Emiratos busca concienciar sobre el impacto del cambio climático

Para producir un kilogramo de carne se necesitan cerca de 14.000 litros de agua y entre siete y 10 kilogramos de forraje. En cambio, para producir un kilogramo de pollo, se necesitan solo 1.000 litros de agua y dos kilogramos de forraje, según Daniel F. Kenneth, profesor de salud pública y nutrición, en Abu Dhabi. Crédito: Sociedad Vegana de Emiratos Árabes Unidos.
Para producir un kilogramo de carne se necesitan cerca de 14.000 litros de agua y entre siete y 10 kilogramos de forraje. En cambio, para producir un kilogramo de pollo, se necesitan solo 1.000 litros de agua y dos kilogramos de forraje, según Daniel F. Kenneth, profesor de salud pública y nutrición, en Abu Dhabi. Crédito: Sociedad Vegana de Emiratos Árabes Unidos.

Por su particular ubicación geográfica, Medio Oriente es muy propenso a sufrir las devastadoras consecuencias del cambio climático, y Emiratos Árabes Unidos, si bien hace años que toma medidas paliativas, no escapa a los riesgos que supone el recalentamiento global.

Las estimaciones indican que las sequías serán más prolongadas, que habrá olas de calor más intensas y que las temperaturas altas se volverán cada vez más comunes en la región, de Saná a Yeda y de Dubai a Teherán.

Sin embargo, la falta de conciencia de la población sobre los riesgos es preocupante.

Emiratos Árabes Unidos trabaja para incorporar a su agenda nacional medidas de mitigación y adaptación, y también forma parte de la visión del país generar una mayor conciencia ambiental entre la población.

En 2016, este país le cambió el nombre al Ministerio de Ambiente y Agua por Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, lo que implicó, además, “campañas de concienciación para promover un comportamiento ambiental de las personas” en relación con la agenda de desarrollo sostenible.

Un estudio realizado por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos en 2017, reveló que más de 40 por ciento de la población no maneja información sobre el cambio climático, el recalentamiento global y sobre cómo el comportamiento humano contribuye a dañar el ambiente”.

La activista Fátima al Ghami creó una organización que busca promover en Medio Oriente una dieta basada en verduras mediante un trabajo comunitario.

En 2017, Al Ghami lanzó una campaña para promover comidas con más verduras en Emiratos, y tiene previsto ampliar la red al resto de la región el año próximo.

“Se habla poco acá de cómo hacer frente al consumo de carne y de lácteos, a pesar de que es extremadamente importante para frenar el cambio climático”, explicó.

“Se está haciendo mucho sobre concienciación y decisiones políticas, sobre deforestación y transporte, pero falta mucho en materia de ganadería, no solo en Emiratos y en Medio Oriente, sino en todo el mundo”,observó.

Su campaña se concentra en crear conciencia en escuelas y universidades sobre los beneficios de reducir la importancia de la carne en la dieta, sobre el impacto de la industria cárnica en el clima y sobre qué pueden hacer las personas para alimentarse de forma más sostenible.

“Creo que hay cierta renuencia de las autoridades y de los activistas a meterse en la vida de la gente al punto de decirles qué y cuánto  comer”, observó.

“Pero pueden haber políticas inclusivas y enfoques empresariales que posibiliten los cambios de dieta para que contengan más verduras y sean más atractivas para más personas, lo que esencial si queremos realmente reducir las emisiones contaminantes”, añadió.

Es fundamental reducir el enorme y creciente consumo de carne para evitar los devastadores efectos del cambio climático, según uno de los estudios más amplios publicado este mes de octubre en la revista Nature.

Además, la industria ganadera es responsable de una quinta parte de las emisiones de carbono, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), más que la suma de las emisiones de los automóviles, los aviones, los trenes y los barcos.

“Si las 20 mayores compañías de carne y lácteos fueran un país, estaría en séptimo lugar por la gran cantidad de emisiones de gases invernadero”, ejemplificó Daniel F. Kenneth, profesor de salud pública y nutrición, quien residente en Abu Dhabi.

La industria cárnica y ganadera es la que tiene mayor impacto en el ambiente, pues más de una tercera parte del metano liberado a la atmósfera, considerado 20 veces más nocivo que el dióxido de carbono para el recalentamiento global, procede de las vacas, incluidas las lecheras, añadió.

Muchos ambientalistas consideran a la industria agroganadera como una triple amenaza para la atmósfera porque los animales producen grandes cantidades de metano, a lo que se suma la pérdida de bosques capaces de absorber carbono, con el fin de extender las pasturas, y los inmensos volúmenes de agua necesarios para mantener al ganado.

“La ganadería y la producción de soja para alimentar al ganado suelen realizarse en tierras deforestadas, y esa deforestación es considerada una de las formas más significativas en que la producción de carne contribuye al recalentamiento global”, explicó Kenneth.[related_articles]

“Y la enorme cantidad de forraje y de soja está lejos de ser una forma sostenible de utilizar los escasos granos de cereales”, añadió.

Según Kenneth, para producir un kilogramo de carne se necesitan cerca de 14.000 litros de agua, y entre siete y 10 kilogramos de forraje. En cambio, se necesitan solo 1.000 litros de agua y solo dos kilogramos de forraje para producir un kilogramo de pollo.

Emiratos, considerado un país con seguridad alimentaria, depende, sin embargo, principalmente de la importación de alimentos, hasta 80 por ciento de los que consumen proceden de otros países.

“No tenemos nuestra propia industria ganadera, pero eso no nos evita un problema”, observó Al Ghamdi.

“Y grandes cantidades de dióxido de carbono se generan a partir del transporte asociado a la producción de carne; tiene más sentido económico y ambiental cambiar a una cultura en la que dependamos más de alimentos de más fácil acceso”, apuntó.

El informe publicado por la revista Nature reclama un “cambio global” hacia dietas más basadas en plantas, reduciendo el desperdicio de alimentos, mejorando las prácticas agrícolas con la ayuda de la tecnología, mejorando la educación, además de una reforma industrial y de mejorar la eficiencia, como medidas para hacer frente al problema.

“En Medio Oriente, solíamos tener dietas basadas en arroz, lentejas y garbanzos. De esa forma nos alimentamos durante años, comíamos poca carne”, apuntó Al Ghamdi.

“Esta tendencia a tener comidas basadas en la carne es nuevo y es un concepto occidental, pero no hay nada en la carne que la haga fundamental; hay otros alimentos, como las legumbres y los granos, que ofrecen las mismas proteínas y hierro”, precisó.

El artículo de Nature subraya que con el gran aumento de población y de  ingresos globales previsto (que permitirán a la gente consumir más carne), para mediados de siglo, el impacto de la industria cárnica, que ya es significativo, podría aumentar 90 por ciento, si no se hacen esfuerzos para reducirla.

Traducción: Verónica Firme

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