A sus 74 años, Carmen López es un ejemplo de que nunca es tarde para aprender. Ella es una de las 412 personas alfabetizadas en este municipio del centro de El Salvador y rebosa satisfacción por su logro.
“Me entristecía no poder hacer una carta ni un recibo, pero ahora me siento feliz porque ya puedo hacerlo”, dijo a IPS esta mujer, durante el acto oficial en el que autoridades del Ministerio de Educación declararon a Tapalhuaca, con 4.000 habitantes, como un municipio libre de analfabetismo.
Esa declaratoria se da cuando han aprendido a leer y a escribir 96 por ciento de los habitantes de una localidad, y en el caso de este municipio del departamento de La Paz lo logró 97,7 por ciento de la población.[pullquote]3[/pullquote]
Al igual que López, Maximina Velasco, de 61 años, siente que derribó el muro de la ignorancia cuando decidió matricularse en los cursos para aprender a leer.
“Cuando era niña fui a la escuela, pero no terminé el primer grado porque un profesor me desesperó, me pegaba”, recordó, mientras lápiz en mano escribía aplicadamente vocales y consonantes, durante una de las clases que recibe en su casa, dentro de un sistema donde los cursos mezclan aprendizaje en grupo e individual.
El tiempo para el aprendizaje tuvo que acortarse porque debía comenzar a preparar el almuerzo para su familia, un aspecto que afecta a muchas mujeres adultas que participan en el programa.
La alfabetizadora, Yanci Cubías, de 16 años, es una de las 130 personas voluntarias que enseñan en este pueblo, que vive mayormente de la agricultura. Dedica dos horas diarias, 10 a la semana, a ayudar en la alfabetización de adultos.
“Al principio me costó ganar la confianza de quienes he alfabetizado, pero con el tiempo todo marchó bien y se convirtió en una experiencia inolvidable”, comentó Cubías.
El analfabetismo se enraizó en este país de 6,2 millones de habitantes debido a muchas décadas de injusticias sociales que privaron de educación a la mayoría de la población, sobre todo en el campo, donde laboraban como braceros en las fincas de café y algodón de la oligarquía que despuntó en el siglo XIX.
“Es una deuda histórica, desde hace mucho una parte de la población ha estado marginada de la enseñanza”, apuntó a IPS la activista Maydé Recinos, de la Fundación Salvadoreña para la Promoción Social y el Desarrollo Económico (Funsalprodese).
Esa organización es una de las que conforman el capítulo salvadoreño del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe.
Tanto López como Velasco, que se han dedicado a atender a sus familias y ayudar a sus maridos en algunas faenas del campo, han logrado superar un obstáculo que sigue siendo una pesada carga para muchas mujeres del país: por décadas, el analfabetismo se ha ensañado más contra la población femenina, por el machismo reinante.
El Programa Nacional de Alfabetización del gobierno salvadoreño cierra 2014 con 200.000 personas alfabetizadas a nivel nacional desde 2009. Gracias a ello, el índice de analfabetismo en personas mayores de 10 años ha bajado de 17,9 por ciento en 2009 a 11,8 por ciento, según datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2013.
De ese porcentaje general de personas iletradas, 7,3 puntos porcentuales son mujeres, mientras que 4,5 puntos son hombres.
En el área rural, en particular, el índice de analfabetismo sube hasta 18,9 por ciento, de los que 11 puntos porcentuales corresponden a las mujeres y 7,9 puntos porcentuales a los hombres.
La disparidad de género “se da por la cultura machista, los papás decían: que estudien los hombres y las niñas que haga los oficios domésticos”, señaló a IPS la jefa del Departamento de Alfabetización del Ministerio de Educación, Angélica Paniagua.
López recordó cómo, cuando era niña, sus padres la matricularon en la escuela, pero faltaba muy a menudo a clases porque la obligaban a ayudar con los quehaceres domésticos.
“Me gustaba la escuela, pero me dejaban sola en la casa haciendo el oficio”, señaló, “así que perdía muchas clases, y al final me sacaron”.
Ese patrón mejorará en la medida en que el Estado apueste más a la educación en el país, sobre todo incremente la cobertura de la escuela primaria, y que los niños y niñas no solo accedan a ella, sino que la finalicen, dijo Mirna Lemus, de la Asociación Intersectorial para el Desarrollo Económico y el Progreso Social (Cidep).
En su tercer y último informe sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el gobierno reportó a principios del 2014 que la cobertura de la educación primaria pasó de un índice de 86 por ciento en 2000, a 93,1 por ciento en 2012, una mejora de siete puntos porcentuales.
Pero la deserción escolar, en especial en el sector rural, sigue siendo mayor en las niñas que en los niños, según especifica la última encuesta de hogares.
La disminución del analfabetismo se considera significativa, pero aún es insuficiente para alcanzar en un año más las metas educativas de los ODM.
El segundo de los ocho ODM establece el logro de la educación primaria universal y fija como metas específicas la cobertura universal de ese nivel educativo, la finalización del sexto grado y la eliminación del analfabetismo entre la población de entre 15 y 24 años.
“Todavía nos falta para llegar a las metas, pero con los esfuerzos que estamos haciendo consideramos que el país va a avanzar más en el próximo quinquenio”, dijo la funcionaria Paniagua.
Las autoridades educativas tienen proyectado declarar libre de analfabetismo a El Salvador en 2019, cuando finalice el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, un excomandante guerrillero y antiguo maestro que asumió la Presidencia en junio. Esa declaratoria vendría cuando 96 de todos los salvadoreños sean letrados.
Organizaciones civiles señalaron que bajar seis puntos porcentuales el analfabetismo es un logro importante, pero se requiere de un mayor empuje, sobre todo financiero.
Las voceras de Cidep y de Funsalprodese señalaron que el gasto social dedicado a educación debe alcanzar a siete por ciento del producto interno bruto, mientras actualmente se encuentra estancado en 3,3 por ciento, en parte por la estrechez financiera del Estado, según reconocen los especialistas consultados y personas alfabetizadas.
“Es aún insuficiente para cubrir las grandes necesidades imperantes en el país en educación”, acotó Recinos, de Funsalprodese.
Mientras tanto, Maximina Velasco reiteró a IPS, con un rostro iluminado por una gran sonrisa, que tiene la firme convicción de mantener viva la llama de la lectura y escritura, para nunca más regresar al analfabetismo que la mantuvo ciega para las letras casi toda su vida.
Editado por Estrella Gutiérrez