Estados Unidos mira con otros ojos a Etiopía

Tewodrose Tirfe, presidente de la Asociación Amhara de Estados Unidos, realiza declaraciones a la prensa en abril de 2018 tras la aprobación de la resolución 128 por la Cámara de Representantes. Detrás de él, a su derecha, está el legislador Chris Smith, y detrás de él, a su derecha, el legislador Mike Coffman. Crédito: Cortesía de Tewodrose Tirfe y la oficina del representante Mike Coffman.
Tewodrose Tirfe, presidente de la Asociación Amhara de Estados Unidos, realiza declaraciones a la prensa en abril de 2018 tras la aprobación de la resolución 128 por la Cámara de Representantes. Detrás de él, a su derecha, está el legislador Chris Smith, y detrás de él, a su derecha, el legislador Mike Coffman. Crédito: Cortesía de Tewodrose Tirfe y la oficina del representante Mike Coffman.

La asunción del nuevo primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, de 42 años, considerado un reformista capaz de hacer lo necesario para calmar al país, sumergido en un malestar político que no se veía desde fines de 2015, coincide con un cambio de posición de Estados Unidos hacia esa nación africana.

Ahmed, quien asumió el gobierno en abril, pertenece a la Organización Democrática del Pueblo Oromo (OPDO), que representa al mayor grupo étnico del país y que encabezó las protestas contra el gobernante Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), del que la OPDO es la principal agrupación.

Tras la renuncia de su predecesor, Hailemariam Desalegn, muchos analistas observaron que si el EPRDF elegía como sucesor a una figura de la vieja guardia continuaría el malestar político o incluso, empeoraría.

Eso se evitó con la designación de un dirigente con mayor apoyo popular, y el primer oromo jefe de gobierno de Etiopía ya visitó varias zonas del país prometiendo atender los diferentes problemas y fortalecer los derechos civiles y políticos.

Los analistas coinciden en que Abiy tiene por delante numerosos desafíos a escala nacional e internacional, como lograr la estabilidad en Etiopía y calmar a una población descontenta, la segunda más numerosa de África.

Uno de los problemas que tiene por delante es el Estado de emergencia declarado en febrero tras la renuncia sorpresiva del anterior primer ministro, que es la segunda medida de ese tipo tomada luego de que se levantara la anterior en agosto de 2017.

Eso puede impedir que Abiy siga con una agenda reformista, pues implica que su control sobre el aparato de seguridad es mucho más reducido que lo normal durante un Estado de emergencia, dado que un grupo de comandantes, llamados Puesto de Comando, son los que controlan de hecho el aparato estatal.

Además, la renuencia de Abiy a levantar el Estado de emergencia refleja la dinámica interna del EPRDF, que derivó en la salida de Desalegn, y que indica que todavía es una fuerza vigente.

El histórico dominio del Frente Popular de Liberación de Trigray (TPLF) en el EPDRF todavía es fuerte, lo que quiere decir que el nuevo primer ministro, quien se presenta como reformista, deberá moverse con inteligencia en la estructura que se resiste a los cambios, si de verdad se propone seguir por ese camino.

“Me gusta lo que Abiy está diciendo públicamente, mucha gente en el país y en el extranjero se siente tocada por sus declaraciones”, observó el profesor emérito Alemante Selassie, de la estadounidense Facultad de Derecho William and Mary.

“Pero todavía no puedo decir que me genera confianza, porque es un funcionario del partido que subió en la jerarquía del EPRDF y probablemente cumpla su compromiso de mantener el control hegemónico”, añadió.

Cabe destacar que como exoficial del ejército comprende el aparato de seguridad. Además, cuenta con un gran apoyo popular y llega al gobierno en un momento en que el pueblo rechaza a sus predecesores, lo que lo deja con posibilidades reales de resolver muchos de los problemas del país.

Mientras, en Estados Unidos, la aprobación de la resolución 128 por la Cámara de Representantes, el 10 de abril, puede llegar a tener un impacto en Etiopía.

El documento aboga por el “apoyo al respeto de los derechos humanos y a una gobernanza inclusiva en Etiopía”.

Además, condena “el asesinato de manifestantes pacíficos y el excesivo uso de la fuerza por agentes dde seguridad; la detención de periodistas, estudiantes, activistas y líderes políticos, y el abuso de la Proclama Antiterrorista para sofocar a la disidencia política y civil y a la libertad de prensa”.

La resolución enfureció al gobierno etíope, que incluso estimó cortar la cooperación en materia de seguridad con Estados Unidos si se aprobaba.

Washington considera a Etiopía como uno de sus aliados más importante en la volátil región de África oriental, por lo que recibe la mayor asistencia humanitaria y a la seguridad de los países de África subsahariana.[related_articles]

“Esta vez, en comparación con anteriores intentos de aprobar resoluciones similares, las organizaciones etíope-estadounidenses trabajaron en coordinación con organizaciones de derechos humanos para llamar la atención de legisladores estadounidenses sobre lo que se viene desarrollando en Etiopía, en especial en los últimos tres años”, explicó Tewodrose Tirfe, presidente de la Asociación Amhara de Estados Unidos.

El legislador Chris Smith, presidente del subcomité de África, Salud y Derechos Humanos Global, de la Cámara de Representantes, presentó la resolución 128, y trabajó mucho en estrecha colaboración con el legislador Mike Coffman para que se aprobara la misma.

La asistencia a Etiopía todavía no está en juego, pero Tirfe señaló que el Senado considera una resolución similar, aunque más contundente.

La resolución 168 llama al Departamento de Estado (cancillería) y a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) a “mejorar la supervisión y la responsabilidad de la asistencia de Estados Unidos a Etiopía y a asegurarse que dicha asistencia refuerce los objetivos de largo plazo para una mejor gobernanza”.

Eso ataría la asistencia a la situación interna de Etiopía, y aunque las resoluciones no son leyes ni son vinculantes, si cuentan con un gran apoyo de ambos partidos, como la resolución 128, dado que el Congreso legislativo tiene la potestad de control, entonces las agencias se toman en serio los términos del documento, explicó Tirfe.

Además, la Asociación Amhara de Estados Unidos y otras organizaciones trabajan para introducir leyes sobre el vínculo que tiene que tener Washington con Adís Abeba.

Pero todavía hay oposición en el Senado a una resolución de ese tipo, así que todavía falta para que se aprueba una nueva norma que paute la política exterior de Estados Unidos hacia Etiopía.

Lo que no quita que una nueva resolución no vaya a tener un impacto en las acciones del gobierno etíope y en la agenda del nuevo primer ministrp.

“La resolución 128 ofrece la oportunidad a Abiy de actuar de forma más contundente con quienes se resisten a las reformas, aunque hasta ahora se ha mostrado conciliador y complaciente”, observó Hassen Hussein académico y escritor residente en Minnesota.

“El TPLF gobierna Etiopía desde hace 27 años con apoyo de Estados Unidos y de Gran Bretaña”, recordó Selassie. “Si pierde ese apoyo, económico, militar y diplomático, no le queda mucho”, añadió.

Traducción: Verónica Firme

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