Invertir en la salud de las comunidades y los sectores más pobres salva casi el doble de vidas, subraya un análisis del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) .
“Es fundamental concentrarse en las poblaciones más pobres, en especial en términos de salud y nutrición”, dijo a IPS el asesor de Unicef, Carlos Carrera, autor del informe.
Las niños y los niños pobres tienen casi el doble de probabilidades de morir antes de cumplir cinco años que los que nacen en mejores circunstancias. La mayoría de esos fallecimientos pueden evitarse, pero la falta de acceso a servicios de salud fundamentales hacen que las malas condiciones sanitarias sean demasiado comunes.[pullquote]3[/pullquote]
Pero Unicef concluyó que la brecha de salud entre las comunidades pobres y las que no lo son se redujo en más de 50 países y que un mejor acceso a intervenciones de salud entre las comunidades pobres contribuyó a disminuir la mortalidad infantil tres veces más rápido que entre grupos con mejores condiciones sociales.
Como en los sectores pobres nacen más niños, al reducir la mortalidad infantil se salvan más de cuatro personas por cada millón.
De hecho, se salvaron más de un millón de personas, la mayoría de las cuales eran pobres, en el último año en los 51 países estudiados.
Las intervenciones en salud que salvan vidas contemplan una mayor distribución de medicamentos básicos, atención capacitada para el parto, programas completos de inmunización y hasta servicios gratuitos de salud.
En Bangladesh, las nuevas políticas que incluyen la instalación de clínicas comunitarias gratuitas e intervenciones sanitarias e higiénicas dirigidas contribuyeron a disminuir casi 75 por ciento la mortalidad en menores de cinco años.
Carrera señaló a Sierra Leona como otro ejemplo exitoso, pues introdujo servicios dirigidos a hacer frente a las principales causas de muerte de mujeres y niños vulnerables, como mosquiteros tratados con insecticida para evitar la malaria (paludismo), atención en el parto e inmunización.
Entre 2000 y 2013, esa nación de África occidental logró aumentar más de 25 por ciento la cobertura de algunas intervenciones en los sectores más pobres de población.
“Al combinar los diferentes métodos, lograron mejorar la cobertura de todas esas intervenciones de gran impacto en las poblaciones pobres”, señaló Carrera.
Pero el brote del virus del Ébola entre 2014 y 2015 en Sierra Leona hizo retroceder varias décadas los avances obtenidos, lo que recuerda la necesidad de una inversión sostenida en los sistemas de salud comunitarios.
Es más caro llegar a las poblaciones más marginadas por obstáculos como la distancia y la falta de caminos u otro tipo de infraestructura, pero los beneficios superan los costos, precisó Carrera.[related_articles]
Por cada millón de dólares invertidos, el número de muertes evitadas es 1,8 veces más alto en los sectores más pobres, que en los que no lo son.
“Es más costoso, lo aceptamos, pero es tanto más efectivo porque el mayor peso de las enfermedades y el mayor riesgo para la salud de mujeres y niños pobres hace que se salven muchas más vidas”, explicó Carrera a IPS.
Por ello, él recomienda a los gobiernos que utilicen un enfoque de equidad para identificar a las poblaciones y las causas de muerte a fin de diseñar intervenciones dirigidas para llegar hasta e incluir a los más vulnerables.
“Esa sería la forma más eficiente de utilizar sus recursos, no solo los más equitativos, sino los más eficientes”, añadió. Es la única forma de que los gobiernos logren los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Bajo el lema de “No dejar a nadie atrás”, los ODS procuran reducir las muertes evitables de niñas y niños y lograr un acceso equitativo a servicios de salud y atención médica asequibles y de calidad para todos, en especial para quienes han quedado sin cobertura.
A menos que se aceleren los avances en la reducción de la mortalidad infantil, que solo podrá lograrse concentrando más inversión en los sectores más desfavorecidos, morirán casi 70 millones de niños por causas evitables en 2030.
“Con tanto en juego y tantas vidas pendientes de un hilo, no podemos permitirnos ignorar la nueva evidencia”, señaló Unicef.
El estudio de Unicef se basa en datos recolectados entre 2003 y 2016 en 51 países, donde mueren 80 por ciento de los recién nacidos y menores de cinco años.
Traducido por Verónica Firme