Proteger los manglares permite ganarse la vida en Sri Lanka

Pequeños árboles de manglar cuidados por las beneficiarias de la Federación de Pequeñas Pesquerías de Lanka ayudan a la laguna Puttalam a recuperar parte de su gloria natural. El éxito del programa llevó al gobierno a apoyar un proyecto nacional de 3,4 millones de dólares. Crédito: Amantha Perera/IPS
Pequeños árboles de manglar cuidados por las beneficiarias de la Federación de Pequeñas Pesquerías de Lanka ayudan a la laguna Puttalam a recuperar parte de su gloria natural. El éxito del programa llevó al gobierno a apoyar un proyecto nacional de 3,4 millones de dólares. Crédito: Amantha Perera/IPS

Los habitantes de la península de Kalpitiya, en el noroccidental distrito de Puttalam, en Sri Lanka, conocen muy bien la destrucción deliberada que sufre su bosque de manglar de 8.815 hectáreas y han decidido no quedarse con los brazos cruzados.

Kalpitiya posee el mayor bosque de manglar de Sri Lanka, la laguna Puttalam, así como ecosistemas de mangles más pequeños en la laguna Chilaw, 150 kilómetros al norte de Colombo.[pullquote]3[/pullquote]

En este país como en el resto mundo, los manglares sufren varios riesgos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que este ecosistema único, capaz de almacenar 1.000 toneladas de dióxido de carbono por hectárea en su biomasa, se talan a un ritmo entre tres a cinco veces mayor que otros bosques.

Un cuarto de los manglares del mundo ya se destruyó de forma irrevocable al influjo de la acuicultura, la agricultura, los desarrollos costeros no planificados ni sostenibles y la sobreesplotación de recursos.

En la costa occidental de Sri Lanka, a pesar del compromiso del gobierno de proteger lo que queda del bosque, el desmonte encubierto continúa, aunque a un ritmo menor. Y quizá siga disminuyendo gracias a un pequeño ejército de guardaparques, formados hace poco y muy abnegados.

Douglas Thisera, conocido como “maestro del manglar” se dedica a proteger los manglares desde hace dos décadas y media en el distrito noroccidental del distrito de Puttalam. Crédito: Amantha Perera/IPS
Douglas Thisera, conocido como “maestro del manglar” se dedica a proteger los manglares desde hace dos décadas y media en el distrito noroccidental del distrito de Puttalam. Crédito: Amantha Perera/IPS

Pobladores se convierten en guardaparques

Conocido como “maestro del manglar”, Douglas Thisera, un pescador devenido en guardaparque es director de conservación de la Fundación de Pequeñas Pesquerías de Lanka (Sudeesa), y pasa sus días recorriendo hasta el último rincón de la laguna Chilaw buscando señales de destrucción.

Thisera se dedica a replantar y conservar manglares desde 1992, así que conoce el bosque y a sus enemigos como la palma de su mano.

“De repente aparecen removedores de terreno y otra maquinaria para talar vastas extensiones de manglares, pero para cuando se alerta a las autoridades, la destrucción ya fue hecha”, explicó a IPS.

De esa forma ocurre la deforestación que, con anuencia estatal, comenzó a principios de los años 90, cuando un programa de cultivo de camarón con apoyo del gobierno se arraigó en la laguna, y empresas privadas, junto a otras vinculadas a dirigentes políticos, talaban los manglares de forma indiscriminada.

Thisera se esforzó durante años por promover la participación de la comunidad en los esfuerzos de conservación, pero se sentía luchando contra un Goliath.

En la actualidad, en el marco de un programa de conservación de manglares en la región, Thisera no solo tiene apoyo económico, sino que una red de pobladores tan capacitados como él para la tarea.

El proyecto está a cargo de Sudeesa, cuyo presidente Anuradha Wickramasinghe, considera que solo se puede esperar salvar al bosque del retroceso con la acción comunitaria. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.

La pobreza aqueja a la población de la noroccidental región costera y los últimos datos del gobierno indican que el ingreso de las familias pesqueras promedian los 16 dólares al mes y que 53 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza nacional.

El desempleo está 20 por ciento por encima del promedio nacional de 4,1 por ciento de la población económicamente activa.

Sudeesa creó un programa de microcréditos para incentivar los esfuerzos de conservación, diseñado especialmente para las mujeres.

