Las potencias occidentales mantienen su apoyo político y militar a Arabia Saudita, uno de sus mayores aliados en Medio Oriente, aunque una coalición de países liderados por el reino saudí fue acusada de arrojar bombas de racimo prohibidas sobre objetivos civiles en el vecino Yemen.
La coalición también habría destruido hospitales en el territorio yemení con armas proporcionadas en su mayoría por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.[pullquote]3[/pullquote]
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos destacó que solo en diciembre el conflicto armado en Yemen le costó la vida a 81 civiles y dejó a 109 heridos.
Las autoridades calculan que más de 2.800 civiles murieron y 5.300 resultaron heridos por las hostilidades entre el 26 de marzo y el 31 de diciembre.
Pero aunque las potencias occidentales han condenado y sancionado a otros países acusados de masacres civiles, no tomaron medida alguna contra Arabia Saudita y sus socios de la coalición, entre ellos Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Marruecos, Sudán, Kuwait y Qatar.
Arabia Saudita constituye un mercado de miles de millones de dólares para los vendedores de armas británicos, estadounidenses y franceses, que le proporcionan aviones caza, helicópteros, misiles, carros de combate y sistemas bélicos electrónicos de avanzada.
De procedencia estadounidense, el arsenal saudí incluye a cazas Boeing F-15, helicópteros Bell, Apache y Sikorsky, sistemas aerotransportados de advertencia Boeing E-3A, misiles Sidewinder, Sparrow y Stinger, y tanques Abrams y M60.
Arabia Saudita también cuenta con helicópteros Aerospatiale, Puma y Dauphin y aviones de combate Tornado, producidos por Francia y Gran Bretaña, respectivamente.
Natalie J. Goldring, investigadora en estudios de seguridad de la Universidad de Georgetown, con sede en Washington, aseguró a IPS que el gobierno de Estados Unidos documenta desde hace años los abusos de derechos humanos que comete Arabia Saudita.
«Sin embargo, Estados Unidos continúa proporcionando al gobierno saudí una línea de suministro de armas en gran parte ilimitada. Es hora de que… actúe de conformidad con el Tratado sobre el Comercio de Armas y con sus propias leyes y suspenda las transferencias de armas a Arabia Saudita», exhortó.
El afán de lucro de los fabricantes de armas estadounidenses no debe conducir la política militar y exterior de Washington, argumentó.
«Los riesgos para el personal militar… y los intereses de Estados Unidos deberían tener mucho más peso en la toma de decisiones», opinó Goldring.
El último número de la revista Time asegura que Arabia Saudita gasta relativamente más en su defensa que cualquier otro país, con 11 por ciento de su producto interno bruto, en comparación con el 3,5 por ciento de Estados Unidos.
«Quema 6.000 millones de dólares al mes para bombardear Yemen, una guerra desaconsejable que llegó a definir el abrupto cambio que aportó el rey Salmán (bin Abdulaziz) desde que asumió el trono” en enero de 2015, indicó la revista.
Pero es probable que ese gasto militar descienda en el futuro debido a la fuerte caída en los precios del petróleo – la principal exportación de Arabia Saudita – que esta semana cayeron a menos de 30 dólares el barril, frente a los 110 dólares de principios de 2014.
Según el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz, en 2010-2014 Estados Unidos y Gran Bretaña fueron los principales proveedores de armas de Arabia Saudita.[related_articles]
Gran Bretaña acumuló 36 por ciento de las entregas de armas al reino, frente al 35 por ciento de Estados Unidos. Francia ocupó un lejano tercer lugar con seis por ciento.
En un artículo que la revista estadounidense Counter Punch publicó en noviembre, William D. Hartung, del Centro para la Política Internacional, argumentó que el reciente aumento en las transferencias de armas de Estados Unidos a Medio Oriente forma parte de un auge sin precedentes en la venta de armas que se produjo durante la presidencia de Barack Obama.
«La mayor parte de las ventas de armas de la administración de Obama fueron a parar a Medio Oriente y al Golfo Pérsico, y Arabia Saudita encabeza la lista con más de 49.000 millones de dólares en contratos nuevos», señaló.
«Esto es particularmente preocupante dada la compleja serie de conflictos que se libran en la región y dado el uso que le da el régimen saudí a las armas suministradas por Estados Unidos en su intervención militar en Yemen», escribió Hartung.
La administración de Obama hizo de la venta de armas una herramienta central de su política exterior, en parte como una forma de ejercer influencia militar sin tener que poner las «botas en el terreno» en grandes cantidades, como hiciera el gobierno de George W. Bush (2001-2009) en Iraq, con consecuencias desastrosas, añadió.
“Las ventas al extranjero no solo refuerzan las ganancias de las empresas sino que también ayudan a mantener abiertas las líneas de producción que de otra manera tendrían que cerrar debido a la disminución de las órdenes del Pentágono», recordó Hartung.
Por ejemplo, en los primeros días del año se informó que Boeing le vendería 40 cazas F-18 a Kuwait, lo cual extenderá la vida de producción de ese producto en particular por un año o más de su fecha actual de finalización, prevista para principios de 2017.
Del mismo modo, el tanque M-1 de General Dynamics sobrevive gracias a una combinación de complementos del Congreso legislativo estadounidense y a un contrato con Arabia Saudita.
«Pero no se trata solo de dinero. Las armas suministradas por Estados Unidos avivan el conflicto en la región. Las más preocupantes de las ventas recientes es un acuerdo en proceso que le suministraría más de 1.000 millones de dólares en bombas y misiles a la Fuerza Aérea saudí, nuevamente para su uso en la guerra de Yemen», denunció Hartung.
Traducido por Álvaro Queiruga