Mujeres y niñas de Myanmar (Birmania), víctimas de trata y tráfico, terminan en China como “novias”, denunció una organización de derechos humanos.
El nuevo informe de Human Rights Watch (HRW) documentó numerosos casos de mujeres y niñas de los estados birmanos de Kachin y Shan, en el norte de ese país asiático, llevadas a China como esclavas sexuales, así como la alarmante falta de cumplimiento de las leyes vigentes.
“Las autoridades de Myanmar y chinas miran para otro lado mientras traficantes sin escrúpulos venden mujeres y niñas de Kachin, quienes quedan cautivas y sufren abusos indecibles”, dijo Heather Barr, una de las directoras de Acting Women’s Rights, y una de las autoras del informe de HRW.
“La escasez de fuentes de ingresos y la protección de los derechos básicos hizo que las mujeres se convirtieran en presas fáciles de los traficantes, los que no temen a las fuerzas de seguridad de ningún lado de la frontera”, añadió.
En los últimos 40 años, el conflicto en Kachin y Shan dejó a muchas personas desplazadas y luchando por sobrevivir.
Como el gobierno bloquea gran parte de la ayuda humanitaria, las personas desplazadas que viven en campamentos precarios no reciben alimentos suficientes, y la reanudación de los enfrentamientos dejó a las familias al borde de la desesperación.
Como muchos hombres están involucrados en el conflicto, las mujeres suelen ser el sostén del hogar y no tienen más opción que buscar trabajo al otro lado de la frontera. Y a menudo las atraen con falsas promesas y caen en la trampa de los traficantes.
Las personas “que viven en los campamentos no tienen dinero ni nada. Al no poder cubrir sus necesidades, son las mujeres y las niñas las que pagan el precio”, comentó una empleada de la Asociación de Mujeres de Kachin (KWA), que asiste a las víctimas de trata.
“Normalmente, el objetivo es una familia que atraviesa una crisis económica, pero ahora (los traficantes) apuntan a los campamentos de desplazados”, coincidió otra activista de Kachin.
“Están en el mismo espacio. La mayoría de los intermediarios son familiares o conocidos”, añadió.
De las 37 sobrevivientes entrevistadas por HRW, 15 fueron reclutadas por amigos y 12, por conocidos. Otras seis fueron vendidas por personas de su propia familia, concluyó HRW.
A muchas de las víctimas entrevistadas las vendieron por entre 3.000 y 13.000 dólares. Una vez entregadas a los “compradores”, quedaban encerradas en una habitación, violadas reiteradas veces para que quedaran embarazadas.
“Novias” sobrevivientes
Después de huir del conflicto en Kachin y de vivir en un campamento para personas desplazadas, Seng Moon, de 16 años, se enteró por la cuñada de un trabajo de cocinera en la provincia china de Yunnan.
La muchacha le dio algo para tomar que, según le dijo, era para evitar el mareo en el automóvil, pero la durmió de inmediato. Al despertarse estaba de manos atadas y en la casa de una familia china, según relató a HRW.
“Mi cuñada me dejó en esa casa, la familia me llevó a una habitación, donde me volvieron a atar y me cerraron la puerta con llave, durante uno o dos meses. Cada vez que el chino entraba a darme comida, me violaba”, añadió.
Después de unos meses, le dijeron que estaba casada con él, y los abusos continuaron.
Cuando quedó embarazada, el hombre le dijo: “Nadie te va a detener. Si quieres regresar a tu casa, puedes hacerlo. Pero no puedes llevarte a mi bebé”, prosiguió Moon.
Dos años después, logró escapar con su hijo.
Pero otras sobrevivientes se vieron obligadas a abandonar a sus hijos. Ocho de las entrevistadas estaban en esa situación.
Algunas víctimas tuvieron que hacer de “novias” y trabajadoras rurales.
Ja Seng Nu permaneció casi un año cautiva en una producción de sandía, encerrada en una habitación, sufriendo abusos y violada todas las noches por el hijo de la familia, dueño de la hacienda, “porque quería un hijo lo antes posible”.
Además, tenía que levantarse temprano, preparar el desayuno para los trabajadores de la hacienda y luego trabajar en el campo todo el día.
Cuando las atrapan tratando de escapar, las suelen someter a abusos peores.
Mai Mai Tsawm, víctima de trata y tráfico a los 21 años, dijo a HRW que conoció a una mujer que trató de huir, pero el “esposo” la atrapó, le ató del cuello y las manos a una motocicleta y la arrastró por la calle; no sabe si sobrevivió.
Y si logran escapar del martirio, muchas tienen dificultades para superar los traumas y el estigma que sufren en sus comunidades.
“La mayoría de las víctimas sufren situaciones terribles. Regresan, y son totalmente diferentes a nosotros. Se quedan con la mirada fija, perdida, tampoco se anima a salir ni mostrar el rostro. Se sienten culpables”, comentó una trabajadora de KWA.[related_articles]
Justicia de difícil acceso y recuperación
Entre las razones del aumento de la trata y el tráfico de mujeres se destaca la baja proporción de mujeres en China.
De acuerdo al censo de 2000, nacieron 120 hombres por cada 100 niñas entre 1996 y 2000. La Organización Mundial de la Salud fijó un estándar saludable de 105 cada 100, respectivamente.
La razón de que “falten” entre 30 y 40 millones de mujeres en el gigante asiático obedece, en parte, a la política de “hijo único”, que exacerba la preferencia por el varón.
El desequilibrio de género deja a muchos hombres chinos sin esposas. De hecho, las proyecciones para 2030 muestran que 25 por ciento de los chinos con casi 40 años nunca podrán casarse.
A pesar de la evidencia de trata y tráfico, HRW se mostró preocupada por el no cumplimiento de las leyes y la falta de servicios para evitarlos y para ayudar a las víctimas.
La organización concluyó que los policías de China y Birmania no se esforzaron mucho por asistir a las mujeres y a las niñas en su recuperación, y las personas que buscaron ayuda para encontrar a sus familiares desaparecidas no recibieron ayuda y les dijeron que tendrían que pagar si querían la colaboración de la policía.
HRW también denunció que a veces, cuando las sobrevivientes que habían escapado, recurrieron a la policía china, las encarcelaron por infringir leyes migratorias en vez de atenderlas como víctimas.
“Los gobiernos de Birmania y China, así como la Organización para la Independencia de Kachin, deberían estar haciendo mucho más para evitar la trata y el tráfico, así como ayudar y asistir a las víctimas en su recuperación y procesar a los culpables”, señaló Barr.
“Los donantes y las organizaciones internacionales deberían apoyar a los grupos locales que hacen el trabajo duro que los gobiernos no hacen por rescatar a las víctimas de trata y tráfico y ayudarlas en su recuperación”, añadió.
HRW también urgió a China y a Birmania a desarrollar un camino formal para la contratación de ciudadanos birmanos en China y establecer una forma segura para que viajen y consigan un empleo legal en China, además de establecer medidas para denunciar a los traficantes.
La organización también subrayó la necesidad de suministrar servicios integrales a las sobrevivientes para luchar contra el estigma, y apoyo económico para educación y capacitación. Y, por último, terminar con la práctica de encarcelar a las víctimas de trata y tráfico.
Traducción: Verónica Firme