Tener acceso a la población de República Centroafricana, que padece lo que la ONU llama “limpieza étnico-religiosa”, una estructura estatal inexistente y una “brutalidad sectaria inaceptable”, es una tarea difícil y a veces mortal para los trabajadores humanitarios.
“Para todos en este país la seguridad es un desafío, porque (la situación) es muy inestable y violenta… El año pasado murieron nueve trabajadores humanitarios”, dijo Judith Léveillée, vicerrepresentante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la República Centroafricana, en diálogo con IPS desde Bangui.
“Nunca vi nada como esto, y esta es mi séptima misión”, señaló.
El conflicto empezó en 2012, cuando rebeldes musulmanes Séléka lanzaron ataques contra el gobierno. Durante los dos años siguientes, la violencia escaló según parámetros sectarios: las milicias cristianas antibalaka (antimachete) tomaron las armas contra los séléka.
Si bien los civiles musulmanes constituyen el grueso de las víctimas, los cristianos también han sido amenazados.
“Hay situaciones en las que no podemos acceder físicamente a las personas a las que necesitamos llegar porque las fuerzas que combaten lo impiden”, dijo a IPS el portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Steve Taravella.
“Las carreteras están bloqueadas, los convoyes son desviados, los suministros de alimentos son saqueados y, si no, hay ataques contra la población”, añadió.
En los últimos meses, debido al aumento de las fuerzas internacionales y a la salida masiva de musulmanes, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) registró un alto de las hostilidades en la capital.
No obstante, la violencia extrema y aleatoria de República Centroafricana crea una tupida maraña de problemas de seguridad para los trabajadores humanitarios que intentan llegar a unos 2,2 millones de personas que requieren ayuda.[pullquote]3[/pullquote]
“En un momento, la única carretera que va de Camerún a Bangui, que usamos como corredor para los alimentos, estuvo cerrada por completo, porque los conductores que llegaban de Camerún, y que eran principalmente musulmanes, no querían cruzar la frontera. (Durante semanas) tenían miedo”, dijo Fabienne Pompey, encargada de comunicaciones regionales del PMA radicada en el país, entrevistada por IPS.
“Ahora la carretera está abierta para el transporte de alimentos desde la frontera, pero usamos una escolta militar de la Misión de Paz de la Unión Africana en República Centroafricana (Misca)”, señaló.
Marie-Servane Desjonqueres, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en África central y austral, dijo a IPS que “la inseguridad y el bandolerismo van en aumento, y esto por supuesto es un problema muy grande para las organizaciones humanitarias… Es difícil conducir en las carreteras, y es complicado tener vehículos en el propio complejo, porque existe el riesgo de que los roben”.
Presencia internacional
La creación de un entorno seguro para la entrega de ayuda humanitaria en República Centroafricana y una mayor presencia de tropas internacionales fueron elementos clave de la recomendación de seis puntos que expuso el 20 de febrero el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Pero el personal humanitario sigue siendo blanco de ataques de grupos armados, informó la ONU el jueves 3.
De momento, las fuerzas militares internacionales en República Centroafricana están compuestas por unos 2.000 soldados franceses, bajo la misión Sangaris, y aproximadamente 6.000 de la Unión Africana, en el marco de la Misca.
Tras el pedido de Ban, la Unión Europea comprometió casi 1.000 efectivos para brindar más apoyo, pero esta fuerza todavía no se concretó.
Para Unicef y el PMA, el uso de escoltas armados permite llegar a áreas del país con graves problemas de seguridad.
“Nosotros actuamos con (escoltas de) de Sangaris o Misca… pero como último recurso”, explicó Léveillée.
“Es muy importante que mantengamos nuestra neutralidad. No necesariamente queremos que nos asocien con guardias armados”, agregó.
El 3 de marzo, Ban propuso una misión de la ONU de 12.000 efectivos. Se prevé que el Consejo de Seguridad del foro mundial vote la resolución aprobatoria la semana próxima, con miras a un despliegue en septiembre, dijo el miércoles 2 la actual presidenta del Consejo, la embajadora nigeriana Joy Ogwu.
Negociando el acceso
Aunque algunas organizaciones, como Médicos Sin Fronteras (MSF) y la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC) no apelan a custodia armada, negociar con las partes en conflicto es una herramienta universal en este tipo de operaciones humanitarias.
“No tenemos personal armado para tareas de seguridad, dependemos del respeto de las partes en conflicto”, dijo a IPS el jefe de la misión de MSF en Bangui, Sylvain Groulx.
“Buena parte de nuestra operación implica llegar (a la población) y dialogar”, añadió.
“Nosotros no llevamos armas y nunca usamos escoltas armados”, dijo a IPS el portavoz de la IFRC, Benoit Matsha-Carpentier. “De hecho, este es uno de nuestros principios”.
“Hay debates en curso, ya sea de alto nivel con el gobierno o por parte de los voluntarios… con quien sea que esté al mando para garantizar que (el personal humanitario) llegue con seguridad a quienes padecen necesidades”, agregó.
La IFRC tiene una red de sociedades específicas en cada país, que facilitan el apoyo en un ámbito local.
La sociedad nacional de la IFRC en República Centroafricana ha tenido un impacto importante en asistir a la Federación y a otras organizaciones humanitarias que se ven limitadas para hacer llegar la ayuda a la población centroafricana.
“Si es demasiado peligroso permanecer en el terreno, entonces (distribuimos la asistencia) mediante un socio local”, explicó Desjonqueres.[related_articles]
“Nuestro principal socio en República Centroafricana es la Cruz Roja (local), que tiene una red muy fuerte en todo el país y muchos voluntarios”, dijo.
Cambiando la perspectiva
“Uno de nuestros mandatos es difundir el respeto por el derecho humanitario internacional”, dijo Desjonqueres.
“Durante muchos años realizamos sesiones… para hablar sobre esas reglas básicas de humanidad que es necesario se respeten en tiempos de guerra, y que incluyen el pasaje seguro para los trabajadores humanitarios”, añadió.
Pompey enfatizó: “Estamos distribuyendo alimentos a quienes padecen necesidades, ese es nuestro criterio. Es muy importante repetir esto cada vez, para que las partes involucradas en el conflicto nos dejen ir”.
En la crisis de República Centroafricana, con miles de muertos y más de 600.000 desplazados, la ayuda es un objetivo inmediato, pero no una solución a largo plazo.
“La mejor opción será un acuerdo político” interno que ponga fin al conflicto, “y ayude a concretar la paz”, dijo Pompey.