La mayoría de las naciones del Sur están cerca de cumplir las metas de desarrollo en materia de saneamiento, pero las más pobres de ellas siguen muy rezagadas, según un nuevo documento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Una de cada tres personas, unas 2.400 millones en el mundo, siguen sin disponer de instalaciones sanitarias, y entre ellas hay 946 millones que defecan al aire libre, subraya el informe “Avances en Saneamiento y Agua Potable: Actualización de 2015 y evaluación de los ODM”.
El documento fue preparado de forma conjunta por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).[pullquote]3[/pullquote]
“Lo que muestran los datos es la necesidad de concentrarse en las desigualdades como la única forma de lograr un progreso sostenible”, puntualizó Sanjay Wijesekera, director de los programas de agua, saneamiento e higiene de Unicef.
“El modelo global hasta ahora ha sido que los más ricos toman la delantera, y solo cuando ellos tienen acceso, los alcanzan los pobres. Si pretendemos lograr un acceso universal al saneamiento para 2030, necesitamos garantizar que los más pobres comiencen a lograr avances ahora”, remarcó.
El obstáculo para la universalización del saneamiento lo constituyen las inversiones inadecuadas en las campañas para cambiar comportamientos, la falta de productos asequibles para los pobres, así como la existencia de normas sociales que aceptan, o hasta alientan, la defecación al aire libre.
Y aunque unas 2.100 millones de personas lograron mejores condiciones de saneamiento desde 1990, el mundo no alcanzará una de las metas de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) porque todavía hay 700 millones más que carecen de estos servicios.
En la actualidad, solo 68 por ciento de la población mundial tiene servicios sanitarios mejorados, nueve puntos porcentuales por debajo de la meta de 77 por ciento.
Pero también caben destacar “avances espectaculares”, según declaró a la prensa el martes 30 de junio Jeffrey O’Malley, director de datos de la división de Investigación y Política de Unicef.
En 2015, 91 por ciento de la población mundial utilizó una mejor fuente de agua potable, frente a 76 por ciento en 1990. Ahora, unas 6.600 millones de personas tienen acceso a agua potable mejorada.
El número de personas sin agua potable es actualmente de 663 millones, casi 100 millones menos que el año pasado. Es la primera vez que esta cifra está por debajo de 700 millones.
Este año vence el plazo para alcanzar los ODM y ya se logró la meta del acceso al agua, aunque quedan varios agujeros, en especial en África subsahariana.
Sin embargo, se ha fracasado de manera rotunda en el cumplimiento de la meta del saneamiento. A este ritmo, se demorarán 300 años para que todas las personas de África subsahariana dispongan de un inodoro, remarca el informe.
Tim Brewer, analista político sobre monitoreo y responsabilidad de la organización WaterAid, con sede en Londres, dijo a IPS que la meta del agua se logró, en gran parte, gracias a que se llegó a donde era más fácil.
“Los más pobres suelen quedar rezagados. Lo que tenemos que hacer con los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), actualmente en negociación, es asegurarse de que la cifra que cuente sea la del avance de los más pobres”, propuso.
“No podemos tener otra situación en la que parece que tenemos éxito porque mejoró la situación de quienes comparativamente están mejor, aun cuando millones de personas todavía se enferman por beber agua contaminada o por ambientes contaminados por heces”, acotó.
“Necesitamos medir el acceso básico de los pobres, así como medir otros indicadores, por ejemplo si el agua es potable y accesible y si las aguas servidas se tratan como corresponde”, añadió Brewer.
“Es la única forma de que nos aseguremos llegar a todos y en todos lados para 2030, y que los gobiernos se hagan responsables de sus promesas”, subrayó.
La práctica de defecar al aire libre también se relaciona a un alto riesgo de atrofia, o malnutrición crónica, que afecta a 161 millones de niñas y niños en el mundo, dejándolos con daños físicos y cognitivos irreversibles.
“Para beneficiar la salud humana es vital acelerar más los avances en materia de saneamiento, en especial en áreas rurales y desfavorecidas”, remarcó Maria Neira, directora del departamento de salud pública, ambiente y determinantes sociales de la salud, de la OMS.
Wijesekera, de Unicef, dijo a IPS que se fijó una meta de saneamiento aun más ambiciosa para los nuevos ODS con el fin de eliminar la defecación al aire libre y lograr un acceso universal a los servicios sanitarios.
“Creo que lograr el acceso al saneamiento universal para 2030 es posible, pero solo si comenzamos a concentrarnos en los más pobres y más vulnerables ahora”, subrayó.
“Podemos aprender de los logros de los últimos 25 años, y en especial de los últimos 15. Algunos países lograron avances muy rápidos en la era de los ODM”, observó.[related_articles]
Por ejemplo, señaló, Etiopía redujo la defecación al aire libre en 64 puntos porcentuales y Tailandia cerró la brecha de acceso entre los más ricos y los más pobres.
Eso muestra que es posible cuando los países reconocen la importancia de abordar las desigualdades en el acceso al agua, al saneamiento e higiene (WASH, en inglés), de los que derivan beneficios para la salud, la nutrición, la educación y la productividad económica, señaló.
Al ser consultado sobre la solución, Wijesekera dijo a IPS: “El saneamiento no es física cuántica, la mayoría de los países más ricos la dan por sentada”, respondió.
“Pero nuestra experiencia en el terreno en los países en desarrollo muestra que no se trata de que los gobiernos inviertan dinero y tecnología. También se trata de cambiar actitudes y comportamientos de la gente de a pie, y eso lleva tiempo”, indicó.
El saneamiento puede atenderse mejor si se invierte en la gente y en los sistemas a escala local para cambiar el comportamiento de las personas, y que el sector privado se involucre en ofrecer productos de buena calidad y asequibles, además de servicios para los pobres.
Los propios países deben estar al frente de la iniciativa, así como los donantes, las organizaciones internacionales y el sector privado, todos tienen un papel que cumplir para ofrecer fondos y experiencia.
También existe una mayor consciencia sobre la importancia del saneamiento como cimiento para el desarrollo humano y económico.
Muchos gobernantes hablan de esto, incluidos altos funcionarios internacionales, como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, o el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim.
“Necesitamos traducir el apoyo de alto nivel en medidas concretas para que la gente tenga acceso a lo que es su derecho humano: agua potable y saneamiento adecuado”, subrayó Wijesekera, de Unicef.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme