Embarazo, VIH, malaria… y una píldora más

La malaria es particularmente peligrosa para las embarazadas que son VIH positivas y sus bebés. Dormir bajo un mosquitero y tomar píldoras antipalúdicas son algunas de las medidas preventivas. Crédito: Mercedes Sayagués/IPS

La zambiana Martha Nalishupe se debate entre incluir una píldora más a su tratamiento diario de antirretrovirales o correr el riesgo de perder su embarazo.

Además de cumplir con su terapia antirretroviral contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), ahora tiene que agregar una pastilla para prevenir la malaria o paludismo.

Solo debe tomar los fármacos contra la malaria tres veces cada cuatro semanas, hasta que dé a luz, pero Nalishupe tiene sus prevenciones. “Ya trato de tomar mis antirretrovirales, ahora estas píldoras… No me gusta tomar pastillas, dejan un retrogusto en mi boca, pero la enfermera dijo que si contraigo paludismo puedo perder mi embarazo”, explicó.

Ruth Malikaso está embarazada de cinco meses y es VIH negativa. Realiza tratamiento de profilaxis contra la malaria con el fármaco Fansidar. “Me produce náuseas” pero, por otro lado, “no quiero enfermarme cerca del parto”, dijo.

L partera de ambas, Keren Zulu, es categórica con las mujeres de la clínica de Chawama, en las afueras de Lusaka.

“Si creo que no toman su medicación, las hago tomarla frente a mí. Eso no siempre me convierte en la partera preferida, pero no participo en un concurso de popularidad”, señaló a IPS.

Zulu sigue el protocolo de la Organización Mundial de la Salud (OMS): todas las embarazadas de áreas con alta prevalencia de malaria reciben tratamiento preventivo en el segundo trimestre de gestación y deben dormir protegidas con mosquiteros tratados con insecticida.

Para las embarazadas que son VIH positivas, la OMS recomienda un tratamiento con el antibiótico Septrin, y para las demás, las tres pastillas de Fansidar.

La malaria es particularmente peligrosa para las mujeres embarazadas porque baja su inmunidad. La OMS la califica como un problema sanitario importante, con efectos adversos como anemia, bajo peso al nacer, prematuridad, muerte materna, muerte del feto y aborto espontáneo.

Zulu dijo que vale la pena soportar los efectos secundarios de la medicación durante un par de días.

“He visto a demasiadas madres y bebés morir o sufrir por no haber cumplido este simple tratamiento”, señaló.

Para mujeres VIH positivas como Nalishupe, la situación es especialmente precaria. En un sistema inmunológico comprometido como el suyo, la malaria severa aumenta la carga viral y acelera el avance hacia el sida.

La investigación sugiere que la infección con malaria durante el embarazo puede aumentar el riesgo de transmisión del VIH de madre a hijo en el útero, durante el parto y al amamantar.

Valentina Buj, especialista en salud del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), enfatizó la necesidad de los cuidados prenatales y de la prevención de la malaria.

“Las infecciones con malaria son a menudo asintomáticas cuando el parásito se instala en la placenta”, explicó. Es vital que las mujeres sean diagnosticadas adecuadamente, porque los síntomas del paludismo son similares a los de un embarazo y a los de infecciones relacionadas con el VIH, como fiebre, náuseas, vómitos y dolor de cabeza.

Doble amenaza

La superposición geográfica de las epidemias de VIH y malaria plantea problemas especiales. Según un estudio de Unicef, la mayor carga de coinfecciones se registra en África, el continente con más carga de paludismo y donde viven más de tres cuartas partes de todas las mujeres infectadas con VIH.

Los más afectados por las coinfecciones de VIH y malaria son República Centroafricana, Malawi, Mozambique, Zambia y Zimbabwe, donde 90 por ciento de los adultos están expuestos al paludismo y la prevalencia promedio del VIH entre adultos supera 10 por ciento.

[related_articles]La OMS describe una interacción negativa: el VIH aumenta el riesgo de contraer malaria, así como el desarrollo de malaria clínica. A la inversa, la malaria aumenta la replicación del VIH, y un tratamiento antipalúdico puede fallar en adultos con VIH y baja inmunidad.

Las embarazadas que viven con VIH son dos veces más suceptibles a la malaria clínica, según Unicef, mientras que los niños y las niñas corren riesgos especiales.

La malaria en mujeres con VIH puede restringir el crecimiento fetal, causar bajo peso en bebés y reducir la transferencia de inmunidad madre-hijo a enfermedades infecciosas como la neumonía causada por estreptococo, el tétanos y el sarampión.

Tabúes

Kebby Musokotwane, médico del Ministerio de Desarrollo Comunitario, Salud Materna e Infantil, dijo a IPS que en Zambia una de cada seis embarazadas es VIH positiva. “Eso es bastante alto”, alertó.

Zambia realiza análisis de VIH a las embarazadas en la primera consulta prenatal. Aquellas a quienes el resultado da positivo son inmediatamente sometidas a tratamiento antirretroviral y contra la malaria.

El problema, dijo Musokotwane, es que muchas mujeres empiezan tarde los cuidados prenatales.

“Hay algunos mitos en torno a anunciar los embarazos antes de tiempo, así que las mujeres esperan hasta que estos están avanzados antes de ir a la clínica”, añadió.

Buj confirmó que la concurrencia a los servicios prenatales es muy baja en la mayoría de los países africanos.

Malikaso fue a la clínica solo para obtener su tarjeta prenatal en su último trimestre de gestación, lo que le asegurará una cama, un certificado de nacimiento y cuidados posnatales.

Los tabúes sobre hablar del embarazo retrasaron la primera visita de Malikaso a la clínica.

“Nos enseñan a no avisar al principio de la gestación porque se está llamando a la mala suerte”, explicó. “Culturalmente, se supone que una no debe anunciar a sus parientes políticos u otras personas de su entorno que ha estado manteniendo relaciones sexuales; ellos simplemente lo verán”, aseguró.

En Zambia, la malaria es la causa de 20 por ciento de las muertes maternas y, el sida, de 30 por ciento, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas.

Zambia distribuirá 5,6 millones de mallas mosquiteras tratadas con insecticida en 2014.

Esto es bueno, dijo Zulu, pero este año cumple su edad de retiro. “Esperaba ver eliminada la malaria de las embarazadas en el transcurso de mi vida”, se lamentó.

“La desesperanza que se apodera de mí solo es comparable a la indignación de saber que es una enfermedad prevenible, cuya solución radica en un pequeño cambio en la percepción que tiene la mujer sobre su salud”, enfatizó.

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