“No puedo esperar a volver a casa”, dijo Celeste Edjangue, una refugiada de la República Centroafricana en la Región Oriental de Camerún, en diálogo con IPS.
Otra refugiada centroafricana, Denise Atteh, confirmó: “Es un sentimiento maravilloso, y espero que este caos finalmente llegue a su fin, para que podamos regresar a casa”.
Ambas son dos de los 52.000 refugiados de la República Centroafricana que llegaron a este país vecino huyendo de la violencia sectaria en su tierra.
Su renovado optimismo se debe a la renuncia del presidente interino de su país, Michel Djotodia, así como la de su primer ministro, Nicolas Tiangaye. Djotodia había tomado el poder en un golpe de Estado en marzo.
Los dos jerarcas dimitieron el viernes 10 durante la Cumbre Extraordinaria de la Comunidad Económica de Estados de África Central (ECCAS), que tuvo lugar ese día y el anterior en Chad.
“Esto debería haber ocurrido mucho antes”, dijo Atteh a IPS sonriendo.[related_articles]
“Usted no se imagina lo que significa dejar su país, su casa y sus propiedades y escapar hacia otro país. Es difícil de soportar”, añadió.
En Bangui, la capital centroafricana, hubo celebraciones en las calles cuando se supo la noticia de que Djotodia había renunciado.
“La gente tiene esperanza de que, por fin, las matanzas, las mutilaciones y el horrible derramamiento de sangre puedan llegar a su fin”, dijo a IPS por teléfono desde Bangui el embajador interino de Camerún en la República Centroafricana, Nicolas Nzoyum.
El diplomático agregó que la esperanza de volver a la paz se ve reforzada por el hecho de que los rebeldes Séléka, que apoyaban a Dojotodia en el poder, hacía ya tiempo que se habían vuelto en su contra.
La paciencia que la comunidad internacional le tenía a Djotodia también se agotó, lo que se sumó a las intensas presiones para que dimitiera.
Al anunciar la renuncia de Djotodia el 10 de este mes en N’Djamena, Chad, Ahmat Allami, secretario general de la ECCAS, dijo que, si Djotodia no lograba restablecer la paz, “debería dejar espacio para alguien más”.
Bajo la Carta del Consejo Nacional de Transición (parlamento), hay que elegir un presidente interino en un plazo de 15 días a partir de su renuncia. A tal fin, este lunes 13 el órgano legislativo, presidido por Alexandre Ferdinand Nguendet, inició las consultas con políticos y representantes de la sociedad civil.
La vicepresidenta del Consejo, Lea Koyassoum Doumta, dijo que el nuevo líder “debe ser alguien que pueda unir a los centroafricanos, restablecer la seguridad, aliviar las tensiones, hacer que todos vuelvan a trabajar y cimentar el camino para elecciones libres, democráticas y transparentes”.
Pero la partida de Djotodia también puede traer problemas aún mayores para la nación devastada por la guerra. Con un gobierno de transición débil, un veloz regreso a la paz parece poco probable.
Según el analista camerunés Ntuda Ebode, la propia naturaleza del conflicto hace bastante difícil un regreso a la paz.
“El conflicto tiene múltiples facetas. Inicialmente fue político, pues los rebeldes Séléka buscaron tomar el poder derrocando al (entonces) presidente François Bozizé”, señaló a IPS.
“Pero apenas el presidente fue derrocado, las nuevas autoridades no lograron mantener la cohesión interna, y la consecuencia fue que el conflicto se salió de su ámbito puramente político, y se volvió, a la vez, social y militar”, explicó. “Y las escisiones religiosas son tan profundas que llevará mucho tiempo sanarlas”, reflexionó.
Un comunicado del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, leído a los jefes de Estado y de gobierno presentes en la reunión de la ECCAS en N’Djamena, confirmó estos temores.
“Los acontecimientos del año pasado han causado un daño profundo a las relaciones entre las comunidades musulmana y cristiana en la República Centroafricana. La desconfianza es alta y la violencia ha alimentado la indignación y la sed de venganza”, planteó Ban.
“La situación de seguridad se deterioró gravemente en las últimas semanas, con niveles sin precedentes de violencia en las comunidades”, señaló, para agregar que el riesgo de que haya mayor convulsión por motivos religiosos “es real y plantea un peligro a largo plazo para el país”.
Por lo menos 1.000 personas fueron asesinadas desde que estalló la crisis el año pasado, y alrededor de un millón tuvieron que huir de sus hogares.
La Unión Africana ha apostado unos 6.000 soldados en la República Centroafricana, junto con 1.600 efectivos desplegados por la expotencia colonial, Francia.