El agua contaminada plantea riesgos significativos de diarrea, infecciones y malnutrición, que ocasionan 1,7 millones de muertes al año a nivel mundial, la mitad de ellas en niños.
Un 90 por ciento de estos fallecimientos ocurre en países en desarrollo y principalmente a causa de la ingestión de patógenos fecales de humanos o animales.
A nivel global, el volumen de aguas residuales aumentará con el crecimiento de la población. Y a medida que se expanda la economía y los ingresos globales, el contenido de sustancias químicas peligrosas, tóxicos y desechos asociados al estilo de vida moderno también será mayor.
El problema es particularmente grave en áreas densamente pobladas que carecen de instalaciones de tratamiento.
Un ejemplo es el río Ganges, en India. Este cuerpo de agua abastece a alrededor de 500 millones de personas, lo que aproximadamente equivale a la población de Canadá, Estados Unidos y Rusia juntos.
El Ganges, además de proporcionar agua para cocinar, bañarse, irrigar cultivos y mantener los medios de subsistencia, tiene para muchas personas gran valor espiritual y cultural.
Un estudio de enero de 2018 publicado en Water Research encontró que la concentración de coliformes fecales en el agua está fuertemente relacionada con la densidad de población aguas arriba, y que el río recibe aproximadamente 100 veces más aguas residuales por habitante en las poblaciones urbanas que en las rurales.
Según la organización Ganga Action Parivar, las plantas de tratamiento de aguas residuales en el Ganges son costosas y se pueden desbordar fácilmente durante los monzones; 30 por ciento no estaba operativa en 2013, y otras utilizaban menos de 60 por ciento de la capacidad instalada.
Además, no pueden tratar los desechos tóxicos de metales pesados, sustancias farmacéuticas o productos de cuidado personal; suelen desactivarse por cortes de energía y, con frecuencia, están inactivos debido a los altos costos operativos y de mantenimiento.
El caso del Ganges retrata los desafíos que enfrentan la mayoría de los países en desarrollo. El proceso de tratamiento de aguas residuales necesita un suministro de electricidad constante y confiable, un servicio que muchos países en desarrollo no tienen.
Además, se requiere invertir en la infraestructura para llevar a las plantas de tratamiento las aguas que deberán ser tratadas. Ambas etapas son cruciales para garantizar que los residuos contaminantes no lleguen al medio ambiente.
“La urgencia de invertir, no solo en alcantarillas, sino en el tratamiento de las aguas residuales nunca ha sido mayor. Construir más alcantarillas sin el respectivo tratamiento de aguas, empeorará la contaminación de los ríos”, advierte Birguy Lamizana, especialista en aguas residuales de la ONU Medio Ambiente.
Sin dejar a nadie atrás
El tratamiento eficaz de las aguas residuales es esencial para la buena salud pública.
En 2010, las Naciones Unidas reconocieron «el derecho al agua potable limpia y segura y al saneamiento como un derecho humano que es esencial para el pleno disfrute de la vida y todos los derechos humanos.
Más de 80 por ciento de las aguas residuales del mundo se vierten en el medio ambiente sin tratamiento, una cifra que alcanza 95 por ciento en algunos países menos desarrollados.
Hoy día, solo 26 por ciento de los servicios urbanos y 34 por ciento de los servicios rurales de saneamiento y aguas residuales previenen efectivamente el contacto humano con las excretas en toda la cadena de saneamiento y, por tanto, pueden considerarse seguros.
La buena salud y el bienestar están contempladas en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3, que incluye estas metas:
- Para 2030, poner fin a las epidemias del SIDA, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles.
- Para 2030, reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades producidas por productos químicos peligrosos y la contaminación del aire, el agua y el suelo
ONU Medio Ambiente está colaborando con aliados para prevenir la degradación y la contaminación causada por las aguas residuales, a través del Programa de acción mundial para la protección del medio marino frente a las actividades realizadas en tierra.
La Iniciativa Global de Aguas Residuales, apoyada por ONU Medio Ambiente, también trabaja para que las personas transiten de un enfoque de eliminación de residuos y hacia un enfoque de recuperación de recursos.
Otra rama de la labor de ONU Medio Ambiente en este sector se centra en África, donde tiene lugar el Proyecto de Gestión de Aguas Residuales y Saneamiento, con el apoyo del Banco Africano de Desarrollo.
Este artículo fue originalmente publicado por ONU Medio Ambiente América Latina y el Caribe, con quien IPS-Inter Press Service tiene un acuerdo especial para la difusión de sus materiales.
RV:EG