Las autoridades de Zimbabwe esperan que la aplicación de las nuevas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la lucha contra el sida refuerce la cobertura de la terapia antirretroviral contra la enfermedad, pero los expertos temen que una menor adhesión al tratamiento limite sus beneficios.
Cada mes, decenas de personas que viven con el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) se reúnen en la Clínica de Infecciones Oportunistas de Mpilo en Bulawayo, la segunda ciudad de Zimbabwe, para recibir medicamentos antirretrovirales gratuitos que les han mejorado sus vidas.
Sindiso Buzwani* debería estar en la clínica, pero este mes no fue. Cuando se le preguntó por qué dejó de tomar la medicación a pesar de su delicado estado de salud, el hombre de aspecto frágil y de unos 40 años, reaccionó con ira. “Todo el mundo está enfermo. ¿Por qué me pregunta por qué no estoy tomando las medicinas? ¿Acaso usted toma las suyas?”
Actitudes como la de Buzwani son parte de un problema cada vez mayor que contribuye a provocar muertes derivadas del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), mientras este país de África austral, con poco más de 12 millones de habitantes, se esfuerza por aplicar la terapia antirretroviral (TA).
Algunos de los pacientes que abandonan el tratamiento mencionan como excusa los efectos secundarios de los medicamentos, y otros dicen que los fármacos son desagradables, pero Buzwani no reveló sus motivos.
En noviembre de 2013, el Ministerio de Salud y Bienestar Infantil informó que, tras la aprobación de las nuevas pautas de la OMS, el número de personas que necesitan la TA aumentó 50 por ciento, pasando de 800.000 a cerca de 1,2 millones.
La nueva recomendación de la OMS propone reclutar a los pacientes para que reciban la TA antes, una vez que su recuento de células CD4 cae a 500, en comparación con el límite anterior, de 350.
Las células CD4 son un tipo de glóbulo blanco que combate las infecciones. Su número puede reducirse peligrosamente cuando son atacadas por el VIH.
Las nuevas directrices también cambiaron la estrategia para prevenir la transmisión de VIH de madre a hijo. Antes se recomendaba a las mujeres que no amamantaran a sus bebés con el fin de reducir el riesgo de transmisión a los recién nacidos.
Pero ahora se les sugiere a las madres seropositivas que les den solamente leche materna durante seis meses, mientras cumplen rigurosamente con la TA durante el embarazo, el parto y la lactancia materna.
A pesar del crecimiento en la cantidad de personas que reciben la TA, preocupa que no se logre reducir como se debe las muertes cuando pacientes como Buzwani no cumplen con su tratamiento.[related_articles]
Al resistir o suspender la TA, Buzwani podría desarrollar una resistencia a los medicamentos. Entonces, como todos los pacientes con sida en su misma situación, tendría que pasar a la siguiente línea de tratamiento, que requiere fármacos más caros y menos accesibles.
Edmore Mutimodyo, funcionario de comunicaciones de la Red Nacional de Zimbabwe de Personas que Viven con VIH y Sida (ZNNP), dijo que varias organizaciones de la sociedad civil y organismos públicos realizan campañas de sensibilización para ayudar a la población a entender mejor los beneficios de la TA y cómo tomar los medicamentos en una dieta saludable.
“Antes de tomar los antirretrovirales, usted pasa por un proceso de comprensión de cómo funcionan, cuáles son sus posibles efectos secundarios. También tiene que aprobar un procedimiento de cumplimiento. Si es probable que lo incumpla, se le pedirá que traiga un compañero de tratamiento para ayudarle a través del proceso”, explicó.
Los funcionarios de salud del hospital de Mpilo dicen que no puede obligarse a los pacientes a tomar sus medicamentos, sin importar los motivos.
Otras personas con VIH no pueden acceder a los antirretrovirales debido a la larga lista de espera, junto con la falta de financiación para estos medicamentos, según el Ministerio de Salud y la ZNNP.
El programa de TA de Zimbabwe tiene el apoyo del Fondo Mundial para el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que desembolsó 21,8 millones de dólares para su aplicación en 2014.
Se espera que más pacientes accedan a los antirretrovirales cuando comience la fabricación local de medicamentos, en asociación con Irán, como lo anunciara el Ministerio de Salud en octubre de este año.
No obstante, la adhesión al tratamiento seguirá siendo un problema mientras no se aborden actitudes como la de Buzwani o el método de distribución de los antirretrovirales en los centros de salud pública por parte de los funcionarios, que se dice que contribuyen al estigma, real o supuesto.
“Algunas enfermeras nos dijeron que había personas que dejaron de tomar la TA debido a los efectos secundarios o debido al estigma. No quieren que se les vea tomando una pastilla todos los días”, señaló Kerry Scott, investigador de la estadounidense Escuela de Salud Pública Johns Hopkins, que ha trabajado en Zimbabwe antes.
Los pacientes como Buzwani que abandonan su tratamiento pueden ser una excepción, pero apuntan a las dificultades que persisten en el horizonte de este país en su lucha por reducir las muertes causadas por el sida.
* No es su nombre real.