Cuando Leonel cumplió 21 años, acudió a su amigo, apodado “El Negro”, para que encendiera su planta eléctrica y pusiera a enfriar en la nevera las cervezas de la fiesta. Así pudo celebrar su aniversario pese a vivir en Arroyo Colorado, uno de los escasos puntos poblados de Cuba que aún carecen de servicio eléctrico.
Unas 200 personas viven en este caserío montañoso del municipio de Guisa, en la oriental provincia de Granma, a 766 kilómetros al este de La Habana.
Es uno de las seis comunidades sin electrificar en la zona, los cuales están distantes en un rango de siete kilómetros del último punto conectado al sistema eléctrico nacional
Leonel se graduó hace un año y ese fue el primer cumpleaños que costeó con sus ingresos. Organizó una partida de dominó y la familia cocinó en el fuego de leña una caldosa, un gran caldo a base de viandas (tubérculos y verduras) y carne de cerdo.
La mayor sorpresa fueron las cervezas frías, consideradas un lujo en esta localidad de la pre cordillera del mayor macizo montañoso del país, el de Sierra Maestra.
“Lo que más queremos por aquí es que pongan la luz. Con eso podríamos conservar mejor los alimentos de los niños”, dice Edisleydis Valdés, una vecina de Arroyo Colorado, de 34 años.
Valdés disfruta de la licencia de maternidad para cuidar de su bebé, Evelyn. Aspira a realizar su sueño de tener un refrigerador para guardar en él todo aquello que hoy debe conservar en casa de unos vecinos.
“Cuánto me gustaría hacerle a Evelyn una gelatina…La luz viene de la planta eléctrica, la ponen cuatro horas al día, de siete a once de la noche. Con eso por ahora no vale la pena tener un refrigerador… y solo estamos a 19 kilómetros de la cabecera municipal”, consideró.
Similar deseo comparte Mavy Almeida, de 57 años, con el rostro marcado por la dura vida del campo. “Podría comprarme un frío (refrigerador) y una plancha para tener algún confort”, compartió esta mujer que se gana la vida lavando y planchando para algunas casas de la localidad
Datos de la estatal Unión Nacional Eléctrica y de algunas publicaciones nacionales ubican entre 95 y 99 por ciento la electrificación de Cuba, que cuenta con una capacidad de generación instalada de alrededor de 5.700 megavatios, 13 veces más que hace 60 años.
“Para mí, tan importante como la luz es el estado del camino, porque en las condiciones que está solo sube un camión privado todos los días y otro estatal tres veces por semana”, argumentó Argelio Rodríguez, un productor de café, uno de los principales renglones de la economía local.[pullquote]1[/pullquote]
A su juicio, mejorar esos dos aspectos posibilitaría evitar “el despoblamiento de las montañas, una realidad que estamos viviendo desde hace años, porque en esas condiciones los jóvenes no quieren quedarse: cuando pueden mantenerse, se van”.
A sus 56 años, Rodríguez ha pasado la mayor parte de su vida entre las lomas, que acogen sus siembras de café, y el llano, donde está ubicada su vivienda.
“La primera vez que se detuvo la electrificación fue con el periodo especial (depresión que comenzó en 1991). El año pasado empezaron a poner luz de nuevo, pero lo interrumpieron y explicaron que cuando los equipos terminaran en Pilón (una comunidad cercana) regresarían nuevamente”, apuntó el cafetalero.
“Ese tema sale siempre en las reuniones con el delegado (concejal), porque nadie entiende que solo queden por electrificar Palma del Perro, Caña Manso, Quevedo, Buena Vista, Agua Clara y Arroyo Colorado, sobre todo porque por la parte de Santiago de Cuba (provincia vecina), en montañas tan intrincadas como estas, ya tienen luz eléctrica”, opinó.
Medios de prensa indican que en 2015 se normalizó el servicio a más de 23.000 viviendas que recibían la electricidad mediante tendederas (cableados irregulares al tendido eléctrico) y se les llevó la energía a 178 asentamientos, lo que favoreció a unos 5.600 hogares aislados.
En otras zonas del país, existen poblados que todavía no disfrutan del servicio eléctrico, lo que significa que cuatro por ciento de las comunidades no electrificadas comprenden varios miles de personas.
Quienes viven en esas condiciones estiman que su realidad pasa desapercibida para el resto de la población.
“Tenemos la electricidad solo cuatro horas y la televisión (toda estatal) no está diseñada para nosotros. Podemos ver solo el noticiero y alguna novela que se ajusta al horario. Las películas y los deportes no podemos verlos”, ejemplificó la vecina Mercedes González.
“Solo cuando hay velorio, dejan la planta funcionando hasta las seis de la mañana”, amplió.
Según las autoridades, la política de Cuba es continuar mejorando el servicio eléctrico, por lo que ya se firmaron contratos con una empresa rusa para la construcción de cuatro nuevas unidades de 200 megavatios, además se potencia la generación de energía solar fotovoltaica.
Revisado por Estrella Gutiérrez