Es miércoles y 80 hombres y 17 mujeres llegan a El Salvador desde Houston, en Estados Unidos. Las autoridades del Centro acogen, orientan y asesoran a los recién llegados. Cansados, desorientados, los deportados reciben detalles sobre los trámites migratorios de ingreso al país.
Se les devuelven sus pertenencias. Muchos no poseen dinero para regresar a sus comunidades. Esperan su turno para ser entrevistados por los agentes de inmigración. No saben cuánto tiempo demorará. Al final, si lo solicitan, les examinará un médico. Con resignación y dignidad, se enfrentan a la incertidumbre.