María del Carmen Curbelo no quiere “ni pensar” en que un huracán pase este año por Cuba, ni menos por La Habana. Tampoco las familias vecinas, todas damnificadas del desastre causado en enero por el tornado que atravesó cinco municipios de la capital.
“Yo no sé si aguante otra cosa como esa… Pero pienso que no va a pasar más”, dice la mujer, de 57 años, ante el comienzo de la temporada ciclónica, que va del 1 de junio al 30 de noviembre, en la que se prevén este año en la cuenca atlántica 11 tormentas tropicales, de las cuales seis pudieran convertirse en huracanes.
Existe una probabilidad moderada de que se forme un huracán en el mar Caribe (46 por ciento) y el peligro de que Cuba sea afectada por al menos uno de estos fenómenos atmosféricos. “El pronóstico es un basamento estadístico, nadie sabe dónde va a surgir un ciclón“, alertó, sin embargo, la meteoróloga Miriam Teresita Llanes.
Jefa del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, Llanes explicó en el programa televisivo diario Mesa Redonda, dedicado al tema el 21 de este mes, que el periodo con mayor actividad ciclónica, en este país insular caribeño de 11,2 millones de personas, transcurre desde finales de agosto hasta octubre.
“Los elementos peligrosos en los huracanes son las lluvias intensas, los vientos, la surgencia o marea de tormenta, las fuertes marejadas y los eventos que se producen en la pared del ojo del huracán, que pueden incluir tornados”, añadió durante el programa, que incluyó a varios especialistas.
Los panelistas evaluaron la preparación del país para prevenir riesgos y mitigar daños en caso de desastres y el desarrollo de Meteoro 2019, un ejercicio que se realiza en semanas previas al inicio de cada temporada ciclónica a fin de comprobar el plan de medidas ante huracanes, sequías, sismos o incendios, entre otros eventos.
“Ningún territorio de nuestro país está exento de cualquier evento ciclónico, ello está demostrado desde el 2001 hasta el huracán Irma en el 2017”, dijo Luis Ángel Macareño, segundo jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, sistema que se activa en esas situaciones excepcionales para proteger a la población y a la economía.
El modelo incluye la prevención y fase de alerta temprana, que según Macareño está integrada por la vigilancia, la alerta y pronóstico de peligro, la evaluación de sus variables y riesgos, así como el aviso y orientación a la población, lo cual permite tomar oportunamente medidas pertinentes.
Este sistema nacional, “que cada año se perfecciona y ha mostrado su efectividad en términos de la salvaguarda de la vida humana, parte desde la educación, la preparación, estudios de peligro vulnerabilidad y riesgos”, comentó a IPS el meteorólogo cubano José Rubiera.
El experto mencionó además “los efectivos pronósticos meteorológicos, su difusión por los medios en una manera comprensiva a todos, y planes concretos y bien ensayados en los ejercicios anuales Meteoro, por parte de la Defensa Civil, con la participación de todos los organismos del estado y el pueblo”.
Del 8 al 10 de septiembre de 2017, el huracán Irma impactó, en mayor o menor medida, a 12 provincias de las 15 provincias de Cuba, con fuertes vientos, lluvias intensas y severas inundaciones costeras, que ocasionaron 10 personas fallecidas y daños materiales estimados oficialmente en 13.000 millones de dólares.
La Habana, que no sufre el azote directo de un huracán desde 1948, fue tomada por sorpresa este año la noche del 27 de enero por un devastador tornado que cruzó por cinco de sus 15 municipios, con un saldo de siete fallecidos, casi 200 heridos y cuantiosos daños materiales especialmente en edificaciones y bienes personales.
“Aquí vivimos 15 familias y quedó todo destruido. Lo perdimos todo, pero recibimos mucha ayuda y muy rápido vino una brigada de construcción y con materiales que les dio el estado levantaron siete casas, mejores que las que teníamos”, contó Curbelo, vecina del barrio La Ciruela, en el municipio de Regla.
El tornado cruzó también los municipios de Diez de Octubre, Guanabacoa, San Miguel del Padrón y Habana del Este. Los últimos informes oficiales dados a conocer este mes por la prensa cubana indican que más de 7.800 inmuebles sufrieron daños de distinta magnitud, de los cuales 730 resultaron destruidos totalmente.
La vivienda figura entre los sectores más vulnerables del país y de su capital de 2,2 millones de habitantes, donde en algunos sectores densamente poblados se aprecia a simple vista el envejecimiento y deterioro de su fondo habitacional, con déficit estimado en algo más de 200.000 unidades.
De ahí que la principal preocupación de las familias es cómo proteger sus hogares y enseres cada comienzo de la temporada ciclónica. Ante la pregunta de IPS sobre qué hacer en lo personal para ello, varias personas contaron sus experiencias personales al respecto.[related_articles]
“Estoy preparada sicológicamente. Pero no para para contrarrestar la visita del fenómeno en mi hogar, con sus viejas ventanas acribilladas por los comejenes”, dijo Ilse Bulit, antigua periodista de la revista cubana Bohemia, quien tenía siete años cuando pudo observar desde una ventana los primeros vientos del huracán de 1948 en La Habana.
La socióloga y profesora universitaria Reina Fleitas considera que prepararse para esa eventualidad no es tarea de varios días antes, sino permanente. “Muchas cosas que hemos hecho en la casa lo hicimos pensando en mejorar el bienestar y también en los ciclones”, comentó.
“El paso de un huracán siempre sobrecoge y cualquier preparación es poca por su alcance e impacto en la casa, en el barrio, en la ciudad o en el país según sea el caso. Tengo mi casa bien cuidada y en lo esencial es resistente”, pero igual hay que ocuparse de los “flancos débiles” dijo una mujer que se identificó como Teresa.
Las complicaciones financieras del país, obligado este año a reducir sus importaciones, podrían agravarse si un huracán de gran intensidad pasa por Cuba, cuando aún no logra recuperarse de los estragos causados por Irma.
“Yo siempre guardo algunos alimentos no perecederos para esa eventualidad, pero hasta ahora solo pude comprar unas latas de atún”, comentó una mujer de mediana edad que esperaba su turno para comprar pollo troceado y embutidos en una tienda en divisas, donde las ofertas comenzaron a menguar desde fines de 2018.
Edición: Estrella Gutiérrez