A cambio de un préstamo con un interés realmente bajo para comenzar emprendimientos sostenibles, ellas cuidan árboles jóvenes, ayudan a replantar zonas boscosas y se encargan de prevenir la tala ilegal con fines comerciales.

Ya plantaron 170.000 árboles en un área de 860 hectáreas del distrito, y ahora trabajan para multiplicar ese número.[related_articles]

El futuro atado a la tierra

Las mujeres quedan a cargo de áreas precisas, la mayoría cerca de sus casas. Cuando hay una intrusión o tala ilegal, utilizan las redes locales o los teléfonos celulares para hacer correr la voz.

Thisera desempeña un papel crucial al actuar como intermediario entre las organizaciones locales y las redes de autoridades, que pueden activarse cuando las mujeres encienden la alarma.

Thisera señaló que los grandes intereses empresariales plantean la mayor amenaza a la población local. Pese a que una epidemia a fines de los años 90 diezmó la mayoría de los cultivos de camarones y dejó grandes tanques vacíos en los manglares, las compañías son reticentes a abandonar el área y muchas continúan pagando impuestos por las tierras que ocupaban.

“Quieren mantener una retención legal para otros fines”, explicó, como el turismo en la cima norte de la laguna Puttalam, reactivado tras el fin de la guerra civil en 2009.

“Los manglares forman parte de nuestra vida, nuestra cultura”, explicó Thisera. “Si los destruimos, nos destruimos a nosotros mismos”, alertó.

Confianza y autonomía

Hasta hace tres años, Anne Priyanthi, una viuda de 52 años con dos hijos, tenía dificultades para alimentar a su familia y no podía conseguir un préstamo por no “cumplir con los criterios”.

Pero en 2012, Sudeesa le otorgó un préstamo de unos 74 dólares, con los que puso un pequeño criadero de cerdos. Actualmente genera unos 182 dólares al mes,

Parece una miseria, pero le permite mantener a sus hijos en la escuela y en esta zona empobrecida, eso es un éxito monumental.

Desde 1994, Sudeesa ha otorgado 54 millones de rupias (unos 400.000 dólares) a 3.900 mujeres en el distrito de Puttalam. Responsables de la organización dijeron que 75 por ciento de los préstamos se devuelven.

Mientras ayudan a conservar los manglares, miles de mujeres logran ganarse una vida mejor para ellas y sus familias y ya no están pensando en cada momento de dónde sacarán la próxima comida. Crédito: Amantha Perera/IPS
Mientras ayudan a conservar los manglares, miles de mujeres logran ganarse una vida mejor para ellas y sus familias y ya no están pensando en cada momento de dónde sacarán la próxima comida. Crédito: Amantha Perera/IPS

Ahora el programa pertenece a una organización llamada Sudeesa Social Enterprises Corporation, que tiene unas 683 mujeres accionistas.

“Las accionistas a cargo de la organización son quienes deciden los préstamos, el plan de reembolso y el seguimiento de los casos morosos”, explicó la contadora Mala Appuhami.

Los microcréditos no operan de forma estándar, los intereses son inferiores al tres por ciento, y como las mujeres forman parte de la comunidad, están más interesadas en ayudarse entre ellas que en perseguir a las deudoras.

En un país donde el desempleo femenino es 2,5 veces superior al masculino, un programa de conservación y sustento representa un oasis en el desierto para las mujeres de Puttalam, en especial para las de mayor edad y sin educación formal, con muchas dificultades para encontrar un trabajo remunerado en el distrito.

Suvineetha de Silva, responsable de créditos, dijo a IPS que se notó un cambio en la actitud de las mujeres, que ya no están desaliñadas ni tímidas, ahora tienen la confianza de quienes se hicieron cargo de sus asuntos.

Y lo mejor es que los manglares de Puttalam tienen una posibilidad de seguir existiendo gracias al cuidado de estas decididas mujeres.

En el mundo se estima que 100 millones de personas viven en el entorno de los bosques de manglar.

¿Qué impacto tendría en la biodiversidad si todas ellas siguieran el ejemplo de Sri Lanka?

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme

Este artículo forma parte de una serie especial titulada “El futuro es ahora: dentro de las comunidades más sostenibles del mundo”.

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