Cuando la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, reclamó un embargo de armas para el régimen represor de Birmania (Myanmar) le pasó la pelota a otros dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, China y Rusia, con poder de veto y proveedores de armas de ese país asiático, cada vez más aislado.
“Y cualquier país que actualmente suministre armas al ejército birmano debe suspender sus actividades hasta que se tomen suficientes medidas para atribuir responsabilidades”, reclamó la representante estadounidense en un debate realizado en la última semana de septiembre en el máximo órgano de seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Washington, que se ha negado a reconocer el cambio de nombre de Birmania a Myanmar ha dicho: “el mundo ha soportado imágenes de Birmania que nunca tendríamos que haber visto”, refiriéndose a la persecución de los rohinyás musulmanes, las que le valieron la acusación de realizar una “limpieza étnica”.
La influencia del ejército y la arrogancia política dependen en gran parte de la asombrosa cantidad de armas que recibe de China y Rusia, por lo que cualquier sanción económica o militar probablemente choque contra el veto de uno o de ambos países.
Entre 2010 y 2016, China suscribió varios acuerdos con ese país para suministrarle una variedad de armas a Birmania, como misiles antibuques, sistemas de misiles tierra-aire, fragatas y tanques.
En el mismo período, Rusia firmó pactos para vender aviones y helicópteros de combate, helicópteros ligeros y misiles tierra-aire.
Por su parte, el diario Haaretz, de Israel, criticó al estado judío por “armar a criminales europeos”. Y en una editorial a principios de septiembre, informó que se intensificó la violencia contra la minoría rohinyá, incluso con la quema de aldeas según “información confirmada por imágenes satelitales”.
“Pero nada de eso cambió la política del Ministerio de Defensa israelí, que se niega a frenar la venta de armas al régimen de Myanmar”, acotó.
Tras los avances democráticos de hace unos años en ese país, el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama (2009-2017), levantó en 2016 sanciones de larga data, a pesar de las advertencias de organizaciones de derechos humanos de que era muy pronto para aliviar la presión.
El diario The Times llamó al Senado de Estados Unidos a restablecer las sanciones “a menos que pare la masacre”.
Además, una coalición de 88 organizaciones de la sociedad civil llamó al Consejo de Seguridad a considerar seriamente un embargo de armas y sanciones a las personas responsables de crímenes de guerra y de graves violaciones de derechos humanos.
“Todos los estados miembro involucrados también deben considerar acciones bilaterales, multilaterales y regionales para aumentar la presión sobre el gobierno de Myanmar”, recomendó la coalición en la que están Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Refugiados Internacional, Campaña Birmania de Gran Bretaña, el Consejo Nacional de Iglesias y Grupos de Derechos Humanos Internacional.
“En particular, llamamos a los estados a suspender de inmediato la asistencia militar y la cooperación con Myanmar”, añade la declaración divulgada el 28 de septiembre.
El arsenal birmano incluye aviones de combate MiG-29, de carga Antonov An-148, helicópteros de guerra Mi-35, y tanques T-55 y T-72 (todos de Rusia) y cazas Chengdu F-7/FT-7 y aviones de ataque Nanchang A-5M, entre otras aeronaves, fragatas Aung Zeya y Jianghu II, buques de patrulla y misiles tierra-aire HQ-2, artillería de 122 mm y 130 mm, lanzacohetes y otras municiones, todos de China.
El régimen militar parece listo para cualquier confrontación posible con su vecino Bangladesh, que le reclamó que recibiera a los casi 700.000 rohinyás musulmanes refugiados que expulsó y se asentaron en territorio bangladesí.
Daniel Darling, analista de mercados militar en Forecast International Inc., una empresa que ofrece análisis de defensa, pronósticos e investigación, dijo a IPS que además de China y Rusia, hay otros proveedores de armas clave, como Corea del Norte y Pakistán.
Cabe destacar que al parecer Birmania ordenó 16 aviones de combate multirol JF-17 Thunder, cuyas primeras entregas están previstas para fin de año.
En lo que respecta a Estados Unidos, Darling señaló que no le suministró a Birmania armas ni le restituyó el acceso al programa Capacitación y Educación Militar Internacional a pesar de que el gobierno de Obama levantó el prolongado embargo.
El Congreso legislativo de Estados Unidos mantiene un bloqueo a toda la asistencia económica y/o de educación militar profesional a las Tatmadaw, como se llaman las fuerzas armadas birmanas, recordó.
El presupuesto de Tatmadaw de 2016 se estimó en 2.330 millones de dólares, mientras que el de este año se ubica en 2.140 millones de dólares.
El presupuesto militar de Birmania es, en general, bastante inescrutable y todas las cifras implican solicitudes presupuestales que probablemente no incluyan áreas complementarias de fondos para las que las fuerzas armadas tienen un acceso exclusivo, añadió.
Con una tercera parte de los asientos parlamentarios ocupados por las fuerzas armadas, todo lo presupuestal pasa necesariamente por Tatmadaw y, por ende, recibe su apoyo.[related_articles]
Además, las fuerzas armadas tienen derecho por la Ley de Fondos Especiales, a otorgarse fondos adicionales, y hasta ilimitados, sin informar antes de sus acciones al parlamento ni esperar su aprobación, explicó Darling.
Por ahora, Aung San Suu Kyi, la gobernante de hecho de la Liga Nacional por la Democracia, no está dispuesta a apartarse de la delicada danza que baila con Tatmadaw para evitar que hagan a un lado su gobierno y restablezcan la dictadura militar.
En lo que respecta a las violaciones de derechos humanos contra los rohinyás, la primera respuesta de la embajadora Haley que aparece en su declaración es: “el ejército birmano debe respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales”, apuntó Natalie J. Goldring, del programa de Estudios sobre Seguridad, de la Facultad Edmund A. Walsh de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown.
Luego arguye: “cualquier país que actualmente provea armas al ejército birmano debe suspender sus actividades hasta que se tomen suficientes medidas para atribuir responsabilidades”.
Llama la atención la postura del gobierno de Trump respecto de Birmania, que no se ha caracterizado por mesura en materia de transferencia de armas, observó Goldring.
De hecho, Washington estaría embarcado en una revisión de su política de transferencia de armas destinada a aumentarla. Al parecer es mucho más fácil para el gobierno estadounidense proponer un embargo de armas a un país que no sea su cliente, apuntó.
El mismo argumento para imponer un embargo a Birmania, vale para otros países, observó.
Por ejemplo, Human Rights Watch y otras organizaciones de derechos humanos han documentado las sistemáticas violaciones de Arabia Saudita en Yemen.
Según los argumento de Haley, Estados Unidos debería interrumpir la transferencia de armas a Arabia Saudita “hasta que hayan suficientes medidas para atribuir responsabilidades”, opinó Goldring.
Traducido por Verónica Firme