Surrender Hamufuba, de la aldea de Mwanamambo, en el sur de Zambia, recuerda cómo debió luchar contra el gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) que atacó a su plantación de maíz en 2012. En 2016 sufrió una plaga similar, pero a una escala aun mayor.
«No estoy seguro del porqué, pero el aumento en la frecuencia de los brotes de estas plagas podría deberse al cambio climático», especuló el agricultor de 48 años, que parece estar bien informado sobre cómo el clima afecta la agricultura.[pullquote]3[/pullquote]
Hamufuba calcula que el daño abarcaría a una de las cinco hectáreas plantadas en su propiedad. Solo en la sureña localidad de Pemba, 5.000 pequeños agricultores denunciaron perjuicios de distintas magnitudes.
Según la ministra de agricultura Dora Siliya, el gusano cogollero invadió al menos 124.000 hectáreas de maíz, un poco menos de 10 por ciento de los 1,4 millones de hectáreas del cereal plantadas en esta zafra.
Patrick Kangwa, coordinador nacional de la Unidad de Gestión y Mitigación de Desastres, afirmó que «las plagas están bajo control», y que el gobierno compró y entregó 87.000 litros de pesticidas para rociar en los campos afectados.
Aunque los agricultores recibieron el apoyo necesario, la preocupación a largo plazo es la frecuencia e imprevisibilidad de estas plagas devastadoras.
Donald Zulu, profesor e investigador de la zambiana Universidad de Copperbelt, señala que el cambio climático puede complicar el patrón de infestaciones.
«Los brotes del gusano cogollero dependen en gran medida de los patrones estacionales de viento y lluvia. Con el calentamiento global, el patrón climático en África seguirá cambiando, lo que podría significar más o menos brotes», explicó.
Zulu recomienda estrategias integradas a largo plazo basadas en «sistemas sólidos de vigilancia y alerta temprana en todo el país».
Los gusanos cogolleros son plagas migratorias graves que se alimentan de plantas jóvenes de maíz, pero también atacan otros cultivos de cereales, como el trigo, arroz, sorgo, mijo y la mayoría de los pastizales, lo que afecta tanto la producción de cultivos como la ganadería.
Se alimentan con tal voracidad que, para cuando son descubiertos, ya causaron daños notables. Hay varios tipos de gusano cogolleros. Mientras que la invasión de 2012 correspondió al cogollero africano, el brote de este año es diferente.
«Esta plaga en particular es el cogollero del maíz, y no el gusano cogollero africano», precisó Eliot Zitsanza, científico jefe de la Organización Internacional de Control de la Langosta para África Central y Meridional. «Sin embargo, los dos están muy vinculados. El cogollero del maíz es nativo de las Américas y puede haber sido introducido a Zambia por accidente», añadió.
Este año, el brote del gusano cogollero sucedió junto al de taladradores del tallo (papaipema nebris). Ambos pertenecen a la misma familia científica de polillas, llamada noctuidae. Desde el punto de vista científico, los dos tipos de plagas dependen del clima para su producción y crecimiento, lo que subraya la importancia de los sistemas de alerta temprana.
Uno de los sistemas de alerta temprana más notables utiliza una extensa red de trampas de feromonas que atraen a las polillas macho del gusano cogollero utilizando un aroma artificial similar al de las hembras. La captura de los animales en las trampas se emplea en combinación con los informes meteorológicos locales para pronosticar los brotes y ayudar a alertar a los agricultores.
¿Dado que el calentamiento global causa incertidumbre meteorológica, también es culpable de una mayor incidencia de plagas? El profesor Ken Wilson, de la británica Universidad de Lancaster, que estudia a los gusanos cogolleros desde hace 25 años, dice que es muy probable que el patrón de brotes haya cambiado en las últimas décadas.
«Es muy probable que el cambio climático afecte la incidencia de esta plaga, porque el gusano cogollero depende del clima, ya que se alimenta de cultivos y hierbas que dependen de la cantidad de lluvia, y el patrón de los brotes depende mucho de dónde ocurran las tormentas y con qué frecuencia», expresó Wilson a IPS.[related_articles]
En cuanto a los taladradores de tallo, al igual que la mayoría de los insectos, su crecimiento depende directamente de la temperatura, el factor ambiental más importante en el comportamiento de los insectos, según Zulu.
«A medida que la temperatura proyectada aumente, los insectos como los taladradores de tallos se desarrollarán más rápidamente y eso podría conducir a un crecimiento de la población antes de lo esperado», advirtió.
El Quinto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático confirma este fuerte vínculo entre el calentamiento y el agravamiento de las plagas y enfermedades.
Al señalar el riesgo que representa el cambio climático para la agricultura – reducción de la productividad de los cultivos derivada del estrés por el calor y la sequía-, el informe menciona el aumento de los daños causados por plagas y enfermedades y el impacto de las inundaciones en la infraestructura del sistema alimentario como indicadores clave.
Del mismo modo, el informe recomienda la adopción de variedades de cultivos tolerantes al estrés, riego y sistemas mejorados de observación del tiempo.
El coordinador agrícola de la Provincia del Sur de Zambia, Max Choombe, apunta al monocultivo como una de las razones principales, especialmente del brote del taladrador de tallos.
«Creo que el monocultivo ha provocado esta plaga porque nuestros agricultores cultivan maíz y más maíz, no cambian», se lamentó el experto, insistiendo en la importancia de la rotación de los cultivos para romper el ciclo de las plagas.
Choombe también cree que el cambio climático es un precursor de las infestaciones de plagas y no descarta el vínculo entre el brote actual y el calentamiento global.
«El cambio climático también es un problema, es un precursor para el ataque de algunas plagas y creo que el ataque de esta zafra podría ser consecuencia de los cambios climáticos extremos que hemos estado experimentando», razonó.
Traducido por Álvaro Queiruga