Difíciles de medir y desiguales en sus alcances son los avances que exhibirán los países de América Latina, respecto a sus compromisos voluntarios de reducción de emisiones contaminantes, durante la cumbre climática que acogerá en noviembre la ciudad alemana de Bonn.
Las llamadas contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés) se consideran en conjunto insuficientes para la meta de estabilizar el aumento de la temperatura planetaria a dos grados centígrados.
Pero además se debaten entre políticas contradictorias, como agudizar la extracción de hidrocarburos y al mismo tiempo fomentar el uso de energías renovables.
“Hay avances en compromisos, aunque es un poco difícil decir cómo van. No es tan fácil de medir. Depende de la capacidad de cada gobierno para hacerlo. Algunos países tienen más transparencia y detalle que otros”, dijo a IPS Lisa Viscini, directora del Programa de Energía, Cambio Climático e Industrias Extractivas del Diálogo Inter-Americano, una organización con sede en Washington.[pullquote]3[/pullquote]
A lo largo de 2015, los 195 Estados parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) presentaron sus NDC, con sus compromisos voluntarios para reducir los gases de efecto invernadero (GEI), que fueron incorporados al vinculante Acuerdo de Paris, en diciembre de ese año.
El histórico acuerdo fue establecido como conclusión la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la CMNUCC, celebrada en la capital francesa, y suscrito formalmente en abril siguiente, en un encuentro especial de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.
La plataforma de análisis científico Monitoreo de la Acción Climática (CAT, en inglés), de tres centros de investigación europeos, clasifica la propuesta de Costa Rica como “compatible” con el compromiso del Acuerdo de París de mantener en dos grados centígrados el incremento global de la temperatura.
Pero ese mismo monitoreo cataloga de “insuficiente” las de Brasil, México y Perú; de “altamente insuficiente” la de Argentina y de “críticamente insuficiente” la de Chile, los países de la región incluidos en su análisis.
En Brasil, el mayor contaminador regional, los investigadores señalan que la recesión económica que soporta ese país desde 2014 ha hecho más lento el incremento de sus emisiones de los GEI, que se proyectan alineadas con sus metas de NDC.
Pero, puntualiza el CAT, que ese país se trazó metas nada ambiciosas en la mitigación del cambio climático, por lo que sus emisiones en la mayoría de sectores aún podrían subir hasta al menos 2030, y aun así alcanzar los compromisos asumidos.
“Desarrollos recientes en la planeación de infraestructura energética y los niveles crecientes de deforestación, que se estima han añadido unos 130 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono), son evidencia del empeoramiento de la aplicación de la política nacional climática de Brasil, en la dirección opuesta a lo que es necesario” para materializar el Acuerdo de París”, indica su análisis.
La meta brasileña en su NDC es la de reducir las emisiones de GEI en 37 por ciento hasta 2025 y 43 por ciento hasta 2030, con respecto a las de 2005.
En México, el segundo mayor contaminador regional, se calcula que las políticas actualmente ejecutadas resulten en emisiones mayores a las metas de 2020 y 2030, indicativo de que ese país necesita tomar más medidas para cumplir con sus objetivos.
México, que se comprometió a acortar 25 por ciento sus emanaciones totales para 2030, respecto a las registradas en 2013, “debe considerar el establecimiento de una meta para 2025, consistente con un ciclo de compromisos por cinco años”, recomiendan los analistas del CAT.
El país lo alcanzaría mediante el descenso de 22 por ciento de GEI y 51 por ciento el carbono negro -hollín desprendido del transporte a diesel y de la generación eléctrica con combustóleo- en ese mismo año.
Bajo las políticas actuales, las emisiones argentinas de todos los sectores crecerían aproximadamente 50 por ciento para 2030, por encima de los niveles de 2010.
El compromiso de reducción de emisiones se sitúa en 483 millones de toneladas en 2030, que en la práctica significa un aumento de 22 por ciento en comparación con los niveles de 2010 o 74 por ciento sobre los de 1990.
