La gestión del mar abierto o altamar, que queda fuera de la jurisdicción de los países y representa las dos terceras partes de los océanos y la mitad de la superficie total de la Tierra, es un asunto delicado que tratan de negociar los estados miembro de la ONU.
Actualmente, en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en Nueva York, los negociadores debaten sobre cómo compartir, conservar y usar de forma sostenible los recursos marinos y la diversidad biológica que existe en esas vastas extensiones de agua.[pullquote]3[/pullquote]
Más allá del contenido de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM), que entró en vigor en 1994, los gobiernos todavía deben acordar algunos elementos precisos sobre cómo van a gestionar los recursos marinos en altamar.
Los intereses sobre lo que puede llegar a encontrarse aumentan y, con ellos, la necesidad de contar con un acuerdo bien preciso, observó Elizabeth Wilson, directora de política internacional de océanos de The Pew Charitable Trusts, en diálogo con IPS.
“Lo que vemos ahora es que con el actual estado de la tecnología, el mar abierto se vuelve cada vez más accesible y aparecen muchas ideas sobre cómo utilizarlo”, explicó.
Además de decidir cómo se compartirán los beneficios de altamar, los gobiernos también deben debatir las posibles consecuencias de su exploración, añadió.
También “aumenta la preocupación sobre cómo los usos acumulativos pueden llegar a tener un significativo impacto negativo en altamar y que, por lo tanto, necesitamos una mejor forma de gestionarlos”, apuntó.
En la actual reunión de Nueva York, que comenzó el 26 de agosto y concluirá el 9 de septiembre, un comité preparatorio evalúa el texto que terminará por convertirse en un instrumento internacional vinculante para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en áreas fuera de toda jurisdicción nacional.
El comité considera cuatro áreas clave: los recursos genéticos marinos, que incluyen el tema de compartir los beneficios; las medidas como herramientas de gestión basadas en zonas, como las áreas marinas protegidas; las evaluaciones de impacto ambiental y la construcción de capacidades y la transferencia de tecnología marina.
“Hasta ahora se ha hablado más sobre ideas generales”, indicó Wilson.
“Realmente esperamos que en esta reunión, que comenzó el viernes 26, ya empiecen con más detalles”, remarcó.
“Hubo un trabajo mucho más técnico desde la última reunión del comité preparatorio (en marzo de 2016) y esperamos que esta realmente sea una oportunidad para profundizar en cómo debería ser el acuerdo y en cómo podría estructurarse”, añadió.
La presidencia del comité preparatorio creó una lista con 120 preguntas que tienen que debatir los negociadores en la segunda ronda de dos semanas, de las cuatro que habrán. La tercera y la cuarta se realizarán en 2017.
Las cuestiones que considerará el comité son:
¿Cómo tomar en cuenta los desafíos especiales y las necesidades de los países en desarrollo, en especial de los pequeños estados insulares en desarrollo? (relacionada con cómo se comparten los recursos genéticos marinos)?
¿Cómo un instrumento internacional podría facilitar la participación de científicos de los países en desarrollo en las investigaciones (relacionada con la construcción de capacidades y con la transferencia de tecnología marina)?
¿Cómo respetar el derecho de los estados costeros sobre su plataforma continental, incluso más allá de las 200 millas náuticas, donde se aplica, (realacionada con las áreas marinas protegidas y con las herramientas de gestión de áreas)?
Durante la primera reunión del comité preparatorio en marzo, la asesora de la misión permanente de Tailandia en la ONU, Prim Masrinuan, divulgó un comunicado detallando la posición del Grupo de los 77 (G-77), que reúne a más de 134 países en desarrollo, y China sobre las herramientas de gestión de áreas, que incluye las áreas marinas protegidas.
“Si bien es importante que el nuevo instrumento no socave las áreas marinas protegidas ya existentes, ya sean organizaciones regionales o sectoriales, somos de la idea de que es necesario que haya un mecanismo institucional para coordinar las herramientas de gestión existentes a escala global”, explicó Masrinuan.
El G-77 y China querían principios como un enfoque cautelar, basado en la ciencia, transparente y responsable para realizar consideraciones informadas.
“Esos principios también son importantes en el proceso de creación de las áreas marinas protegidas”, indicó Masrinuan.
A favor de la importancia de un enfoque cautelar, el embajador y representante de la misión permanente de Tailandia en la ONU, Virachai Plasai, quien, además, preside el G-77, dijo a IPS: “Somos de la idea de que los miembros de la ONU, incluidos los integrantes del G-77, debemos ser conscientes de nuestras responsabilidades comunes hacia las futuras generaciones”.
“Dependemos de los océanos, y la salud de ellos depende de nosotros”, subrayó Plasai.
Sobre la participación del G-77 en el comité preparatorio, Wilson observó: “Creo que, en general, vemos una gran participación de los países del G-77 en las negociaciones y una verdadera disposición a trabajar en algo que permita dotarnos de un acuerdo sólido”.
El G-77 “tiene definitivamente un gran interés en las conversaciones sobre los recursos genéticos marinos y en la construcción de capacidades y de transferencia de tecnología”, puntualizó.
“También han estado bastante activos en las partes ambientales del acuerdo”, añadió.
Traducido por Verónica Firme