En los 50 años de conflictos que han asolado a Sudán del Sur, las diferentes iglesias son de las pocas instituciones en permanecer estables y, en sus esfuerzos a favor de la paz, generaron una cooperación interreligiosa única en el mundo.
Sacerdotes y pastores de numerosas denominaciones movilizaron asistencia humanitaria para la población civil durante las extensas guerras de independencia, a menudo consideradas luchas por la libertad religiosa de la mayoría cristiana del sur, contra el gobierno islamista de línea dura de Jartum, al norte.
Entre la destrucción y los fracasos políticos, los líderes religiosos emergieron como los únicos actores que quedaron con algo de credibilidad y reconocimiento nacional, lo que les permitió pedir ayuda a la comunidad internacional para apoyar la causa del sur, a la vez que actuar como intermediarios entre las comunidades enfrentadas por la guerra y los conflictos étnicos.
Pero no han podido incidir de la misma manera en los dirigentes y generales involucrados en la última guerra civil que agobia a Sudán del Sur desde 2013, apenas dos años después de independizarse de Sudán.
El presidente sursudanés Salva Kiir y los rebeldes, encabezados por el ex vicepresidente Riek Machar, suscribieron en la última semana de junio un acuerdo de paz para concretar un cese del fuego. Pero la agencia de noticias Reuters informó de la reanudación de combates el domingo 1 de este mes, cuando murieron 18 civiles.
No hay coincidencias acerca de las afiliaciones religiosas en Sudán del Sur, aunque está claro que el cristianismo es la religión principal.
Un estudio del Centro de Investigación Pew concluyó que alrededor de 60 por ciento de la población es cristiana, 33 por ciento profesa religiones tradicionales africanas, seis por ciento son musulmanes y el resto sin definir.
Frente a la adversidad, las iglesias cristianas adoptaron un enfoque ecuménico y crearon el Consejo de Iglesias de Sudán del Sur (SSCC, en inglés), que promovió un esfuerzo conjunto que tuvo una gran incidencia en el acuerdo de paz de 2005, que puso fin a guerra civil más prolongada de África.
El SSCC continuó su participación en el proceso que llevó al referendo por la independencia, en enero de 2011, mediante el cual la mayoría votó por la secesión, convirtiéndose en el país más nuevo, luego de que Eritrea se separara de Etiopía, en 1993.
Sudán del Sur concretó su independencia de Sudán el 9 de julio de 2011.
Pero todos los avances empezaron a perderse en 2013, cuando efectivos de las fuerzas regulares comenzaron a masacrar a la comunidad nuer en Yuba.
Tras lo cual, el ejército nacional, llamado Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS), se fracturó por disputas étnicas, lo que terminó en un levantamiento violento entre dinkas, leales a Kiir, y nuers, encabezados por Macher.
Ambas partes cometieron atrocidades, aunque decían luchar por la libertad religiosa con el fin de conseguir réditos políticos.
Integrantes del ELPS se definen como liberadores cristianos, a pesar de las atrocidades cometidas, y se refieren a Kiir como el Josué que llevó a Sudán del Sur a la tierra prometida de la independencia.
“La sangre de la tribu se volvió más espesa que la sangre de Cristo”, arengó el obispo episcopal Enock Tombe, en 2014.
Pero la iglesia también quedó presa de las divisiones.
“The current war has divided people along ethnic lines — the church is not immune to these divisions,” says
“Esta guerra dividió a la gente según su pertenencia étnica, y la iglesia no es inmune”, explicó la antropóloga Carol Berger, especializada en Sudán del Sur.
El vicepresidente sursudanés James Wani Igga acusó en abril a los sacerdotes de promover la violencia.
“Algunos clérigos podrán tener sus propias simpatías políticas, y si bien los pastores siguen empatizando con sus feligreses, las iglesias, como instituciones, siguen unidas y abogando por el fin de las masacres, por una resolución pacífica a través del diálogo, por la paz y la reconciliación, y en algunos casos hasta corriendo un gran riesgo personal”, explicó Ashworth.
Tras el acuerdo de paz de 2005, el SSCC “se tomó un descanso para tratar de reconstruir y reparar”, y el estallido de 2013 lo agarró mal preparado y con menos capacidad de reacción, por lo que les llevó más tiempo rearmarse. Pero ahora toma medidas para compensar el tiempo perdido.
El SSCC empezó por elegir a un nuevo secretario general, explicó Philip Winter, especialista sursudanés en procesos de paz.
Incluso lo participaron de las negociaciones en Adís Abeba para ayudar a las partes enfrentadas a superar sus diferencias, lo que no pudo hacer la mediadora Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, observó.
Tras las conversaciones en la capital de Etiopía en junio, los bandos enfrentados suscribieron un acuerdo de paz en Jartum, una semana después.
“El SSCC reconoció que quizá no fue tan efectivo como lo requería el último conflicto”, apuntó Winter.
Las acciones del SSCC incluyen implementar un Plan de Acción Nacional para la Paz, que reconoce la necesidad de un proceso de largo plazo para resolver no solo el conflicto actual, sino también las consecuencias no resueltas de los anteriores. La iniciativa podrá durar entre 10 y 20 años.
En esta etapa, el SSCC espera que el papa Francisco pueda visitar el país. A principios de este año, una delegación de líderes cristianos de Sudán del Sur se reunió con el líder de la Iglesia Católica para pedirle que visitara el país.[related_articles]
“El Papa nos alentó a no temer. No estamos solos, él está con nosotros y vendrá”, indicó el obispo emérito de Tori e integrante de la delegación, Paride Taban, en declaraciones a la prensa tras la reunión con el pontífice.
El obispo habló en la sede romana de Sant’Egidio, una organización humanitaria que colabora con los esfuerzos de paz en Sudán del Sur.
La organización desempeñó un papel fundamental en la visita de papa en 2015 a la República Centroafricana, otro país africano agobiado por la guerra, y fue decisivo para la firma de los acuerdos de paz de Mozambique, en 1992.
Antes, el Papa había pospuesto una vista prevista en 2017 a Sudán del Sur con Justin Welby, el jefe de la Iglesia Anglicana. La mayoría de los medios asumieron que la decisión tuvo que ver con que el país era demasiado peligroso.
Pero Welby explicó que se pospuso para asegurar el máximo impacto.
“Va a jugar una carta fuerte y es necesario hacerlo en el momento oportuno”, señaló. “No se desperdicia una carta como esa en algo que no va a funcionar”, añadió.
Con el actual intento de cese del fuego, el Papa podría hacer efectiva su visita para consolidar el acuerdo, aunque muchos analistas son escépticos al respecto.
“No veo cómo el Papa podría visitar a Sudán de Sur”, indicó Berger.
“Yuba es un lugar triste y problemático. La gente se fue a sus pueblos o a países vecinos. Los comercios y los hoteles cerraron. La ciudad está muy militarizada y hay hambre en todas partes”, añadió.
Habrá que ver qué impacto realmente tiene el Papa en caso de que visite el país. Pero los últimos acontecimientos muestran por qué el SSCC piensa que vale la pena intentarlo en un momento en que el país más joven del mundo está agobiado por la guerra y el hambre y envuelto en una casi constante crisis humanitaria.
“Más exhortaciones a los adversarios para que dejen de pelear parece una pérdida de energía”, observó Winter.
Traducciones: Verónica Firme