Cuando Barack Obama descuenta las horas para dejar la presidencia de Estados Unidos, este país y Cuba suscribieron en La Habana un acuerdo para prevenir, contener y limpiar de forma conjunta los derrames de petróleo y otras sustancias tóxicas en el golfo de México y el estrecho de Florida.
Firmado por el viceministro de Desarrollo del Ministerio de Transporte de Cuba, Eduardo Rodríguez, y el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, Jeffrey De Laurentis, el instrumento bilateral y jurídicamente vinculante es un paso más, ahora ambiental, en el proceso de normalización bilateral iniciado hace dos años.
El convenio está destinado a mejorar la preparación y respuesta a la contaminación causada por derrames de hidrocarburos en las aguas entre ambos países.
A juicio de De Laurentis, el documento, rubricado el 9 de enero, es otro paso de avance en el esfuerzo común de proteger el ambiente marino en el estrecho y el golfo.
“Establecer un marco mutuo que incluya los elementos diplomáticos, legales y técnicos para prepararse y responder ante los derrames de hidrocarburos en el medio ambiente marino, es particularmente importante para los vecinos que se encuentran a 90 millas náuticas”, opinó.
Para Rodríguez, la rúbrica del acuerdo constituye un acto de significativa importancia porque busca preservar el ecosistema marino y costero.
Resaltó que este paso conllevará a la confección del Plan de Coordinación para las acciones de prevención, preparación y respuesta, a sucesos de contaminación por derrames de hidrocarburos y otras sustancias nocivas potencialmente peligrosas que ocurran en dicha zona geográfica.
Destacó que la persistencia del embargo estadounidense contra su país constituye un obstáculo en materia de seguridad de las operaciones costa afuera en la zona económica exclusiva de Cuba en el golfo y una limitante para la respuesta efectiva a derrames de hidrocarburos en el área especificada en el acuerdo.
A juicio de Lee Hunt, consultor de extracción de petróleo y expresidente de la Asociación Internacional de Contratistas de Perforación en Houston, “la capacidad de Cuba de proteger su propia costa se ve afectada por su imposibilidad de acceder a suministros o equipo de Estados Unidos”.
El consultor valoró que el gobierno de Cuba perfora a 50 o 60 millas náuticas de la costa del estado de Florida con equipos que no son de la mejor calidad.
Si ocurriera un derrame de petróleo, las restricciones al comercio, las fronteras marítimas internacionales y la falta del equipo adecuado por parte de Cuba, haría muy difícil resolver el problema, ha explicado a prensa de ese estado separado de las costas de este país insular por tanto solo 90 millas náuticas.
Hunt dijo que para evitar otra catástrofe como la del derrame de 2010, que exigió limpiar 4.900 millones de barriles durante 87 días en la plataforma de BP Deepwater Horizon, Cuba necesita tener acceso a los mejores recursos de limpieza de derrames de petróleo y eso implica la cooperación con Estados Unidos.
Según reportes de prensa, el gobierno estadounidense presentó en 2015 a su homólogo cubano una propuesta para crear un tratado conjunto de limpieza que les permita atender problemas relacionados con cualquier derramamiento de petróleo que ocurra en la zona marítima entre ambos países.
Se estima que dos años antes de comenzar el deshielo entre ambas naciones, especialistas estadounidenses y cubanos tuvieron reuniones entre sí sobre posibles respuestas a derrames petroleros en el golfo, que pudieran dañar tanto las costas de Cuba como las del sur de Estados Unidos.
Luego de más de 50 años de hostilidades y mutuas recriminaciones, el 17 de diciembre de 2014, el presidente Obama y su par cubano, Raúl Castro, anunciaron el histórico restablecimiento de las relaciones.
El 20 de julio de 2015, las Secciones de Intereses, abiertas en 1979 por Fidel Castro y James Carter en Washington y La Habana, se convirtieron en embajadas.
Desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, Washington y La Habana han firmado más de una decena de acuerdos de cooperación que incluyen, entre otros temas, el servicio postal, la lucha contra el narcotráfico y la protección de la vida marina.
Además, negocian otros asuntos complejos como la compensación por las nacionalizaciones en Cuba o la extradición de presos, como parte del proceso de normalización que ahora espera por el impacto de la llegada el viernes 20 de enero del magnate republicano Donald Trump a la presidencia estadounidense.
Editado por Estrella Gutiérrez