La historia de Feiza*, una joven de 18 años que fue secuestrada y violada, es un funesto testimonio de la situación que viven las mujeres en Zanzíbar, un archipiélago semiautónomo de Tanzania.
Feiza caminaba por una calle en el norte de Zanzíbar en enero cuando un hombre armado con un cuchillo la secuestró, la violó y luego huyó.
La rescató un transeúnte que telefoneó a su padre en busca de ayuda.
“No quiero recordar ese día, fue horrible”, dijo Feiza a IPS desde la casa de su tía, donde vive.
Su padre inició la persecución del violador y finalmente lo aprehendió. Pero la única justicia que buscó fue monetaria.
Resulta que el atacante de Feiza es el hijo de un hombre poderoso de la zona.
El padre de la muchacha dijo a IPS que, aunque está profundamente indignado por la violación, lo máximo que puede esperar es un acuerdo extrajudicial para preservar el honor de su familia.
El sistema legal, señaló, es demasiado corrupto para hacer justicia.
“Aunque uno vaya a la policía, arrestarán al sospechoso y lo liberarán al día siguiente”, dijo.
Estadísticas de los Centros de Intervención en Crisis de Violaciones en Zanzíbar muestran que se reporta un caso diario de violencia de género, incluyendo violaciones.
Según un estudio divulgado este mes por la Asociación de Mujeres de los Medios de Comunicación de Tanzania, los embarazos precoces y los matrimonios infantiles aumentan a un ritmo alarmante en Zanzíbar: entre 2012 y 2013 se reportaron 996 casos, en comparación con 398 en 2011.
Gladness Munuo, dirigente de la Asociación, dijo a IPS que los incidentes van en aumento pese a que activistas locales y donantes internacionales hacen esfuerzos para crear conciencia sobre la violencia de género.
“El resultado de nuestra investigación demostró más allá de toda duda que la violencia contra las mujeres todavía es rampante en Zanzíbar”, declaró.
Sin embargo, es posible también que se perciba un aumento porque la sociedad tiene más conciencia y denuncia los casos con más rapidez, admitió.
Lo cierto es que muy pocas denuncias llegan alguna vez a tribunales.
Asha Abdul, activista de la Asociación, atribuyó el aumento de los ataques violentos a las mujeres a varios factores, como la creciente impunidad.
“La policía es el principal obstáculo, no hace su trabajo como debe en los casos de violación. Es por eso que la mayoría de las víctimas no están dispuestas a presentar denuncias”, dijo. A consecuencia, muchos perpetradores ni siquiera son acusados o investigados por sus delitos.
Según Abdul, la escasa investigación expone a las víctimas de violaciones y las hace más vulnerables a la estigmatización. En algunos casos, los testigos se rehúsan a aportar evidencias por temor a que sus comunidades los aíslen.
La policía reconoce que a menudo víctimas y testigos de ataques violentos no presentan prueba sólidas para encausar a los sospechosos.
Mkadam Jamis, comandante de la Policía Urbana de la Región Oeste, desestimó las acusaciones de incompetencia. En una entrevista con IPS dijo que los policías están trabajando de acuerdo con la ley y tienen la responsabilidad de proteger a todas las personas y sus bienes con independencia de su estatus.
“Nuestra tarea es proteger a los ciudadanos, seguimos los criterios legales cuando investigamos casos de abuso. No es verdad que no estamos haciendo nuestras investigaciones de modo adecuado”, dijo.
La Asociación sostiene que tribunales, jueces y fiscales carecen de las habilidades para manejar casos de violencia de género, y esto hace que los juicios duren años, que aumente la intimidación de víctimas y testigos y, en definitiva, que muchas demandas se retiren.
[related_articles]Pero el jurista Walid Adam, de la Dirección de Juicios Públicos de Zanzíbar, dijo a IPS que es probable que las organizaciones de derechos humanos estén reaccionando de modo exagerado porque abogados y jueces son profesionales calificados con vasta experiencia para manejar esos casos.
“No tengo duda de que los miembros del Poder Judicial están haciendo muy bien su trabajo, no subestimemos sus capacidades”, señaló.
Adam destacó que es frecuente que la gente destruya evidencias básicas antes de denunciar un delito. Por ejemplo, los padres de las jóvenes violadas las hacen bañarse, indicó.
“Incluso quienes saben que este no es el procedimiento a seguir, encuentran muy difícil dejar a su hija en ese estado. Pero en el momento en que se bañan, la evidencia se pierde”, explicó.
* Nombre ficticio para proteger la identidad.