Con el fin de la temporada de los monzones, miles de personas perseguidas en Myanmar (Birmania) y Bangladesh se echan a la mar en Asia sudoriental, denunció la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres.
Los refugiados se arriesgan en peligrosas travesías en embarcaciones con la esperanza de escapar de la persecución y la marginación.
En los últimos años, decenas de miles de personas atravesaron la bahía de bengala y el mar de Andamán rumbo a los países vecinos, incluso hasta Indonesia.
La mayoría de las personas que huyen son musulmanes rohingya, una minoría religiosa y étnica de Myanmar, de mayoría budista. El gobierno niega la ciudadanía a ese grupo étnico e implementa políticas discriminatorias, dejándolos apátridos.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) describió a la comunidad rohingya como una de las “más excluidas, perseguidas y vulnerables del mundo”.
Para mostrar la dimensión y el grado de la crisis, Amnistía entrevistó a 179 personas solicitantes de asilo y elaboró el nuevo informe «Deadly Journeys: The Refugee and Trafficking Crisis in Southeast Asia» (“Travesías mortales: Crisis de refugiados y de trata de personas en Asia sudoriental”).
Las personas que huyen en busca de refugio no solo corren el riesgo de ahogarse o quedar varadas en alta mar, sino que pueden caer en manos de organizaciones de trata, subraya el informe.
“El abuso físico diario que sufren los rohingyas, atrapados en barcos, es demasiado horrible como para expresarlo en palabras. Escaparon de Myanmar, pero no hicieron más que cambiar una pesadilla por otra”, remarcó la investigadora Anna Shea.
Casi todas las personas entrevistadas experimentaron o fueron testigos de reiteradas golpizas a manos de los miembros de la tripulación. Las gente recibía golpes por moverse, por pedir comida o agua y hasta por pedir para usar el baño. Los niños y niñas tampoco se salvaban cuando lloraban, apuntó.
Una niña de 15 años dijo que la golpearon mientras los traficantes llamaban a su padre en Bangladesh para pedirle unos 1.700 dólares de rescate. Otro adolescente de la misma edad relató los golpes y los castigos sistemáticos que tuvo que soportar.
“En la mañana, te golpeaban tres veces. En la tarde, te golpeaban tres veces. En la noche, eran nueve veces”, relató.
“Nos tiraban al mar. Teníamos que nadar durante horas, y si tratábamos de aferrarnos a la embarcación, nos golpeaban. Cuando ya nos estábamos ahogando, nos subían a bordo y nos golpeaban”, prosiguió
Una vez, la tripulación lo tiró al mar 15 veces durante varias horas.
Los rohingyas entrevistados también describieron las condiciones de vida como “inhumanas y degradantes”. Denunciaron embarcaciones hacinadas e insuficiente comida y bebida para todos. También dijeron que los obligaban a estar sentados con las piernas cruzadas durante travesías que duraban una semana y les daban una pequeña porción de arroz al día.
Las embarcaciones no estaban limpias creándose un ambiente hediondo. Un poblador local que ayudó a rescatar a los refugiados que llegaron a Aceh, en Indonesia, señaló que olía tan mal que los rescatistas no podían ni subir a cubierta.[related_articles]
“El olor porque había mucha gente sin baños”, precisó.
El abuso causa problemas de salud a corto y largo plazo, como dolores musculares, deshidratación, malnutrición y otras enfermedades, añade el informe de Amnistía.
La organización urge a los gobiernos de Asia sudoriental a tomar medidas para combatir la trata de personas, realizar investigaciones, lanzar operaciones de rescate e identificar puntos de desembarco seguros.
En el documento remarca que la búsqueda y el rescate no solo son un “imperativo humanitario”, sino una obligación legal establecida en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, entre cuyos estados parte destacan Bangladesh, Indonesia, Malasia y Tailandia.
Al principio, los gobiernos obligaban a las embarcaciones hacinadas a volver al mar, impidiéndoles desembarcar.
En mayo de este año, Tailandia comenzó a perseguir la trata, lo que hizo que las tripulaciones abandonaran las embarcaciones, dejando a unos 8.000 personas varadas en alta mar durante semanas.
Indonesia y Malasia ofrecieron refugio a los rohingyas, pero todavía no se sabe si les permitirán quedarse después de mayo de 2016, con lo que corren el riesgo de volver a quedar en el limbo.
“Sin cooperación entre los gobiernos para combatir la trata de personas, volverán a perpetrarse graves violaciones de derechos humanos contra las poblaciones más vulnerables y desesperadas de Asia meridional”, remarcó Shea.
Según Acnur, en los primeros seis meses de este año, unas 31.000 personas procedentes de Myanmar y Bangladesh emprendieron peligrosas travesías en el mar. La organización estima que unas 1.100 murieron en alta mar desde 2014.