El cambio climático es uno de los principales factores que impiden que los países del Caribe Oriental sigan el camino de San Cristóbal y Nieves, y ahora también de Antigua y Barbuda, que se convirtieron en países de medianos ingresos.
Según el Banco Mundial, una economía de medianos ingresos tenía en 2016 un producto interno bruto (PIB) por habitante de entre 1.026 y 12.475 dólares, calculado según el método del Atlas, una fórmula utilizada por el organismo para estimar el tamaño de las economías en función de su PIB en dólares estadounidenses.
“Lo que quiero decir es que otros países, los independientes de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS), como Dominica, Santa Lucía y San Vicente, están expuestos a eventos climáticos todos los años, que son devastadores para nosotros”, observó Sharlene Shillingford-McKlmon, encargada de negocios de la embajada de los estados del Caribe Oriental en Bélgica y de la misión de la Unión Europea (UE).
“Y podemos tener situaciones en las que 90 por ciento de nuestro PIB queda aniquilado en 22 horas, 23 horas, 15 horas, dependiendo de la duración de la tormenta tropical”, observó en conferencia de prensa con periodistas caribeños de gira por países de la UE en el marco del 40 aniversario de la misión de la UE en Barbados y el Caribe Oriental.
Shillingford-McKlmon apuntó a las dificultades en materia de desarrollo de los países de la OECS y sobre las posibles respuestas que ellos podrían implementar.
Entre el 23 y el 24 de diciembre de 2013, la región registró fuertes precipitaciones durante 12 a 24 horas, cuando se acumularon 406 milímetros de lluvia en Santa Lucía, 156, en Dominica, y 109, en San Vicente y las Granadinas.
Las fuertes precipitaciones estuvieron asociadas a una depresión atmosférica, y como el tradicional huracán había pasado hacía casi un mes, la gente le restó importancia pensando que se trataba solo de otro aguacero tropical.
Pero cuando amainaron las lluvias en San Vicente y las Granadinas, a eso de las siete de la tarde de la víspera de Navidad, habían muerto nueve personas, tres estaban desaparecidas, presumiblemente muertas, y 37 heridas.
Unas 500 personas se vieron afectadas, de las cuales 222 necesitaron un refugio de emergencia, mientras 278 se cobijaron con familiares, amigos o vecinos.
La Agencia de Gestión de Desastres del Caribe informó que la evaluación de daños por sector estimó que 495 casas fueron dañadas o quedaron destruidas, más de 39,5 hectáreas de cultivos se perdieron, 28 puentes resultaron dañados o destruidos y el Hospital Memorial Milton Cato sufrió grandes pérdidas.
El costo total de las pérdidas y de las operaciones de limpieza se estimó en 58,44 millones de dólares, con lo que alrededor de 17 por ciento del PIB del país se desvaneció en cuestión de horas.
En Santa Lucía, se confirmaron seis personas muertas y unas 1.050 se vieron seriamente afectadas por el mismo fenómeno. Y en Dominica, 106 casas en unas 12 comunidades quedaron dañadas en vísperas de Navidad.
Y por si fuera poco, apenas 18 meses después, otro fenómeno meteorológico golpeó a Dominica: la tormenta tropical Erica que se abatió sobre ese país insular el 24 de agosto de 2015 dejó por lo menos 20 personas muertas y varias más desaparecidas.
La tormenta también dejó a 574 personas sin hogar y obligó a la evacuación de otras 1.034 por la falta de seguridad en sus comunidades. Las pérdidas y los daños se estimaron en 1.300 millones de dólares del caribe oriental (unos 481 millones de dólares estadounidenses) o 90 por ciento del PIB del país.
Al subrayar el impacto de los fenómenos meteorológicos sobre las naciones de la OECS, Shillingford-McKlmon indicó que antes ese grado de destrucción solo se veía cuando un huracán atravesaba el Caribe.
“Ahora tenemos que preocuparnos por las tormentas tropicales porque no se sabe qué puede ocurrir” observó.
“Y lo que ha pasado es que con respecto a graduarse a país de medianos o altos ingresos, es imposible si no se mantiene el PIB por habitante durante tres años seguidos”, precisó.
“Es realmente muy triste decir que la única razón por la que algunas de nuestras naciones no se han graduado a país de altos ingresos, que reciben menos ayuda, menos asistencia oficial al desarrollo y menos préstamos en condiciones favorables, es por una tormenta o un huracán que viene y nos deja devastados”, explicó Shillingford-McKlmon.[related_articles]
Esa posición coloca a los países del Caribe en un atolladero porque quieren sentirse orgullosos del desarrollo alcanzado. Pero al mismo tiempo, una vez que se gradúan, un evento climático puede arrasar con todas las ganancias.
“Vamos a perder financiación y al mismo tiempo no queremos que nos golpee un huracán, no queremos estar en una situación en la que, si viene un huracán y algo pasa, no nos graduamos porque pierdo mi PIB. ¿Quién quiere estar en esa posición? Es un lugar horrible”, añadió.
Shillingford-McKlmon explicó que en este momento las naciones de la OECS no tienen una alternativa respecto del criterio de graduación, pero están en conversaciones con la UE y otros de sus socios en el desarrollo.
Las conversaciones rondan el criterio de graduación de una categoría a otra en “la Comisión Europea y comenzaron a debatir eso con nosotros, lo que nos hace pensar que están dispuestos a considerar nuevos criterios o criterios alternativos”, indicó.
Con el fuerte impacto de los eventos climático sobre las economías de la OECS, “el PIB por habitante no es un reflejo total y completo del desarrollo de un país”, precisó la diplomática.
“Tenemos vulnerabilidades inherentes a nuestra condición de pequeños estados insulares en desarrollo y se nos hace muy difícil graduarnos y no recibir ayuda cuando podemos recibir golpes ambientales y otros exógenos y vernos severamente afectados”, remarcó.
Por su parte, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, también había mencionado el impacto del cambio climático en el desarrollo nacional, en particular la situación económica de las familias.
“Entendamos esto. Cuando sufrimos un desastre natural, te duermes de noche perteneciendo a la clase media y luego de tres horas de lluvias, deslizamientos de tierras y lluvias torrenciales, como nunca habíamos tenido antes de la aceleración del cambio climático por las actividades humanas, en tres horas, esa persona pasará de clase media a pobre”, ejemplificó en el Foro sobre Perspectivas Climáticas del Caribe, que tuvo lugar en junio.
Y las que ya eran pobres pasarán a ser indigentes, continuó Gonsalves. “Y las que eran indigentes, nunca entrarán en el camino del infierno del Dante, que es indescriptible. Esa es la verdadera historia”, añadió.
Traducido por Verónica Firme