Rusos respaldan ocupación de Crimea

Un puesto en la frontera entre Rusia y Ucrania. La demarcación del límite suele ser endeble. Crédito: Susan Astray/CC2.0.

Elena Smolenskaya no duda un segundo cuando se le pregunta qué piensa sobre la intervención militar rusa en Crimea. Esta estudiante moscovita de 23 años está convencida de que el presidente Vladimir Putin no tuvo más opción que enviar soldados a esa península ucraniana.

“La acción militar fue necesaria para proteger al pueblo ruso en Crimea. Es por esto que la mayoría de los rusos apoyan lo que hace Putin. Él está protegiendo los intereses rusos”, dijo a IPS.

El punto de vista de Smolenskaya es bastante común –especialmente fuera de las principales ciudades del país, donde el apoyo a Putin siempre fue importante– y parece aumentar cada día.

Antes, las encuestas sobre la situación en Ucrania mostraban que la mayoría de los rusos estaban en contra de una intervención en los asuntos de su vecino occidental, pero el ánimo parece haber cambiado en las últimas semanas.

A esto se suma que el parlamento de Crimea votó a favor de integrarse a Rusia, además de adelantar para el 16 de este mes el referendo originalmente previsto para el 30, cuyo objetivo ahora será consultar sobre esa anexión.

Aunque durante el fin de semana hubo protestas en Moscú contra la ocupación, que fueron sofocadas rápidamente con el arresto de cientos de manifestantes, también las hubo, y mucho más grandes, a favor de la intervención. En la segunda ciudad de Rusia, San Petersburgo, más de 15.000 personas participaron en un acto de apoyo a la operación militar en Crimea.

Analistas locales dijeron que muchos rusos ven al nuevo gobierno en Kiev como fuertemente antirruso e integrado por peligrosos neofascistas. La imagen se vio reforzada cuando, poco después de que el expresidente ucraniano Viktor Yanukovych, amigo de Moscú, huyera del país, sus nuevos líderes propusieron una ley prohibiendo el ruso como idioma oficial.

En un sondeo realizado por la consultora rusa independiente Levada a fines de febrero, 43 por ciento de los encuestados describieron la crisis en Ucrania como un golpe de Estado violento, y casi la cuarta parte de ellos las categorizaron como una guerra civil.

Otra encuesta de la misma organización mostró que un tercio pensaban que el derrocamiento del régimen de Yanukovych estuvo liderado por nacionalistas ucranianos apoyados por agentes de servicios secretos de Occidente.

Los enfrentamientos en Ucrania oriental entre prorrusos y partidarios del nuevo gobierno de Kiev reforzaron estos puntos de vista.

Crimea fue parte de Rusia hasta 1954, cuando el entonces líder soviético Nikita Kruschev la convirtió en parte de la república de Ucrania, dentro de la Unión Soviética.

Ahora, al volverse la atención sobre Crimea, muchos coinciden con el argumento del Kremlin de que era necesaria una intervención militar para proteger a casi 60 por ciento de la población de la península,  conformada por ucranianos de origen ruso.

“El presidente Putin tiene razón y yo lo apoyo totalmente. Él solo quería proteger a la civilización ortodoxa (cristiana) que ha estado allí durante siglos. Temíamos lo que pudiera ocurrir si los neofascistas (de Kiev) tomaban el control aquí”, dijo Vasily Gomelsky, un empleado administrativo de 56 años en Moscú, en diálogo con IPS.

Los medios rusos, muchos de los cuales están formal o informalmente controlados por el Estado, han promovido ampliamente el mismo punto de vista.

[related_articles]El periódico nacional Komsomolskaya Pravda publicó una entrevista con un activista ruso de 20 años presente en Kiev durante las protestas proeuropeas conocidas como Euromaidán, afirmando que entre los manifestantes había “mercenarios alemanes y estadounidenses” que dirigían a miembros jóvenes del movimiento de extrema derecha Pravy Sektor .

Las críticas a la ocupación en todos los medios han sido escasas. Y en algunos casos, donde han aparecido han sido rápidamente acalladas por las autoridades.

El profesor Andrei Zubov, del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú –que fue fundado por y sigue funcionando bajo la órbita del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia– publicó un artículo en el periódico nacional Vedemosti condenando la intervención y comparando a Putin con Adolf Hitler.

En otra entrevista, dijo que el presidente ruso había “claramente perdido la cordura”.

A comienzos de esta semana lo despidieron, y dijo que creía que el Ministerio de Relaciones Exteriores había obligado a sus jefes a librarse de él.

Según algunos críticos, la destitución del profesor es un típico ejemplo de cómo se maneja el disenso en un gobierno ampliamente condenado por los activistas y por la comunidad internacional por su ofensiva contra los derechos humanos desde que Putin inició su última presidencia, en 2012.

La adopción de una controvertida legislación contra la “propaganda gay”, la ofensiva para limitar el accionar de las organizaciones no gubernamentales, la represión a los oponentes políticos y la intimidación sistemática a los activistas, entre otras medidas, causan gran preocupación entre defensores de los derechos humanos.

Otros advierten que el renovado apoyo a Putin por Crimea le permitirá implementar aún más restricciones a las libertades básicas.

“En general, la política exterior de Putin concita apoyo. El conflicto de Crimea le permitirá consolidar al país y, al final, la mayoría de la población lo apoyará. También le permitirá imponer restricciones adicionales al disenso”, dijo Nikolai Sokov, del Centro de Viena para el Desarme y la No Proliferación, a IPS.

La semana pasada, el parlamento ruso aprobó un proyecto de ley antiterrorista que confiere enormes potestades a las fuerzas de seguridad en casos de presunto terrorismo.

El texto incluye, entre otras cosas, muy criticados controles al uso de Internet. Pero se lo aprobó sin problemas, y un parlamentario dijo que los críticos solo tienen que ir a Kiev para ver por qué se necesitaba tanto esa ley.

“En realidad, los proyectos de ley se presentaron hace varias semanas, pero el conflicto de Ucrania garantizó que se los adoptara”, dijo Sokov.

La Agencia Estatal para el Monitoreo Financiero en Rusia dijo el miércoles 5 que había lanzado una investigación tras descubrir que ultranacionalistas ucranianos eran financiados por las mismas entidades donantes que algunas organizaciones no gubernamentales rusas.

La controvertida legislación obliga a las organizaciones de la sociedad civil rusas que reciben fondos del exterior a registrarse como “agentes extranjeros”, y deben ser evaluadas regularmente por las autoridades locales.

Tanya Lokshina, directora para Rusia de Human Rights Watch, dijo a IPS: “La noticia de la investigación es muy amenazante para todas las organizaciones no gubernamentales que reciben financiamiento del exterior”.

“La adopción de más leyes restrictivas es una posibilidad en el actual contexto de histeria antioccidental en los medios patrocinados por el Estado y leales” al gobierno, agregó.

Mientras, el apoyo a Putin entre los rusos comunes parece firme. Muchos dicen que es él, más que Occidente, quien busca evitar que la actual crisis escale hasta convertirse en una guerra.

“Algunos temían que (ocupar Crimea) pudiera conducir a una guerra, pero, como hemos visto, Putin ha actuado de modo sensato al respecto. Él está (defendiendo) los intereses rusos, no buscando la confrontación”, dijo Smolenskaya a IPS.

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