Frente al malestar internacional por la muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi, organizaciones de derechos humanos reclaman a la ONU que investigue el hecho.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW) y Reporteros Sin Fronteras (RSF) se unieron para reclamar a la ONU (Organización de las Naciones) una investigación sobre la tortura y la muerte de Khashoggi para evitar su “encubrimiento”.
“Eso da una señal enormemente escalofriante a los periodistas del mundo sobre que sus vidas no importan y que los estados pueden asesinar con impunidad”, subrayó Robert Mahoney, subdirector ejecutivo del CPJ, en conferencia de prensa.
“Creemos que la única forma de garantizar que no se encubra la desaparición de Jamal Khashoggi es que la ONU lance una investigación internacional, independiente y transparente”, añadió.
Por su parte, Louis Charbonneau, de HRW, coincidió: “Necesitamos que se hagan responsables y para ello, necesitamos una información creíble y una investigación”.
Originario de Arabia Saudita, Khashoggi residía de forma permanente en Estados Unidos, donde trabajaba como columnista de The Washington Post.
La última vez que lo vieron fue cuando visitó el consulado de Arabia Saudita en Turquía, y fuentes turcas filtraron una fotografía espantosa del incidente, incluso con un cuerpo desmembrado, indicó.
Grabaciones en audio y video también sugieren que funcionarios saudíes cercanos al príncipe heredero Mohammad bin Salman son responsables del hecho.
Lamentablemente, no es un incidente aislado pues los periodistas siguen siendo asesinados por su trabajo.
Según el CPJ, 44 profesionales de la prensa murieron en lo que va de 2018, 27 de los cuales víctimas de homicidio.
“Ese incidente no ocurrió de la nada. Jamal Khashoggi no es un caso anómalo”, puntualizó Sherine Tadros, directora de la oficina de Nueva York de Amnistía, refiriéndose a los antecedentes en materia de derechos humanos de Arabia Saudita.
“Ocurrió en un contexto de creciente persecución contra la disidencia desde junio de 2017, cuando asumió el príncipe heredero Mohammad bin Salman”, precisó.
Desde su asunción, aumentó la detención de disidentes, incluso de defensores de derechos humanos como Samar Badawi, conocida activista en defensa de los derechos de las mujeres.
Ese país de Medio Oriente figura en la lista de Países con Mayor Censura, elaborada por el CPJ, después de Corea del Norte y Eritrea.
La última columna de Khashoggi para The Washington Post trató sobre la necesidad de lograr la libertad de expresión en el mundo árabe.
“El mundo árabe necesita una versión moderna de los viejos medios trasnacionales para que los ciudadanos se informen sobre cuestiones globales”, escribió.
“A través de la creación de un foro internacional independiente, separado de la influencia de gobiernos nacionalistas que propagan el odio a través de la propaganda, la gente de a pie del mundo árabe podrá hacer frente a los problemas estructurales a los que deben afrontar sus sociedades”, añadió Khashoggi.
Mahoney subrayó la necesidad de actuar contra las amenazas que sufren los profesionales de la prensa.
“Tenemos que defender esto porque si no lo hacemos, ese espacio seguirá reduciéndose. Países como Arabia Saudita, que tienen riqueza e influencia, seguirán reprimiendo el periodismo”, remarcó.
Las cuatro organizaciones de derechos humanos instaron a Turquía a pedir al secretario general de la ONU, António Guterres, que lanzara una investigación sobre el caso.
Turquía y Arabia Saudita lanzaron sus propias investigaciones sobre lo ocurrido, pero muchos analistas opinan que las conclusiones no serán creíbles.
“Para eso se creó la ONU, por eso la necesitamos. Necesitamos credibilidad”, abogó Charbonneau.
“Si es cierto que los más altos funcionarios del gobierno saudí están detrás de la ejecución y el desmembramiento de Khashoggi, no queremos que los culpables se investiguen a sí mismos. Así hacemos ahora las investigaciones criminales”, añadió.
A pesar de los antecedentes similares de Turquía en lo que respecta a la protección de los periodistas, las organizaciones de derechos humanos dijeron que es hora de que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan tome cartas en el asunto.
“Queremos que el gobierno turco dé un paso al frente, que aproveche para avanzar hacia el futuro y dejar atrás el pasado; que mande un mensaje al mundo de que queremos a la prensa, que queremos información creíble y que protegeremos a los periodistas”, observó Charbonneau.
No será la primera vez que se pide a la ONU que lleve adelante una investigación de esas características.
En 2009, Pakistán le pidió al entonces secretario general Ban Ki-moon que indagara en el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto.
La investigación concluyó que las autoridades pakistaníes encubrieron el hecho.[related_articles]
Funcionarios de la ONU, como la alta comisionada para los derechos humanos, Michelle Bachelet, también reclamaron una investigación imparcial y transparente sobre la desaparición y la muerte de Khashoggi.
“Su familia y el mundo merecen conocer la verdad”, apuntó.
Las organizaciones de la sociedad civil reclamaron medidas rápidas, y la presión de otros gobiernos sobre Turquía y Arabia Saudita.
El llamado “cobra impulso y esperamos que sea tal que Turquía no pueda decir que no y tenga que actuar, y que los saudíes sientan tanta presión que tengan que cooperar”, señaló Charboneau.
El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Mike Pompeo, visitó ambos países y se reunió con sus jefes de Estado por este tema, y pide más tiempo para que Arabia Saudita culmine la investigación antes de actuar.
Antes de ese viaje, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió contra la prensa por tratar a Arabia Saudita de culpable antes de probarlo.
“Si buscamos probar la inocencia de Arabia Saudita, creemos que no hay otra forma: nuestra mejor opción de investigación creíble, de investigación transparente, y que no se politice, es que la haga la ONU, y le corresponde a Turquía solicitarla”, observó Tadros.
También pidió al secretario general que actuara con contundencia.
“No podemos vivir en un mundo donde los gobiernos puedan usar armas químicas contra sus propios ciudadanos y no pasa nada”, sentenció Tadros.
Y agregó: “Donde un ejército puede realizar una limpieza étnica, torturar y violar a una comunidad entera y nadie se hace responsable; donde un periodista en una gran ciudad entra en un consulado, es torturado y asesinado y no pasa nada”, protestó.
“Cada vez que el sistema de la ONU, y en particular el secretario general, no hablan, permiten otra tragedia; otra persona es asesinada, otra población sufre limpieza étnica”, añadió.
Traducción: Verónica Firme