Lydia Njang, viuda y madre de cinco hijos en la Región del Noroeste de Camerún, perdió sus cultivos en tres ocasiones.
La primera fue cuando su esposo murió y los parientes de este heredaron la propiedad. Ellos le cedieron otra parcela para que pudiera trabajar, pero debió abandonarla cuando su cuñado se casó. Finalmente le permitieron cultivar una tercera porción de tierra, que perdió cuando decidieron venderla.
“Me quedé con un terreno muy pequeño, de 150 metros cuadrados, donde solamente puedo cultivar maíz. Pero esto no es suficiente para alimentar a mi familia. Antes tenía granjas en lugares muy fértiles y solía vender los excedentes de mis cosechas, pero ya no tengo derecho a cultivar aquí”, dijo Njang a IPS.
Mary Fosi, de la Fundación Myrianthus Fosi, organización no gubernamental dedicada a promover el desarrollo sostenible en Camerún, dijo a IPS que la experiencia de Njang era común en esta nación de África occidental.
“Los ricos compran grandes terrenos para invertir en ellos, dejando a los miembros de las comunidades pobres, en especial a las mujeres, sin nada para plantar y peleándose por los pequeños predios remanentes”, dijo Fosi.
Aunque la economía camerunesa registra un crecimiento de 4,9 por ciento, es claro que las ganancias no se distribuyen de forma equitativa.[related_articles]
El estudio Perspectivas Económicas de África señala que, aunque Camerún cuenta con una gran riqueza natural, “los ingresos obtenidos por la explotación de los recursos, y del petróleo en particular, no se han canalizado de modo suficiente en inversiones estructurales en la infraestructura y en los sectores productivos”.
De los 20 millones de personas que se estima viven en Camerún, 8,1 millones viven en áreas rurales, de los cuales solo 14 por ciento tienen acceso a electricidad.
Esto es significativamente menos que en las áreas urbanas donde, según el Banco Mundial, entre 65 y 88 por ciento de la población cuenta con energía eléctrica.
Para que los pobres se beneficien del crecimiento económico es necesario que participen en la toma de decisiones que los afectan, dijo a IPS el subdirector del Departamento de Ingeniería Rural y Mejoramiento del Entorno Agrario de Camerún, Celestin Ondoa.
“En el pasado, los principales actores, como las mujeres vulnerables, los jóvenes, los indígenas y otros grupos marginados, fueron excluidos de la formulación y de la planificación de los esfuerzos de desarrollo”, señaló Ondoa.
“Las comunidades en Camerún carecen de acceso a servicios básicos y están marginadas de las oportunidades sociales y económicas. Estas poblaciones tienen que lidiar con conflictos agrarios, mala infraestructura, corrupción y acaparamiento de tierras, lo cual se ve agravado por la degradación ambiental”, añadió.
Según Princely Njong, uno de los organizadores de las Audiencias Públicas sobre Equidad y Sostenibilidad, realizadas en comunidades locales, los cameruneses desean que se incluya una reforma agraria en una política de reducción de la pobreza.
Esas audiencias son parte de un proyecto de la Iniciativa para la Igualdad, organización internacional de investigación y difusión que abre vías para que los más pobres y excluidos se expresen y puedan influenciar el diálogo mundial sobre desarrollo sostenible.
“Las comunidades locales quieren que el desarrollo reciba apoyo concreto, con la creación de clínicas, calles, escuelas y acceso a tierra, ingresos agrícolas y mercados”, dijo Njong a IPS.
Actualmente, el sistema de tenencia de tierras en Camerún dificulta que los ciudadanos adquieran títulos de propiedad, pues eso implica un costoso y largo proceso administrativo que solo los más adinerados pueden pagar.
Según la Ley de Tierras de 1974, todos los terrenos no registrados del país son propiedad del Estado. Esto incluye también a aquellos que son cultivados u ocupados históricamente por comunidades.
En Camerún, “solo aproximadamente tres por ciento de los predios rurales están registrados, en su mayoría a nombre de propietarios de grandes granjas comerciales”, según la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Camerún también tiene sufre el problema del acaparamiento de tierras. Cientos de miles de hectáreas han sido arrebatadas a comunidades.
En el sur del país, el gobierno arrendó gran parte de los terrenos forestales, unas 47.000 hectáreas, a la compañía internacional United Forest Cameroon. En 2012 aceptó devolverles 14.000 hectáreas a las comunidades locales.
En el Parque Nacional Korup, en el sudoeste del país, una firma agrícola con sede en Nueva York, Herakles Farms, planea iniciar una plantación de palmas aceiteras en 73.000 hectáreas.
Y en la Región del Noroeste, la comunidad indígena mbororo acusa al millonario Alhadji Baba Ahmadou Danpullo de haberle robado su tierra. Los mbororos son tradicionalmente pastores nómadas.
Pero Deborah Rogers, coordinadora global de las Audiencias Públicas sobre Equidad y Sostenibilidad, dijo a IPS que “encontraron una forma de llevar a los más pobres y marginados directamente a los debates regionales y mundiales”.
“Esto no es una investigación, sino un esfuerzo para empoderar a las personas, para que tengan una voz directa y colectiva, que es mucho más fuerte que la de individuos aislados o que los pensamientos de los grupos de la sociedad civil”, añadió.
En la pequeña aldea de Nshi-o-doh in Ndu, en la Región del Noroeste, Irene Kimbi sabe bien qué podría mejorar su vida: la creación de una cooperativa agraria. Las 1.500 personas que viven allí cultivan frijoles, maíz y papas.
“Eso nos ayudaría a afrontar las dificultades de cultivo y del mercado, así como a reducir la pobreza en nuestra comunidad”, dijo a IPS.