La meta chilena promete rebajar en 30 por ciento los gases para 2030, por debajo de los niveles de 2007, pero equivalente a una expansión de 222 por ciento frente a 1990 y 75 por ciento por arriba de 2010, resalta el CAT.
“Bajo las metas de la NDC, las emisiones continuarán creciendo entre 38 y 75 por ciento. Aunque las políticas actuales confinen los gases a su meta incondicional, se necesita un creciente número de políticas ambiciosas para controlar las emanaciones a su objetivo condicionado”, cita su análisis.
El Acuerdo de París estipula que el Mecanismo de Transparencia debe proveer de una comprensión clara de las medidas sobre cambio climático, incluyendo monitoreo del progreso hacia el logro de las NDC, con buenas prácticas, prioridades, necesidades y retos.[related_articles]
En la COP21 de París, los gobiernos acordaron que en 2018 definirían las vías para alcanzar los objetivos del acuerdo y fomentar que cada nación eleve sus compromisos en las NDC.
Durante la COP23 en Bonn, del 6 al 17 de noviembre, las naciones proseguirán con esa búsqueda.
Para Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, una red de 37 organizaciones ambientales brasileñas, existe el riesgo de que Brasil incumpla las metas.
“Hay señales negativas sobre la seguridad de que Brasil va a caminar hacia una economía de bajo carbono, de que va a cumplir con sus metas. Hay muchos retrocesos que nos colocan en duda sobre la intención del gobierno de cumplir con los compromisos”, afirmó a IPS.
En 2015, Brasil liberó a la atmósfera 486 millones de toneladas de CO2, México emanó 472 millones, Argentina, 191 millones; Venezuela, 178 millones; Chile, 81 millones, y Colombia, casi 81 millones.
La región aporta cinco por ciento de los GEI del planeta, según datos de ONU Medio Ambiente, la agencia responsable de implementar la CMNUCC. Pero alerta que la quema de combustibles fósiles y las emisiones para la fabricación de cemento inflarán ese porcentaje.
Para Sean Gilbert, director de Alcance, Membresía y de la no gubernamental Alianza NDC, falta claridad de cómo los gobiernos llegarán a las metas. “No hay objetivos graduales. Faltan especificidad y rutas hacia las metas”, dijo a IPS el responsable de la organización que reúne a gobiernos e instituciones en pos de las NDC.
“Algunos países no llegarán a sus metas, que además no son suficientes, hay que hacer más. Para evitar el cambio climático, no podemos seguir usando petróleo por 100 años, tiene que parar. Algunos países están desarrollando estrategias de largo plazo. Pero no hay suficiente dinero”, señaló Viscini.
Con su Plan de Expansión de Energía 2026, Brasil aspira a que en ese año 48 por ciento de la matriz energética provenga de fuente renovables, excluida la hidroelectricidad, mientras México busca generar 25 por ciento de energía limpia para 2018, 35 por ciento para 2024 y 50 por ciento para 2050.
Argentina fijó una meta de cubrir ocho por ciento de la demanda eléctrica con fuentes renovables al finalizar 2017 y 20 por ciento en 2025. Mientras, Chile con la Ley 20/25, anhela generar 20 por ciento con base renovable para 2025.
“No hay nada seguro sobre qué haremos después de 2020 de manera diferente a lo que Brasil hace hoy, como inventarios de GEI o las estimaciones anuales de emisiones”, planteo Rittl.
“Defendemos que la matriz tienda hacia la ‘descarbonización’ progresiva, para que a 2050 sea 100 por ciento renovable o altamente renovable, con energía solar y eólica”, añadió.
Gilbert sugiere que la inversión pública y privada en los países se haga compatible con las NDC y, también, “abandonar políticas contradictorias, como subsidiar combustibles fósiles”.
Editado por Estrella Gutiérrez