Dieciocho organizaciones no gubernamentales (ONG) y sindicatos de todo el mundo solicitaron al Banco Mundial que refuerce una serie de cambios que la institución multilateral aplicará a su informe anual sobre las facilidades que tiene el sector privado para hacer negocios en cada país.
El Banco Mundial está en las etapas finales de la actualización de su informe Doing Business (hacer negocios), uno de los análisis más influyentes de la institución con sede en Washington aunque también uno de los más polémicos. La primera ronda de cambios, programada para entrar en vigor en octubre, es insuficiente, según sus críticos.
El lunes 25, las 18 organizaciones de la sociedad civil solicitaron al Banco Mundial que tome “medidas urgentes” para implementar “cambios significativos” a la reforma de Doing Business.[pullquote]3[/pullquote]
En particular, le pidieron al banco que tome más en cuenta las minuciosas recomendaciones que realizó en 2013 una comisión de revisión externa, encargada por la propia institución y presidida por Trevor Manuel, exministro de Planificación y Finanzas de Sudáfrica.
«Parece que se ignorarán los defectos que encontró la comisión independiente… y sus recomendaciones están lejos de implementarse, aunque tuvieron el respaldo de un amplio coro de organizaciones de la sociedad civil y de accionistas”, destacó Aldo Caliari, director del Proyecto Repensar Bretton Woods en el Center of Concern, una organización católica dedicado a la investigación y con sede en Washington.
Si bien la misión del Banco Mundial es la lucha contra la pobreza en el planeta, Caliari y otros discuten si los indicadores del informe Doing Business son adecuados para los países pobres, mientras que otras voces aseguran que son francamente perjudiciales.
Tanto estudios de la sociedad civil como la comisión Manuel señalaron “la escasa relevancia que tienen… los indicadores para las reformas que importan a las pequeñas y medianas empresas en los países en desarrollo», según Caliari. “Parecen mucho más orientados a apoyar las operaciones de las grandes empresas transnacionales en esos países”, añadió.
El informe Doing Business adquirió un peso enorme en el Sur en desarrollo desde que se comenzó a editar en 2003, y se cree que lo utilizarían como texto de referencia 85 por ciento de los responsables políticos del mundo.
El núcleo del informe sigue siendo un ranking de países, conocido como el índice de “Facilidad para hacer negocios”, que se basa en una compleja serie de indicadores relativos a las facilidades para las empresas. El alto perfil del índice condujo inevitablemente a la competencia de los gobiernos por subir puestos en la clasificación y así atraer la inversión extranjera.
Sin embargo, una consecuencia directa de esta competencia es que los gobiernos deben cumplir con un conjunto uniforme de recomendaciones, como la reducción de impuestos y salarios y el debilitamiento general de las normas que regulan al sector privado, lo cual pone en peligro a los pobres, sostienen sus detractores.
«La función del informe es informar a la política, no exponer una posición normativa, como hacen los rankings”, escribieron las 18 organizaciones de la sociedad civil al presidente del Banco Mundial, Jim Kim, el 29 de julio.
El informe Doing Business debe apuntar a un desarrollo dirigido y decidido por los propios Estados y apreciar “la importancia de las circunstancias, la etapa de desarrollo y las opciones políticas” de cada país, exhortaron.
En sus recomendaciones de junio, la comisión Manuel exhortó al banco a que abandonara el sistema del ranking. “Es la decisión más importante que enfrenta el Banco con respecto al informe Doing Business”, precisó.
Se mantiene, pero con reformas
En respuesta, el banco está reformando la metodología de su clasificación, lo cual incluye la ampliación de su análisis para utilizar los datos de dos ciudades en la mayoría de los países, y no solo de una como hacía antes.
En términos más generales, el Banco Mundial seguirá ofreciendo una puntuación relativa para cada país, pero reducirá la importancia de la clasificación específica.
«Este enfoque proporcionará a los usuarios información adicional al mostrar las distancias relativas entre las economías en las tablas de clasificación», señalaba un anuncio sobre los cambios en abril.
«Al destacar dónde se aproximan las puntuaciones de las economías, el nuevo enfoque reducirá la importancia de la diferencia en el ranking. Y al revelar dónde las distancias… son relativamente mayores, se reconocerá a los gobiernos que aplican reformas, pero que aún no ven los cambios en el ranking”, agregó el anuncio.
Algunos académicos criticaron las recomendaciones de la comisión Manuel.
«El informe Doing Business no es un ejercicio de investigación, es una herramienta de formulación de políticas. Debido a la clasificación tiene un valor singular, en particular para los países que tienen un largo camino por recorrer en la reforma económica”, sostuvo a IPS el investigador Scott Morris, del Centro para el Desarrollo Global, una organización con sede en Washington.
«Es un ejercicio de relaciones públicas, pero con indicadores razonablemente sólidos que lo fundamentan, y es la fusión de estas dos cosas que hace que Doing Business tenga valor en el mundo de la política”, opinó.[related_articles]
¿Creación de empleos dignos?
Sin embargo, otros advierten que los rankings son problemáticos en sí mismos, aun con cambios.
Las reformas “no son satisfactorias, ya que los rankings seguirán influyendo en la agenda política de muchos países en desarrollo, a pesar de sus fallas metodológicas”, advirtió Tiago Stichelmans, analista de la Red Europea sobre Deuda y Desarrollo, en un correo electrónico.
«El problema de los rankings es el hecho de que se basan en medidas de regulación en una sola ciudad para todos los países y, por lo tanto, son irrelevantes para muchas comunidades”, señaló. “También tienen un sesgo a favor de la… desregulación, que tienen un impacto limitado en el desarrollo”, añadió.
«Pasar de la promoción de las tasas impositivas bajas y la desregulación laboral a la creación de empleos dignos sería un paso en la dirección correcta», según Stichelmans.
Algunas ONG proponen la inclusión de indicadores de corrupción y derechos humanos, “pero esto debe ir acompañado de una modificación drástica” del informe, concluyó.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga