Nolukhanyo Babalaza terminó su último año de escuela secundaria en Sudáfrica y recibió su diploma en 2000, pero este no fue un pasaporte inmediato a la buena vida. La joven se sentía frustrada al ver que otros prosperaban mientras ella luchaba para pagarse la comida diaria.
«Te genera pensamientos negativos. Una termina haciendo cosas de las que se arrepiente», expresó.
Pero tres años más tarde Babalaza se había convertido en bombera del programa Trabajando contra los Incendios (WoF, en inglés) del Departamento de Asuntos Ambientales de Sudáfrica.[pullquote]3[/pullquote]
Los incendios son un problema persistente en este país.
En los meses áridos del verano en la zona del Cabo Occidental o en los meses secos del invierno en el resto del país, rayos, piedras que se despeñan o personas descuidadas desatan incendios forestales que provocan la pérdida anual de millones de dólares en propiedades, además de vidas humanas y el destrozo de la naturaleza.
No obstante, este problema también trajo cosas buenas. Desde que el programa WoF se puso en marcha en 2003 se transformó en un medio de lucha contra el desempleo y la pobreza. Gracias a él, muchos jóvenes obtuvieron empleo.
«Estos jóvenes están capacitados para ayudar a combatir incendios forestales no deseados en todo el país y, a menudo utilizan sus habilidades como un primer escalón en el mercado laboral formal», explicó Linton Rensburg, gerente de comunicaciones del programa.
Los jóvenes son capacitados como conductores, desbrozadores, despachadores, en seguridad de helicópteros y educación ambiental. El dinero que reciben no es mucho, pero les ofrece una puerta de entrada al futuro.
La tasa de desempleo sudafricana subió a 25,5 por ciento en el tercer trimestre de 2015, de 25 por ciento en el período anterior, según la empresa Trading Economics. El desempleo en este país tuvo un promedio de 25,27 por ciento de 2000 a 2015 y alcanzó el máximo histórico de 31,2 por ciento en el primer trimestre de 2003, según la estatal Estadísticas de Sudáfrica.
Babalaza ha avanzado con el programa. Desde su inicio como bombera común se convirtió en líder de equipo y luego en asistente de administración. Hoy es funcionaria de control de las finanzas de WoF en el Cabo Occidental.
«Las cosas están mucho mejor. Al menos puedo mantener a mi familia y pagar las cuentas», aseguró.
Según Rensburg, el ejemplo de Babalaza es uno de muchos en el programa.
«Miles de jóvenes encontraron su primera oportunidad de trabajo importante en el programa y más adelante, gracias a la capacitación y formación de WoF, pudieron pasar de ser bomberos que ganan un jornal a ser empleados asalariados», explicó.
Ese fue el caso de Justine Lekalakala, una exbombera en la base Dinokeng de Hammanskra, al norte de Pretoria, que ahora trabaja en la Fuerza de Defensa Nacional de Sudáfrica.
«Tuve la oportunidad de utilizar el jornal que ganaba en el programa para postularme a otros empleos y educarme a mí misma haciendo cursos de informática. Me resultó más fácil ingresar a las fuerzas armadas porque tenía la autodisciplina y la capacidad física que adquirí en WoF”, dijo.
Christalene De Kella no sabía qué quería hacer con su vida luego de terminar la secundaria en 2004, pero aprovechó la oportunidad de convertirse en bombera en su ciudad natal, Uniondale.
La madre soltera de una hija de siete años comenzó como bombera rasa, luego asistió a varios cursos intensivos en manejo de incendios e incluso participó en la apertura de una nueva base. En 2005 la ascendieron a funcionaria de control de existencias de WoF.
En 2009 Kella se convirtió en la encargada de los medios de comunicación y la comunidad en la región de Cabo del Sur, y en 2013 tuvo la oportunidad de convertirse en periodista de video para el programa.[related_articles]
“El WoF tuvo un impacto positivo en mi vida», afirmó. Actualmente viaja por todo el país para entrevistar y grabar historias para el noticiero del programa en YouTube.
Dos bomberos que comenzaron sus dos años de formación en mayo de 2015 luego decidieron convertirse en pilotos de avistamiento de incendios en la Academia de Aviación de Kishugu.
Themba Maebela, de 27 años, y Siyabonga Varasha, de 26, trabajan como asistentes personales en helicópteros del WoF.
«Fue como si estuviera soñando. Mi familia no me creía cuando les dije que iba a entrenarme para convertirme en piloto», destacó Maebela, quien comenzó a trabajar en el programa en 2010.
Naome Nkoana recorre las calles como agente de la policía metropolitana de Pretoria. Recuerda cómo la ayudó el programa WoF, donde se entrenó en manejo avanzado de conducción de automóviles en Nelspruit, lo cual fue clave para acceder a su actual empleo.
Rensburg asegura que desde que se puso en marcha, el programa WoF le cambió la vida a sus 5.000 participantes y benefició de manera indirecta a 25.000 personas dependientes de ellos.
Un estudio realizado en 2012 sobre el impacto social del programa concluyó que la capacitación que ofrece mejoró el conocimiento de los beneficiarios y su autoestima.
«Con el programa WoF pudieron llegar a conocer mejor sus propias debilidades y fortalezas», concluyó el estudio.
Traducido por Álvaro Queiruga