El presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, reelegido en marzo, continúa reprimiendo a la oposición, lo que para muchos analistas es peligroso porque “ya no hay lógica”, comentó la abogada Azza Solimon.
“La injusticia aumenta; el régimen se vuelve más violento. Voy a tomar una necesaria licencia de la política. No hay nada más que decir”, tuiteó Abdelaziz el 18 de mayo, tras la detención de varios conocidos activistas en un lapso de pocos días.
Poco menos de una semana después de ese tuit, allanaron la casa de Abdelalziz y lo detuvieron por “propagar noticias falsas” y “unirse a una organización proscrita”.
Blogger, actor y abogado
En 2014, Abdelaziz todavía trabajaba para la campaña de Al Sisi, que luego consideraría su “mayor error” tras lo cual se volvió un crítico del régimen, en particular por la limitación de las libertades y la represión de organizaciones de oposición.
Él fue el sexto activista detenido en mayo, luego del actor cómico Shady Abu Zeid, del líder opositor Shady Al-Ghazaly Harb, del abogado de izquierda Haitham Mohamedeen, de la defensora de los derechos de las mujeres Amal Fathy y del bloguero Wael Abbas. Todos detenidos por propagar noticias falsas y unirse a organizaciones proscritas o terroristas, como suele denominarse a la Hermandad Musulmana.
El doctorando Walid al-Shobaky, estudiante de la Universidad de Washington, corrió la misma suerte. El joven, quien investigaba el sistema judicial de Egipto, desapareció el 23 de mayo y reapareció cuatro días después en una cárcel de El Cairo, detenido por los mismos cargos que los activistas.
Sin lógica
La detención de activistas, opositores y críticos, en general, no es nuevo en Egipto, pero tanta cantidad de figuras públicas en un breve lapso es excepcional y preocupante.
“La situación se vuelve más difícil, más peligrosa”, coincidió Azza Solimon, defensora de los derechos de las mujeres y abogada del actor Shady Abu Zeid. “Ya no hay ninguna lógica”, acotó.
Abu Zeid se hizo conocido a raíz de una broma que le hizo a la policía en 2016. En el quinto aniversario de la Revolución del 25 de enero, el levantamiento popular que forzó la renuncia del presidente Hosni Mubarak, distribuyó condones inflados entre agentes de policía, lo filmó y lo compartió en Internet.
Desde entonces, recibe amenazas de la policía y lo obligaron a renunciar al programa de televisión en el que estaba y empezó a trabajar de forma independiente, cargando vídeos de humor en su canal de YouTube.
Disciplinar a los críticos
Abu Zeid quedó “impactado” por su arresto, contó Solimon, quien trata de visitarlo con frecuencia en la prisión. “No entendía por qué lo habían detenido ahora. No habla de política en sus videos y las acusaciones son vagas”, apuntó.
Ya lleva un mes de detención preventiva, y no se sabe bien cuándo comenzará el juicio. “Lo único que podemos hacer ahora es apoyarlo”, se lamentó Solimon. “Trato de ayudarlo a superar esta situación, como abogada y como figura materna. Puede llegar a estar mucho tiempo en prisión”, añadió.
Solimon, quien a su vez tiene prohibición de viajar y a quien le congelaron las cuentas bancarias por su activismo, cree que las últimas detenciones son una forma de “disciplinar” a la gente. “Quieren disciplinar a todas las personas que participaron en la revolución”, opinó.
Fanáticos de fútbol
En otros ámbitos, el régimen no deja espacio al disenso. Los ultras (como se conoce a los fanáticos dispuestas a recurrir a la violencia) Ahlawy, del club de fútbol Al-Ahly, se disolvieron a mediados de mayo esgrimiendo la seguridad de sus miembros.
Dos semanas después, hicieron lo mismo los Caballeros Blancos, del club Zamalek, el segundo más grande de Egipto. La hinchada desempeñó un papel importante durante la revolución de 2011, incluso enfrentándose a la policía durante las manifestaciones.
La capacidad de movilización de los ultras es vista como una amenaza por el régimen y la policía que, en los últimos años, ha tratado de desintegrar esos grupos.
Desde 2012, tienen prohibido ingresar a partidos de fútbol. Los enfrentamientos entre ultras y la policía suelen terminar con muertos, y decenas de miembros están en prisión.
“Los ultras están desesperados y no ven un futuro brillante”, señaló el periodista y fanático de fútbol Mahmud Mostafa. “Esperan una reconiciliaciń con el régimen para sacar a sus miembros de prisión”, apuntó.
Por ejemplo, en abril de este año, 21 ultras fueron detenidos por incitar protestas. Y siete más fueron detenidos a principios de mayo tras enfrentamientos con la policía
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Un evento particularmente dramático ocurrió a principios de 2015. Por lo menos 20 fanáticos de Zamalek murieron en una estampida cuando la policía reprimió con gases lacrimógenos frente a la puerta de un estadio.
Numerosos ultras fueron condenados por incitar un enfrentamiento con la policía y hallados culpables de la muertes de sus compañeros, y ningún policía procesado.
No hay espacio para voces independientes
“El régimen no tolera grupos organizados fuera de su control”, arguyó Mostafa. “Los ultras tienen un gran público entre los jóvenes y (en los estadios) tienen una plataforma abierta para expresar una voz independiente. Eso le preocupa al gobierno”, añadió.
Las palabras de Mostafa reflejan la tendencia subyacente sobre los últimos acontecimientos: el gobierno no quiere permitir un espacio público para que los ciudadanos expresen una voz independiente, ya sea a través de redes sociales, videos, estadios o universidades.
Los riesgos son mucho mayores para los egipcios, pero los periodistas extranjeros también sufren la mano dura del régimen.
Hace dos semanas la periodista francesa Nina Hubinet fue detenida en el aeropuerto de El Cairo, interrogada sobre su trabajo anterior en Egipto y reenviada a Francia. Hacía cinco años que no escribía sobre Egipto y se encontraba en el país solo para visitar amigos.
Egipto rechaza críticas de la Unión Europea
La semana pasada, la Unión Europea expresó su preocupación por las últimas detenciones, calificándolas de “desarrollo preocupante”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores respondió: “Ningún ciudadano en Egipto es detenido o procesado por participar en actividades de derechos humanos o por hacer críticas contra el gobierno egipcio, sino por cometer crímenes castigados por la ley”, reza la declaración del portavoz Ahmed Abu Zaid.
Los ultras sucumbieron, pero Soliman mantiene la esperanza. “Sí, me preocupa, y cada vez hay más detenciones, pero soy una luchadora”, añadió.
La abogada sigue tratando de defender sus derechos y los de los otros mediante la ley, aunque a veces es demasiado hasta para ella. “Pero luego me calmo, me relajo y me aferro al sueño: justicia, igualdad y derecho”, reconoció.
Pero ese sueño parece más lejos que nunca en este segundo mandato de Al Sisi.
Traducción: Verónica Firme