Casi una década de sequía en Sudáfrica generó una crisis que impactó a las pequeñas ciudades y obligó a importar alimentos por primera vez en 20 años, además de perjudicar seriamente el programa de redistribución de tierras del gobierno.
La consecuencia inmediata de esa situación se sintió en el costo de los alimentos en un contexto de crisis económica.
Pero más solapada se desarrolló una crisis social debido a que los agricultores redujeron su trabajo y la nueva clase de productores comerciales negros sufrieron el impacto de la sequía. Otro efecto subyacente en las pequeñas ciudades, en especial del norte del país, es el cierre de comercios, el creciente desempleo y la inestabilidad social.
Según algunos agricultores negros, las altas temperaturas y el clima seco de los últimos años llevaron a muchos a la bancarrota y obligaron a otros a abandonar las tierras que habían adquirido en el marco del programa de redistribución de tierras del gobierno.
Si bien algunos pudieron conseguir préstamos para financiar lo que implica la agricultura comercial, que requiere de mayor capital, otros no tuvieron tanta suerte. Aun los grandes productores comerciales ya no pueden hacer frente a sus deudas.
“Es terrible, terrible, terrible”, subrayó Thomas Pitso Sekhoto, especialista en desarrollo de la Asociación Africana de Agricultores.
“Ahora será peor por el invierno, no hay comida, ni siquiera plantamos en la temporada pasada. Es una cruel jugada del destino que nos perjudicó mucho; para aquellos que compraron su tierras como los agricultores negros, para quienes recibieron bonos, será duro”, explicó.
“Es un grave retroceso para los agricultores negros en Sudáfrica; no hay futuro si las cosas van a seguir así”, apuntó.
Divan van der Westhuizen, de Análisis de Sistemas de cultivo de la organización Bureau for Food and Agricultural Policy (BFAP), dijo que los agricultores ya soportaban dificultades con el aumento de los costos y la baja producción.
“La depreciación del rand tiene una fuerte correlación con el precio de los fertilizantes y de los productos derivados del petróleo. Hay un aumento anual de 11 por ciento en los fertilizantes y de 10 por ciento en el combustible”, apuntó.
“Desde el punto de vista de la sequía, es duro. En (la provincia) Noroeste hace cuatro a cinco años que hay un clima seco, y ahora la producción cayó y los costos se dispararon”, explicó Van der Westuizen. “Aun si lloviera ahora, en lo que respecta al flujo de efectivo, no alcanzará para cubrir la escasez”, apuntó.
El apoyo al sector ha sido limitado, según especialistas.
La mayor organización agrícola de Sudáfrica AgriSA señaló que le llovieron llamadas pidiendo asistencia económica por la sequía. Más de 3.000 nuevos agricultores, la mayoría de los cuales son negros, y casi 12.000 productores comerciales recibieron asistencia.
“Cada vez más agricultores comerciales exitosos y con gran producción no logran que les alcance el dinero”, puntualizó el director general de AgriSA, Omri van Zyl.
“Le pedimos asistencia al gobierno, pues esos agricultores han desempeñado un papel crucial en la producción de alimentos a gran escala. En especial, los productores de Cabo del Norte, Estado Libre y Noroeste, Cabo Oriental y Cabo Occidental son los que sufren la severa crisis y los que están desesperados por ayuda económica”, precisó.
El gobierno destino millones de dólares a un programa de alivio a la sequía a principios de este año. Pero la asistencia se terminó en febrero. Ahora, Sekhoto, de la Asociación Africana de Agricultores, se lamenta de que su terreno está al borde de un ciclo terminal.
“No hay nada. Le voy a ser honesto. Si no te puedes ayudar, no puedes ayudar a tu vecino. El único ingreso que tuve, fue cuando vendí el ganado. Los bancos bajaron la cortina. Los productores comerciales blancos trataron de ayudar, pero también tuvieron que recortar y disminuir su personal”, detalló.
Los comercios en los pueblos de la provincia Noroeste y en partes de Estado Libre cierran, con estimaciones de que 20 por ciento de los pequeños comerciantes cerraron sus puertas en el primer trimestre de este año.[related_articles]
Pero no solo el campo está en crisis, también la población de las ciudades sudafricanas sufrió el impacto de la sequía. Algunas ciudades como Vryheid, en KwaZulu Natal, usan tanques de agua porque la represa se secó. Los precios de los alimentos se dispararon, indicó el economista, Corne Louw, de Grain SA.
“Normalmente somos productores con excedente y exportadores de maíz, pero la sequía nos obligó a importar 3,7 millones de toneladas el último año”, relató.
“Los registros muestran que el período más seco desde 1904 fue el de 2015-2016, así que rompe marcas en varios terrenos. Si compara el precio del maíz blanco con lo que era hace un año, verá que registró un incremento de 35 por ciento anual”, apuntó.
En Limpopo, un proyecto de huerta comunitaria de las organizaciones Oxfam y Earthlife Africa tuvo graves contratiempos por la sequía permanente.
Esa fue una de las provincias más afectadas por la sequedad del clima, dificultando enormemente las posibilidades de los pequeños agricultores de cultivar y cosechar.
“Actualmente, sacamos agua de dos pozos, pero no alcanza para toda la escuela y la huerta”, explicó Tracy Motshabi, un horticultor de la escuela primaria Risenga, en Giyani, en esa misma provincia.
“La sequía hace que nuestros esfuerzos en la huerta no se noten por la escasez de agua”, explicó.
“No alcanza para regar”, se lamentó Nosipho Memeza, integrante del Grupo de Trabajo Comunitario en el centro preescolar Founders Educare Preschool, en Makhaza, en la provincia de Cabo Occidental.
A fines de julio, hubo intensas lluvias en la mayor parte de Sudáfrica, pero llegaron demasiado tarde para salvar a muchos de los pequeños agricultores afectados por años de un clima seco.
Las cosas podrían cambiar y haber cierto alivio. Los meteorólogos de WeatherSA pronostican que la temporada lluviosa de este año, que comienza en diciembre, será más húmeda de lo habitual. Pero efectivamente, puede que sea muy tarde para miles de pequeños agricultores del país.
Traducido por Verónica Firme