas de la gente que vive en esta frontera. Aquí, en el Suchiate, nadie parece entender de qué tratará la nueva política migratoria que se acordó allá en el norte. Y a nadie, tampoco, parece importarle.
Este articulo fue originalmente publicado por En el Camino, un proyecto de Periodistas de a Pie . IPS-Inter Press Service tiene un acuerdo especial con Periodistas de a Pie para la difusión de sus materiales.
RV: EG