Leroy Muzamani, de un suburbio pobre de la capital de Zimbabwe, viste una camiseta gastada, zapatos con infinitas reparaciones y unos pantalones que le quedan grandes, mientras espera junto al Departamento de Obras Públicas de Harare que lo escojan para trabajar por el día.
“Siempre estamos a la caza de empleos que ni siquiera existen. Desde las elecciones de 2002, muchos depositamos nuestras esperanzas en nuestros dirigentes políticos, pensando que solucionarían nuestros problemas de desempleo, pero no”, dijo Muzamani a IPS.
Este residente en el barrio de Highfield en Harare tiene la profesión de comerciante pero nunca consiguió trabajo como tal, y culpa al gobierno de no priorizar la situación crítica de los desempleados del país.
El Banco de la Reserva de Zimbabwe situó el desempleo en 10,7 por ciento, según el último dato oficial, de 2011. Pero el Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que 60 por ciento de la población económicamente activa del país carece de trabajo.
En consecuencia, igual que otros muchos zimbabwenses, Muzamani ha perdido la esperanza en el rumbo político de esta nación de África austral.
“Tenemos muchas preguntas sin responder en este momento, soportamos penurias, nos preguntamos quién cambiará realmente la dinámica de nuestra política para mejor. Los principales partidos políticos fracasaron y están enzarzados en las luchas internas por el poder”, dice.
La gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) está plagada de fisuras internas, mientras se dice que las distintas facciones luchan por suceder a su líder, el presidente Robert Mugabe, de 90 años y en el poder desde hace 33 años.
Se asegura que una facción del ZANU-PF está liderada por la vicepresidenta del país y del partido, Joice Mujuru, mientras que otra la encabeza el secretario de asuntos legales del partido, Emerson Mnangagwa.
El opositor Movimiento por el Cambio Democrático-Tsvangirai (MDC-T) también está plagado de divisiones, entre reclamos de que su líder, Morgan Tsvangirai, renuncie por su reiterado fracaso en las urnas desde 2002.
En febrero, el subsecretario general del MDC-T, Elton Mangoma, urgió a Tsvangirai en una carta a abandonar el cargo y a dar paso a un nuevo líder con ideas renovadas.
Pero esto no cayó bien a los partidarios de Tsvangirai, quienes impulsaron la suspensión de Mangoma. Esto causó ansiedad entre muchos zimabwenses como Muzamani, que consideran que los dirigentes políticos no les ofrecen esperanzas de un futuro mejor.
“Hay una confusión cada vez mayor entre los zimbabwenses respecto a qué líderes políticos encomendar sus esperanzas. Ahora dudan tanto de Mugabe como de Tsvangirai”, dijo a IPS el analista político Whatmore Makokoba.
Los líderes de la sociedad civil también se muestran escépticos en torno al futuro de los las mayores organizaciones políticas zimbabwenses.
[related_articles]“Al ampliarse las fisuras en ZANU-PF y MDC-T, para ellos el futuro se ve realmente incierto. Ambos pueden estar dirigiéndose a su Waterloo”, dijo Claris Madhuku, director de la Plataforma para el Desarrollo Juvenil, en diálogo con IPS.
El analista político independiente Malvern Tigere señaló a IPS que esto plantea la pregunta de “a quién seguirán los zimbabwenses ahora, entre un fracaso y otro”.
“Primero fue Mugabe el que infundió esperanzas a Zimbabwe, al independizarse de Gran Bretaña en los años 80, cuando llegó al poder. Pero su gobierno solo ayudó a disminuir las ganancias obtenidas durante la era colonial, y ahora muchos zimbabwenses miran a la era colonial con nostalgia”, explicó Tigere.
“Segundo, tenemos a Tsvangirai, quien despertó la esperanza de que Mugabe abandonara el poder, pero que ahora está envuelto en disputas por el liderazgo en su propio partido, desilusionando a millones de sus partidarios”, agregó.
Sin embargo, los principales partidos políticos del país no lo ven de esa manera.
“El ZANU-PF tiene una historia de incuestionable grado de unidad desde que se formó, hace medio siglo, y sigue siendo un partido político en el que los zimbabwenses confían hasta el día de hoy”, dijo a IPS el portavoz nacional del ZANU-PF, Rugare Gumbo.
El portavoz nacional del MDC-T, Douglas Mwonzora, confía igualmente en la dirección de su partido.
“El MDC-T es la única alternativa para el cambio real en Zimbabwe. Es un partido organizado que no fue sacudido por rumores falaces de fisuras divulgados por nuestros detractores”, dijo a IPS.
Pero el analista sociopolítico Brian Mateyo señaló a IPS que “si los principales actores políticos realmente están fallando, significa que hay terreno propicio para que surjan otras fuerzas políticas”.
David Chidende, encargado de programas para Información y Educación Juvenil para el Cambio de Comportamiento, no descartó el malestar civil.
“Pueden haber levantamientos promovidos por civiles, pero eso no es demasiado obvio. Los jóvenes tienen que adoptar una nueva estrategia y formar un movimiento masivo que luche por el curso democrático de este país. Los jóvenes de este país somos los más afectados, y si no actuamos, corremos el riesgo de sufrir de modo perpetuo”, dijo Chidende a IPS.
Muzamani analizó que tal vez esa sea la única manera de implementar un cambio político.
“Como gente común traicionada, un día las circunstancias nos forzarán a tomar el asunto en nuestras manos y a liderar la lucha por el cambio político por nuestra cuenta”, dijo Muzamani.